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ACADEMIA Y SEXISMO

Efecto Matilda: La visibilización de las mujeres en la ciencia como un asunto prioritario

La iniciativa española #nomorematildas refiere a la histórica invisibilización de las científicas. El fenómeno, desde una mirada local, en la voz de la doctora en Género de la UNC, Paula Morales.

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Efecto Matilda. El término que refiere a la invisibilización de las contribuciones de las mujeres en la ciencia, fue conceptualizado en 1993 por la historiadora de la ciencia Margaret W. Rossiter. | Cedoc Perfil

"No más Matildas” es una de las tantas iniciativas, en este caso española, que se propone reconocer el rol de las mujeres en la ciencia a lo largo de la historia y en la actualidad al incluir, por ejemplo, en los materiales educativos formales a las mujeres científicas, en muchísimos casos postergadas (ver aparte).

Para conversar sobre esa problemática a nivel local, la doctora en Estudios de Género Paula Morales advierte que hay variables: “Primero en lo que se refiere a la prevención de la violencia estructural en el ámbito académico, donde entraría la inclusión de material con perspectiva de género en manuales. Se le llama prevención primaria, porque busca transformar normas sociales desde la educación, las creencias, las prácticas naturalizadas. La prevención secundaria se refiere a la asistencia, cuando ya sucedió un hecho”.

 “De lo que se trata es de una crítica al sistema patriarcal, que sostiene la sexualización de los espacios —advierte Morales, profesora en la UNC de la Facultad de Comunicación— ya sea para el acceso a la educación, el ejercicio en determinados campos profesionales o científicos, o el beneficio social”. Y amplía: “El sexismo también está en el beneficio social que no obtenés, que se pierde una sociedad en términos de desarrollo cuando no incorpora la perspectiva de género”.

—Al hablar de prevención, te referís a las violencias. En ese marco, ¿cuáles serían las estrategias, además de la visibilización?

—La visibilización se piensa desde la historización: por eso se recupera el rol de mujeres cientistas en la historia. Aparecen siempre historias de la esposa de tal científico, la esposa solapada en la investigación de tal otro, incluso la invisibilización al comunicar, en e l uso del lenguaje, un descubrimiento o logro donde las mujeres no son referidas como parte de los equipos. También se habla de bibliografías ocultas o grises, que no llegan a tener reconocimiento en los campos disciplinares por los pares. Aunque hayan hecho aportes, no gozan del prestigio de otras obras maestras o clásicas en determinada disciplina.

Por otro lado, juega fuertemente el Estado, que podría incluir a las empresas en la promoción de la ciencia desde edades tempranas. Y, por último, aparece el acompañamiento de trayectorias científicas. El planteo implica que la perspectiva de género incluya a las tareas de cuidado, los ciclos vitales, el impacto del cuidado de la salud sexual y reproductiva de las mujeres en sus dinámicas laborales. Sostener un proyecto de vida académico sin contemplar esas variables, hace que el trabajo científico no se dé en las mismas condiciones.

Sin llegar al esencialismo de los días por período, hay una cuestión que tiene que ver con los ciclos orgánicos que, para el desarrollo de una profesión científica, no están presentes.

 —¿Notás algún cambio de perspectiva en estos últimos 20 años, que coinciden con tu formación o la academia sigue en una ‘inercia’?

—Sí, cambió. Y depende de la política científica de cada país. En el caso de Argentina, los 10 años del kirchnerismo estuvieron atravesados por una perspectiva de justicia social. Se abrieron casos de investigación difíciles de ampliar, como las ciencias sociales y las artes. Y en estos temas somos mayoría las mujeres. También hubo promoción de inclusión de la s mujeres docentes que, en definitiva, marca la estabilidad laboral de las científicas. Porque es el ingreso que te permite apostar a los tiempos de una carrera en la ciencia. Si te presentás a una beca, tenés al menos un año y medio hasta que te den el resultado de esa aplicación. Entonces, el sistema implica unos tiempos tiranos.

También creo que las mujeres y las disidencias, aunque aún no se vea, desde la posdictadura a la actualidad ingresamos por conquista y prepotencia a los lugares, sostenidas por el movimiento feminista, a la educación superior y a la divulgación científica. No lo veo como un fenómeno meritocrático, aunque muchas de las personas que están en puestos jerárquicos en la ciencia y academia lo perciban así, desde su trayectoria meritocrática. Para mí, el salto se dio por la política pública y el movimiento feminista.

—Hay otro aspecto referido al discurso de autoridad científico, que en la mayoría de los casos está vinculado a lo masculino, en los medios de comunicación, por ejemplo, las fuentes son mayoritariamente hombres. ¿A qué lo atribuís?

—Por un lado, es la lógica periodística que selecciona y recomienda a determinada persona y la inclinación a esa elección es la brecha de género en puestos directivos. El escaso acceso de mujeres a esos lugares, ya sean empresas o instituciones. Pero si una empresa tiene un directorio donde se garantiza un cupo mixto o por lógicas de selección no sexistas, sí puede reconocer y validar como fuente institucional tanto a mujeres como varones. No sucede en la mayoría de los casos, porque no incorporan la transversalización de la perspectiva de género.

¿Qué es el #EfectoMatilda?

En redes sociales se presentan con ese hashtag acompañado del #nomorematildas #nomásmatildas y si bien surge en España, proponen instalar esta agenda a nivel global. En ese país, la presencia de #mujeres científicas en los materiales educativos es de un 7,6%, lo que evidencia la ausencia de referentes que empoderen a las niñas y les hagan saber que ellas también pueden. La iniciativa es impulsada por la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (Amit) con el apoyo de la Oficina del Parlamento Europeo en España. La invisibilización de las contribuciones de las mujeres en la ciencia fue descrita por primera vez por la sufragista Matilda Joslyn Gage, de allí su nombre. Mientras que el término que da lugar a la etiqueta fue conceptualizado en 1993 por la historiadora de la ciencia Margaret W. Rossiter.

Más información en nomorematildas.com

Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología

Esta iniciativa, que opera desde los ‘90 e integra la Red Latinoamericana de Género, Ciencia y Tecnología, tiene el propósito de seguir los avances de las investigaciones en curso, y generar un intercambio entre científicas y estudiosas de la región. Entre otros objetivos se plantean elaborar estrategias de registro, promoción y valoración de la contribución de las mujeres en ciencia y tecnología, además de fortalecer la conciencia de género en el sector.

En la red: ragcyt.org.ar