La pandemia del coronavirus amenaza con llevarse puesta la economía. Nadie sabe cuáles serán los efectos finales ni los costos económicos de un fenómeno global que encontró a los países en distintas condiciones previas. La economía argentina venía floja de defensas y la pandemia amenaza con la quiebra micro y macro.
Cruje la economía y los desequilibrios y pecados económicos previos se notan mucho más. Al federalismo fiscal no le sobra nada y entonces las provincias y municipios echan a volar el fantasma de la emisión de cuasimonedas.
Se mezclan entonces las malas condiciones previas por las malas administraciones con el efecto de la caída de la recaudación por la interrupción económica que ocasiona la cuarentena.
Una sociedad democrática necesita de dos sistemas: el político y el monetario. En relación al segundo, desde la creación del Banco Central de la República Argentina (BCRA) en 1935 hasta el día de la fecha, se destruyeron cinco signos monetarios. En 85 años de vida del BCRA pasaron por manos de los argentinos el Peso Moneda Nacional, el Peso Ley 18.188, el Peso Argentino, el Austral y este que está actualmente y que tuvo una ley en medio que lo hacía valer un dólar.
Por estos días se discute la posible emisión de cuasimonedas. La provincia de Córdoba anunció los ‘DoCOF modo Covid-19’, letras que no son cuasimonedas pero agitan el fantasma. Muchos comparan la situación actual con la que ocasionó la creación de un sinnúmero de papeles a la salida del estallido de 2001. Pero no advierten elementos como la estabilidad de la moneda que precedió al quiebre económico de aquella época.
Los años de Convertibilidad le habían dado orden y estabilidad al sistema monetario. Por el contrario, los últimos 10 años han tenido niveles de inflación de dos dígitos. La otra gran pregunta es con qué recursos cuentan hoy los Estados provinciales y municipales para rescatar esos papeles que pudieran emitir.
¿Con qué horizonte razonable de rescate se tomaría la decisión de fabricar cuasimonedas? Nadie puede saberlo. Argentina debe evitar la fragmentación monetaria de todas las formas posibles.
Para ello, el Gobierno nacional debe ejercer un fuerte rol de coordinación con provincias y municipios. Nada mejor para ello que evitar la improvisación, discrecionalidad y arbitrariedad. Por ello debe buscarse una regla de automaticidad para entregar recursos a las provincias y municipios. La herramienta está al alcance: volver al Fondo Federal Solidario (FoFeSo) o más conocido como ‘fondo sojero’ que otorgaba un tercio de lo recaudado por el esquema de retenciones a la soja y derivados a las provincias y un tercio de ello iba a los municipios. La medida debe ir acompañada por una baja porcentual de las retenciones a fin que el sector agrícola se vea estimulado a liquidar granos y así engordar el FoFeSo.
El sistema político precisa de reglas claras y transparentes en días que se cuestionan y advierten hechos de corrupción con sobreprecios en la compra de productos básicos para paliar la situación ocasionada por la pandemia como alimentos y alcohol en gel. Por otro lado, el sistema monetario debe evitar la fragmentación que ocasionaría la emisión de cuasimonedas.
Para cumplir con ambos objetivos anteriormente planteados es vital buscar una regla automática para asignar recursos a provincias y municipios que evite la discrecionalidad y arbitrariedad para con nuestro federalismo fiscal, única manera de construir confianza en tiempos donde la incertidumbre tiene forma de pandemia global.
(*) Por Franco Jular - Economista