La crisis de diciembre de 2001 encontró a Mario Cúneo, expresidente de Bancor, como director y subgerente general de uno de los bancos más simbólicos que tuvo Córdoba: el Banco del Suquía. Y en un momento muy particular: cerrando las etapas finales de la venta de ese banco, propiedad del Grupo Roggio, al Crédit Agricole, de Francia. El devenir de la crisis definió la salida de los franceses del país, terminó tumbando la venta del Suquía y generó, como se sabe, un desastre social, económico y político que tuvo al sector bancario como epicentro. Protagonista de ese hundimiento, Cúneo recrea los momentos más álgidos de la crisis.
“En el ´99 el grupo Roggio vendía el banco del Suquía al banco mutualista Crédit Agricole que compra también el Bisel y el Bersa. Yo era director y subsgerente general del Suquía. Estábamos en pleno proceso de fusión cuando se genera todo lo del 2001. Una guerra civil, perdí amigos que me pedían que les devuelva la plata y era imposible sacarla del banco”, dice Cúneo. Y recuerda que producto de la crisis los franceses dejaron el proyecto de compra, se fueron del país y debilitaron al Suquía: “Suquía había perdido pocos depósitos y fue el caso de un banco que entró en default porque se fueron los accionistas, no los depósitos. Esa caída fue tristísima”.
“El ambiente que se vivió en 2001 hasta 2002 fue terrible. Por la pesificación asimétrica había casos de importadores que tenían que cubrir créditos en dólares y tenían acumulados dólares en una cuenta para pagar y se la pesificaron. Tenían el pasivo en dólares y la acreencia en pesos 4 a 1. La incertidumbre que se vivió y la agresividad contra los bancos fue terrible. Con el corralito se podían sacar $250 por semana. Yo tenía una cochera en el edificio de la Merced, al frente del Banco Suquía, entraba el auto por Olmos, bajaba en el ascensor y hacía un pique y entraba al banco corriendo porque si te agarraban en la calle…Un conocido tenía US$ 250 mil en el banco. Me buscaba en el banco, en mi casa, me mandaba cartas documento. No tenía solución, lo tenía pesificado. Me hizo un juicio penal. Ese era el clima que se vivía. Yo vivía en Urca y prácticamente me mudé a la casa de mi hija porque me iban a buscar a mi casa. Fueron momentos eternos. Lo viví con mucho dolor por la gente, los conocidos y amigos. Y también porque vi derrumbarse al Banco Suquía”, subraya Cúneo.
-¿Al 2001 como estaba el Banco del Suquía?
-Por la suma de depósitos y créditos estaba entre los 10 primeros. Y al momento de la crisis estaba entre los menos peores. Pero había días que costaba abrir el banco porque no estaba la plata en las cajas. El Banco Central iba liberando los encajes como podía, eso lo hacía tremendamente estresante. En el medio había cajeros que no querían salir a trabajar. Una persona quería retirar US$100 mil y podía sacar $250 por semana. Te querían matar.
-¿Cómo era el diálogo entre los bancos y el Central? ¿Qué sabían?
-Cada banco tenía un interlocutor, hablar con el presidente del Central era imposible. Los primeros días la preocupación era cuánto iba a durar esto. Después el diálogo era “¿cuánta guita me vas a mandar hoy?”, “no tenemos para abrir el banco”. Hubo días que no abrimos, no podíamos abrir. Y hubo bancos que cayeron, en fácil de contarlo rápido, pero desaparecieron. El control del Central para que los bancos no sacaran los pies del plato era durísimo. Pou era durísimo. Fue doloroso porque la gente no entendía que estaba pasando. Al no poder dar una respuesta aumentábamos la bronca. Yo lo que había cobrado por la venta de acciones del Suquía estaba dentro del banco y mi esposa no me creía que no podía retirar la plata: “cómo no vas a poder sacar la plata!”, me decía. No se podía. Por el estrés de esos días tuve una trombosis en la pierna que hasta el día de hoy estoy anti coagulado. Ese fue el precio que pague.
-¿Hubo llamados a los amigos, al círculo rojo, para que retiraran fondos unos días antes?
-Tengo el mismo folcklore que vos, pero no tengo la certeza de que haya sido así. Hubo retiros antes de que explotara todo porque había gente que analizaba y veía que esto no aguantaba, sobre todo los que conocían la mezcla de monedas de los bancos. La gente traía pesos, pero se contabilizaban como dólares y muchas de las carteras de crédito eran a cobrar en pesos. El descalce de monedas, para cualquiera que técnicamente analizara el tema, era peligroso.
-¿Cavallo tuvo impericia política, técnica, le jugó una mala pasada su ego?
-Lo de su ego era un tema dominante. Como cuando se va a Estados Unidos y aseguraba que con su sola presencia iba a conseguir la plata y volvió con las manos vacías. Siempre pensó que con su presencia arreglaba las cosas y desde ahí todo se fue desbarrancando. Cavallo tenía que conducir y no condujo.