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CóRDOBA
HISTORIAS ASOMBROSAS DE CÓRODBA

Cuando el dique más grande del mundo estaba en Argentina

8-8-2021-Dique
. | CEDOC PERFIL

Gustave Eiffel, que de este país sabía mucho ya que uno de sus mejores amigos era de Córdoba, dijo en 1889 que las mayores obras del mundo en ejecución, en ese momento, eran la Torre Eiffel y el Dique San Roque, en Argentina. Solo que- agregó- su torre no tendría utilidad alguna y el dique sí.

Lo habían construido los ingenieros Dumesnil y Cassafousth con las blancas cales de Bialet Massé, un médico catalán muy emprendedor que tenía una cantera en donde hoy está esa localidad. Sus cales eran de lo mejor. Pero eran 40% más baratas que las inglesas, usadas en todo el mundo.

Cuando la obra estuvo terminada y el ingeniero Huergo propuso un canal navegable que, desde allí, uniera Córdoba con el río Paraná, evitando así que los envíos esquivaran Buenos Aires, su destino estuvo sellado. Y hubo intrigas políticas desde la Capital porque se quería denostar todo aquello que el ex presidente de la Nación, el cordobés Juárez Celman, había hecho.

Todo esto concluyó para que en el amanecer del 27 de junio de 1892, la ciudad de Córdoba se despertara en medio de alaridos de terror. El grito de ¡se viene, se viene. El dique entero se ha derrumbado! se oyó desde el Arroyo La Cañada hasta la Cátedra.

Fue cuando la policía fue, casa por casa, golpeando puertas y ventanas avisando que el dique había cedido y la inundación masiva y completa de la ciudad era cuestión de minutos. Hasta se hablaba de que alguien desde lo alto de una iglesia había llegado a ver, a lo lejos, avanzar a la gran marea de agua.

Cuando desde lo alto de los más elevados techos la gente supo que era una falsa alarma, comenzó lo que parecía ser una investigación muy seria. Se analizó la estructura construida con detalle. Vino el ingeniero Stavelius de Europa, de quien se decía era muy entendido en el tema represas.

Y su dictamen fue determinante: había una grieta de lado a lado y más de 300 puntos de filtración. El colapso de la enorme pared será inminente. Pero, con el tiempo, la grieta y esos puntos débiles nunca se encontraron. Se encontró, en cambio, que el ingeniero no tenía ni siquiera título que lo avalara como tal. Y que en Europa no lo conocía nadie.

Pero Cassafousth y Bialet Massé terminaron presos. Cuando, años más tarde se construyó el nuevo dique quisieron dinamitar el viejo. No pudieron. Ni siquiera con cargas muy poderosas. Es que las cales cordobesas eran inmejorables. Por eso, el viejo dique quedó ahí. Y hasta resistió un sismo de 6,9 puntos en la Escala de Richter sin sufrir daño alguno.

Cuando después de estar presos un año fueron liberados, sus constructores ya estaban en bancarrota. Hoy, los nombres de Bialet Massé, Dumesnil y Cassaffoust son llevados, con orgullo, por importantes localidades e instituciones. Y los de los canallas que los denigraron tuvieron, casi todos, el peor de los castigos, que es el olvido.

Pero estos tres hombres de honor aún hoy, más allá de su muerte, siguen protegiendo a Córdoba. Es que si hoy cediera por un terremoto o por alguna otra razón el nuevo dique, el construido antes podría contener eficazmente las aguas y salvar la ciudad.

Firmes, sus paredes, más allá de la infamia, son un necesario y sólido recuerdo de que, muchas veces, a la verdad no se la puede esconder. Ni siquiera bajo las aguas del que en 1890 fuera el dique más grande del mundo. Y eso es algo que siempre está bien.

(*) Autos de cinco novelas históricas betsellers llamadas saga África.