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CóRDOBA
HANS SCHELKSHORN

"Descubrir la filosofía de América Latina me despertó de mi sueño eurocéntrico"

Gran receptor del pensamiento de Enrique Dussel y de la filosofía latinoamericana de la liberación, el teólogo austríaco ha desarrollado trabajos con el cubano experto en filosofía intercultural Raúl Fornet-Betancourt. Además, ha sido receptor del pensamiento del teólogo jesuita Juan Carlos Scannone.

Hans Schelkshorn
EN CÓRDOBA. El presidente de la Sociedad Vienesa de Filosofía Intercultural disertará mañana en nuestra ciudad. | Cedoc Perfil

Hans Schelkshorn dirige el Instituto de Filosofía Intercultural de la Religión de la Facultad de Teología Católica de la Universidad de Viena. Con estudios de teología y filosofía en Viena y Tubinga, sus principales intereses de investigación han sido las teorías de la modernidad, la filosofía de la religión, la filosofía práctica y la filosofía intercultural. Actualmente, preside la Sociedad Vienesa de Filosofía Intercultural y es coeditor de ‘Polylog – Revista para la filosofía intercultural’.

En el marco de su visita a Córdoba, el catedrático dialogó con PERFIL CÓRDOBA acerca de la teología de la liberación y el rol religioso de nuestra era.

—A diferencia de lo que sucede con muchos pensadores del llamado ‘primer mundo’, usted ha tenido en cuenta a notables pensadores latinoamericanos en su obra. ¿Cómo llegó a interesarse por el pensamiento latinoamericano y qué elementos y autores son significativos para su obra?
—Ya en mi época de estudiante conocí la Teología de la Liberación, pero la filosofía latinoamericana fue algo que descubrí después, más bien de modo casual, en el marco de las investigaciones para mi doctorado. En primer lugar, me encontré con las filosofías de la liberación, gracias a las cuales descubrí una larga historia de cientos de años de la filosofía en América latina. Esta experiencia me despertó de mi “sueño eurocéntrico” y desde ese tiempo fue claro para mí que la modernidad global, e incluso la filosofía europea misma, no puede comprenderse sin un intercambio intenso con las filosofías no europeas.

—Hubo diversas interpretaciones del rol de América latina en lo que se denominó ‘modernidad’. Según sus investigaciones, ¿qué incidencia tuvo nuestro continente en la modernidad y qué rol tiene hoy en los estudios y prácticas interculturales?
—Muchas filosofías latinoamericanas no ven el comienzo de la modernidad en la Ilustración del siglo XVIII sino en la conquista de América. Esa tesis me abrió muchísimas perspectivas novedosas de la modernidad. Pero no reduciría la modernidad al colonialismo, como muchos pensadores y pensadoras decoloniales suelen hacerlo. Justamente los debates coloniales del siglo XVI muestran que, junto a la justificación del colonialismo, hubo también una crítica radical de la conquista, como puede verse en Bartolomé de Las Casas. Además, en ese mismo momento Francisco de Vitoria critica la idea de un imperio como tal y pone la piedra fundamental del derecho internacional moderno. Esto es una innovación absoluta, porque la filosofía antigua o se remitía a la polis griega o aceptaba tácitamente el imperio romano. Antes de 1492 no había tampoco en Europa una filosofía del derecho internacional.

—El cosmopolitismo, la interculturalidad, la superación de las fronteras, son todos temas presentes en su obra. Al mismo tiempo vemos desde las últimas décadas del siglo pasado un relativismo, cuyos extremos hoy podrían ser la posverdad trumpiana o los negacionismos. En este sentido, ¿cuál sería la relación entre una interculturalidad que admite particularidades y una ética universal (por ejemplo, de los Derechos Humanos)?
—Es verdad, el relativismo hoy es un problema no sólo para la filosofía académica sino también para la política. Las diversas figuras de una política autoritaria de las identidades particulares, que dominan hoy en todas las regiones del mundo, erosionan los ordenamientos para la paz basados en los Derechos Humanos y el derecho internacional. Es cierto que, por ejemplo, los Derechos Humanos deben ser nuevamente evaluados y reformulados en los discursos globales. Los flancos débiles del universalismo podrían así ser trabajados a partir de una filosofía intercultural. En cambio, el relativismo es contradictorio, porque afirma con pretensión de verdad su propia posición.

—Su interés por la filosofía y la Teología de la Liberación aparece como constante en sus trabajos. ¿Qué valoración hace de ese pensamiento en las condiciones actuales y qué rol futuro podrá tener?
—Lo importante es subrayar que desde el comienzo hubo diferentes versiones de la teología y la filosofía de la liberación. Y sin lugar a dudas hubo también desarrollos problemáticos. Sin embargo, hay que reconocerles a las teologías de la liberación el logro de haber anclado de nuevo en el centro de la fe cristiana la crítica social de los profetas de Israel, que luego Jesús continúa con su mensaje. Como se puede ver en las teologías de la liberación, sin ese espíritu de los profetas tampoco hubiera sido posible la crítica a la conquista de América y a la violencia colonial. Pero en los últimos tiempos, en todas las iglesias se han vuelto más poderosos los movimientos ultraconservadores, con un fundamentalismo que pone también en peligro a la democracia misma. Teniendo en cuenta ese contexto, lo que hay que hacer ahora es seguir desarrollando en nuevas formas los impulsos fundamentales de las teologías de la liberación. No es tan importante el concepto “Teología de la Liberación”, sino que se trata de la cuestión como tal.

“La secularización no significa simplemente ateísmo”
La modernidad parecía prometer una secularización que al avanzar eliminaría esas creencias que impedían una vida emancipada. Sin embargo, parecería que algunos grupos religiosos, incluso en países constitucionalmente laicos, se muestran muy potentes. Schelkshorn, en tanto filósofo de la religión como cientista social, se posiciona fuertemente en relación al rol de lo religioso en nuestra época.
—¿Cómo considera que los Estados modernos, democráticos y plurales deberían abordar esta situación?
—La secularización no significa simplemente ateísmo. Pero la modernidad secular se basa sobre el principio de la razón. Por lo tanto, una religión revelada ya no puede ser la base para legitimar la autoridad. Es
cierto que el cristianismo rápidamente en sus inicios se relacionó con la filosofía, por eso también es que hubo desde la modernidad muchos movimientos de renovación dentro del cristianismo. Por ejemplo, el filósofo Jacques Maritain fue fundamental en la redacción de la Declaración de Derechos Humanos de la ONU. Hoy las iglesias cristianas tienen la opción de pudrirse en un fundamentalismo religioso o renovar sus tradiciones, que reconciliaban la razón con la creencia.

Disertación
Hans Schelkshorn brindará una conferencia mañana lunes en la Universidad Católica de Córdoba. Con participación libre y gratuita y bajo el título ‘¿La ilegitimidad de la modernidad europea? Razón, poder y colonialidad en el pensamiento moderno temprano’, el evento tendrá lugar a las 10.30 en el edificio Centro de la UCC (Obispo Trejo 323).