Comenzó en nuestro país una etapa marcada por una serie de festivales y encuentros que tienen como principal objetivo mostrar lo más lindo de nuestras raíces, de nuestras tradiciones y nuestra cultura. Se comparte en familia, amigos y seres queridos, se extienden a lo largo y ancho del país siendo una variable muy importante para elegir el destino de las vacaciones.
Con jornadas que inician al primer rayo del sol y se extienden hasta altas horas, los festivales se encargan de hacerle vivir a todo aquel que lo desee, una experiencia inolvidable.
En ese marco se inscriben muchos festivales en nuestra provincia, y probablemente uno de los que mayor relevancia tenga sea el Festival Nacional de Doma y Folklore que se realiza en Jesús María.
Dicho festival lleva 55 años agrupando a personas que vienen de todas partes del país e incluso de países vecinos, a disfrutar de diez noches de “color y coraje”, teniendo la posibilidad de ver a los mejores artistas de nuestro país y apreciar destrezas gauchas llevadas a cabo por jinetes con un gigantesco talento. La más conocida de estas destrezas es la doma. Y aquí es donde se debería hacer un punto.
Defiendo con mucho énfasis la vida de los animales, y de manera muy activa la de los caballos, pero entiendo que como argentinos nos enmarcamos en una serie de tradiciones y costumbres en las cuales el hombre y el caballo siempre han estado presentes, por lo tanto, me pregunto, ¿no será momento de disfrutar de esta hermosa relación desde un punto que no sea la violencia, el castigo y el sufrimiento del animal?
La grilla musical del festival evoluciona año tras año, permitiéndose ponerse al día a las nuevas generaciones que presentan nuevos gustos musicales, pero no pierde esa raíz tradicional del folklore, zamba y chacarera se escuchan noche tras noche y no pierden lugar por más que tengamos noches del festival junto a Ulises bueno, La Barra o Paulo Londra. ¿Será posible que ocurra lo mismo en el campo? ¿Podremos disfrutar destrezas gauchas como el aparte campero, las tropillas entabladas, pruebas de riendas o pruebas de tachos, las nuevas carreras de cuero, pruebas de tambores y cañas, como se hace en muchísimos otros festivales de nuestra Córdoba?
La violencia es violencia siempre, y con eso no podemos aceptar convivir, indistintamente si el maltrato, castigo o sufrimiento es entre seres humanos, como así con animales.
Defendemos cada vez que se puede la cultura, las costumbres y las tradiciones de nuestro país, acompañamos y participamos de festivales a lo largo y ancho de todo Córdoba. Pero entendemos claramente, por formación y búsqueda de información, que la genética y temperamento de los animales que son usados para la jineteadas difícilmente pueda ser modificada. Por lo tanto, la propuesta es transitar un proceso paulatino, donde, como en muchos otros espacios de la sociedad, las prácticas han evolucionado sin perder la tradición.
Victoria Flores es abogada y funcionaria de la Municipalidad de Córdoba