Pioneras y destacadas en lo suyo, una dentro de la danza y la otra en el campo del varieté, dos grandes figuras femeninas son homenajeadas por estos días a partir de puestas en escena y ciclos con diversas actividades artísticas, que invitan a reflexionar sobre el quehacer actual.
Alejandra Tortosa, soprano y cantante del grupo ‘De boca en boca’ pondrá en escena hoy a partir de las 20.30 la proyección escénica musical ‘Margarita y su troupe de artistas’, que busca homenajear a Marguerite Brunet, precursora del varieté.
“Siempre me interesó este género en el que se van presentando diferentes números artísticos o performances.
Yo estuve en Francia trabajando en este tipo de formatos y me atrajo mucho. Además, es la excusa perfecta para repensar a la mujer dentro de los espacios del arte, desde las compositoras hasta las mujeres directoras; esos segundos nombres que suelen estar en las sombras y que aún hay que destapar”, señala.
Tortosa relata que Brunet había nacido a finales de 1800 en Francia y que se convirtió en actriz muy joven: “Ella había salido de un orfanato, se escapó con artistas y fue rodando por el mundo, llevó la ópera italiana a Francia pero es la ópera bufa, la popular, la mal vista; empezó a tener su público cautivo, armó una troupe con 85 artistas y terminó manejando más de 10 teatros en Francia”.
El espectáculo, que tuvo su antesala virtual el año pasado en el marco de la pandemia y que fue sumando voluntades, contará esta vez con 19 cantantes en escena que pasearán por la ópera, la canción portuguesa y la chanson francesa, hasta llegar a los tangos de los años ‘20. “La gente va a ver un cruce musical con obras que van desde Giacomo Puccini hasta los tangos de (Enrique Santos) Discépolo”, detalla.
Con un trabajo de edición de vídeo que recuerda a las películas mudas, el espectáculo intercala canciones con la biografía de esta mujer que, dicen, murió a los 90 años bajo el ala de Napoleón Bonaparte y que siempre supo cómo moverse bien en las altas esferas de la Corte.
El formato de proyección está compuesto por cuatro episodios –presentación, viajes, soledad y despedida– y la narrativa estará a cargo de la actriz Galia Kohan. “Galia hizo más de 40 videos distintos, narrando la historia de Marguerite Brunet. Es única, hay que verla. Es un lujo para nosotros que haya acompañado este proyecto”, dice Tortosa.
La participación del periodista Mariano Saravia le da el marco histórico a la puesta, que tiene una duración de una hora –con intervalo– y se realizará en el patio del espacio cultural La Quadra (Julio A. Roca 706), con capacidad para 120 personas y protocolo.
“La Quadra está haciendo muchísimo por el entorno social y trabaja con personas en situación de calle. Por eso hemos elegido también este lugar; queremos que la gente apoye el trabajo independiente y a los artistas emergentes. También nos gustaría llevar este espectáculo a un formato de sala más adelante”, señala Tortosa.
Mujeres en la danza. Por otro lado, el pasado miércoles en la Legislatura, la Agencia Córdoba Cultura rindió homenaje a la bailarina cordobesa Adda Hünicken, que perteneció a una generación de vanguardia en materia de danza.
Hünicken, que había nacido en 1933, supo entrelazar la danza con la música, las artes plásticas y el teatro, confluyendo en lo que luego se conocería como la Danza Moderna.
En el marco de su homenaje, el próximo miércoles 17, a las 11, 15 y 18, se realizarán en la escalera de ingreso al Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Caraffa intervenciones en las que participará el Seminario de Danzas Clásicas Nora Irinova y la Orquesta Académica Juvenil del Teatro del Libertador San Martín, en coreografías que durarán 15 minutos y serán realizadas al aire libre.
PIONERAS
Gracias a ellas
Por Cristina Gómez Comini*
La danza moderna, que luego evolucionó a lo que llamamos danza contemporánea, tuvo su origen muy vinculado a la figura de la mujer.
Allá por los años ‘40 con la llegada de la bailarina norteamericana Miriam Winslow, que había venido de gira al país y luego decidió radicarse en Buenos Aires, se inicia la historia de la danza moderna y contemporánea en Argentina.
En aquella época, la danza moderna era llevada adelante por mujeres de gran carácter, convencidas del valor de la danza como arte transformador y capaces de autogestionar sus presentaciones. Pienso en la cantidad de figuras que vinieron del extranjero, además de Winslow, como Margarita Wallman y Renate Schottelius, y en bailarinas nacidas aquí, como Ana Itelman, Ana Kamien, Iris Scacchieri y Susana Zimmermann, todas de una gran potencia e impulsoras de grandes movimientos dentro de la danza contemporánea. Lo singular es que el acento estaba puesto en los nombres de las artistas y no en las compañías.
Si bien muchas de ellas crearon compañías, lo que perduró en la historia fue la fuerza y la potencia de estas mujeres. Y la razón tiene que ver con el hecho de que ellas bailaban solas, como lo hicieron antes las legendarias figuras de Isadora Duncan, Martha Graham, Dore Hoyer o Mary Wigman en Estados Unidos y Europa, respectivamente.
Entonces, hablar de la mujer en la danza contemporánea en aquellos tiempos es hablar de una historia de soledades, de mujeres que llevaban adelante el estandarte de la danza en solitario.
Así, de la mano de Miriam Winslow, quien formó a una generación entera de bailarines y coreógrafos, nace la danza moderna en Argentina.
Y cuando esa generación formada por Winslow empieza a dar sus frutos, ocurre un hecho importante en Buenos Aires que acompañaría y aglutinaría a todas las vanguardias: la creación del Instituto Di Tella, a finales de los ‘50, un espacio que cobijaría también a bailarines y creadores hasta los ‘70.
Si bien Buenos Aires tuvo ese lugar que fue un impulsor del arte contemporáneo, en el interior nos encontrábamos más solos.
En este sentido, haber tenido en Córdoba a una figura como la de Adda Hünicken fue muy significativo, porque de alguna forma nos posicionó como una ciudad que también transitó la vanguardia en la danza moderna.
Adda, como era habitual en aquella época, también bailaba sola. Tanto es así que ella misma se autodenominaba “la bailarina solita”.
Hoy, sin embargo, las bailarinas ya no estamos solas, ha crecido la población de mujeres danzantes y hay una lucha comunitaria por el reconocimiento de la danza como trabajo. La mujer bailarina o coreógrafa está más acompañada, la lucha y el esfuerzo son grupales. Y el estandarte de la danza –sobre todo de la contemporánea– se sostiene en conjunto, de manera grupal y en comunidad.
(*) Coreógrafa, bailarina y dramaturga