En un salón colmado de empresarios, políticos, representantes diplomáticos de países extranjeros y ejecutivos, el doctor Bernardo Toro intentó en una fría y escéptica Córdoba despertar consciencia sobre temas que quiebran paradigmas y cuestionan preceptos, sobre todo en sociedades conservadoras.
“Debemos crear una generación de empresarios que no confundan dinero con riqueza”, comenzó diciendo Toro en una nueva edición de los Almuerzo de Trabajo, que organiza Fundación Mediterránea en el marco de su 40 Aniversario.
“En América Latina, por dinero somos capaces de destruir riqueza”, señaló Toro. A su juicio, “el problema del mundo no es el dinero”, y para fundamentar sus dichos se apoya en cálculos de Paul Krugman, quien estimó que los activos del mundo son unos US$232 trillones, de los cuales unos US$60 trillones son activos reales y los US$172 trillones restantes son activos financieros.
“El desafío –planteó Toro– es hacer que el dinero adquiera valor estructurando pasivos sanos”, porque si el dinero no sirve para estructurar pasivos se vuelve especulativo, y ahí es cuando se genera el problema. “La tasa de especulación produce una acumulación de riqueza en moneda a un ritmo superior que el de la acumulación de activos reales”. De este modo, según Toro, no se crean empleos, innovación, nuevas transacciones, no se crea riqueza.
De origen colombiano y con gran participación en los ámbitos de decisión de su país, el doctor Toro conoce a fondo un problema del que Córdoba recién empezó a tomar nota: el dinero del narcotráfico. “No hay ningún negocio en el mundo que genere más dinero que el narcotráfico, ni la venta de armas, ni la trata de personas… Colombia inventó el modelo que produce mucho dinero, pero destruye mucha riqueza”, sentenció. Y en esa línea, agregó: “Del mismo modo, talar bosques o contaminar ríos seguramente produce dinero pero destruye toda la riqueza”.
Por esto, el desafío de Argentina es “crear una próxima generación de empresarios que no confundan la riqueza con el dinero”, dijo.
Narcotráfico, lavado, deforestación, contaminación, todos temas que están empezando a resonar en la agenda de la elite empresaria local, con el reto de descifrar hasta qué punto el dinero que están generando algunas decisiones crea realmente riqueza para Córdoba o, por el contrario, la está destruyendo.
La gran pregunta. Cuando Toro insiste en crear riqueza, ¿qué entiende por ello? “Es el conjunto de bienes, servicios, valores, relaciones, transacciones y ambientes, que permiten a los ciudadanos vivir dignamente y cuidar los bienes ecosistémicos del planeta”, detalló el experto, y preguntó: “¿Se dan cuenta que la definición no habla de dinero?”. Según Toro, es éste y no otro, “el proyecto ético de cambio social real, en la actualidad”.
Entre esos bienes que se deben producir, hay unos que son muy importantes, los llamados bienes públicos, en cuya construcción participan el Estado y las empresas.
Para ejemplificar qué son los bienes públicos, Toro sencillamente explicó que en un país como Finlandia, los hijos de un directivo de Volvo van a la misma escuela que los hijos de los dueños de las pescaderías. Y en ese país, a ninguna familia inquieta el hecho de tener que trasladarse a vivir a zonas remotas de la nación porque en todas partes encontrarán la misma cantidad y calidad de escuelas disponibles. Eso es un bien público: “Son bienes comunitarios, visibles y accesibles para todos. Expresan valor compartido, articulan voluntades y construyen ciudadanía”, definió el director de Avina.
Desde la perspectiva que plantea Toro, que una sociedad comprenda qué son los bienes públicos, permite acceder a otra diferenciación relevante: entre equidad e igualdad. Según explica, una sociedad no puede aspirar a la igualdad pero sí a la equidad, que se da cuando los bienes públicos están disponibles en calidad y cantidad para todos los ciudadanos.
“Latinoamérica se caracteriza por tener pocos bienes públicos. Aquellos que existen, por lo general son de baja o nula calidad o han sido cooptados por una parte de la sociedad, por ende no hay equidad, ni tampoco sostenibilidad”, explica. Las causas de que esto ocurran son “una cultura de desvalorización de lo público; indiferencia e Impotencia social; impericia e inoperancia estatal, además de la ausencia del Estado; la privatización de lo público y la generación de una para-institucionaliad, que se refleja en una percepción de la corrupción superior al promedio global”.
Transacciones ganar-ganar. La forma de generar bienes públicos que se vuelvan articuladores de una sociedad equitativa y sustentable es a través de transacciones “ganar-ganar”, que permitan la convergencia de intereses, explica el doctor Toro.
En esas transacciones intervienen tres sectores: Estado, empresas y el llamado ‘tercer sector’ (ONG, fundaciones, sindicatos, asociaciones civiles, etc). El secreto para que se produzca la convergencia es que cada sector respete la soberanía del otro. “El Estado debe hacer todo lo que está legislado y las empresas y tercer sector, todo lo que no está prohibido”. El punto es actuar equilibradamente entre la ley y la creatividad, consiguiendo legitimidad en el accionar.
“Cuando la transacción entre los sectores contribuye a hacer posible y cotidiana la dignidad humana se agrega valor y se produce la gobernabilidad”, explica Toro. Sin embargo, en gran parte de América Latina la experiencia de la gobernabilidad no es un patrimonio asegurado. Y eso ocurre porque las transacciones se desbordan en beneficio de uno u otro sector, generando cuatro tipos de escenarios negativos:
1) Caos o desorden social: ocurre cuando funcionarios y políticos usufructúan de su posición y se aprovechan de lo público, mientras las empresas actúan fuera de la ley y la sociedad civil se muestra desorganizada y ausente de su propia realidad, incapacitada de reaccionar.
2) Corporativismo de Estado o privado: se da cuando se genera una alianza entre empresa y Estado, de espaldas a la sociedad. Lo que transan los sectores predominantes so n intereses vinculados a la carga impositiva y los costos de las campañas; se ponen de acuerdo en torno a ello, en prejuicio de la ciudadanía.
3) Deslegitimación del Estado: opera cuando la empresa y la sociedad actúan sistemáticamente deslegitimando el rol de lo público, y se adjudica al Estado la causa de todos los males.
4) Populismo: en este caso, el Estado se alía con la sociedad en abierta disputa contra el sector privado, convirtiendo a las empresas en el principio de todos los problemas que enfrenta la sociedad.