Mientras el gobierno nacional intenta convencer a propios y ajenos que la economía entra en ritmo de recuperación y el gobierno provincial pule sus discursos y estadísticas para demostrar que los niveles de pobreza de Córdoba no se corresponden con las mediciones del Indec, la economía de miles de familias ensaya estrategias para no seguir fragmentándose ante el deterioro del poder adquisitivo. En ciudades del interior del interior, en barrios periféricos de la capital y en familias donde gobierna el empleo precarizado y la bancarización es nula surge una “economía de guerrila” para tratar de llegar a fin de mes. Entre otras, algunas de las estrategias que se cuentan son el mantenimiento de trabajos cuentapropistas, la negociación del “fiado” en el almacén del barrio, la reconversión en la canasta alimentaria hacia productos más baratos y, a la postre, de menor valor nutricional, el apoyo en redes sociales para la adquisición de bienes. La reaparición de los clubes de trueque es ejemplo de esto último.
La libreta asoma el 12. En Córdoba Capital y localidades del interior hay unos 3600 negocios asociados al Centro de Almaceneros de Córdoba. Ellos son la materia prima para buena parte de las estadísticas que este espacio brinda y que generan una foto sobre cómo se está moviendo el consumo en los barrios cordobeses. En el último informe del Centro, esa foto muestra que la incidencia del “fiado” o la “libreta” viene en ascenso. Creció 20,5% entre junio de este año y el mismo mes del año pasado. En el mismo período, las ventas de los almacenes cayeron 4,7%, la morosidad creció 31,12% y la incobrabilidad (cuando pasan 60 días sin poder cobrar lo fiado) subió 23,7%. A junio de este año, la incidencia del fiado sobre el total de las ventas de los almacenes es del 29,6%.
“El fiado ha ido subiendo paulatinamente. Un termómetro de ello es que en muchos lados era usado después del día 20, los últimos días del mes y hoy por hoy se activa los días 10 y 12 porque el efectivo no existe. El fiado se convierte en la herramienta para llegar al alimento”, explica Vanesa Ruiz, directora del Centro de Almaceneros de Córdoba.
Cayó carne y leche, subió pan y mate cocido. Otra forma de analizar la caída en el poder de compra de los cordobeses es mirando qué consumen. En ese sentido, los datos del Centro de Almaceneros son elocuentes: de junio de este año a junio de 2016 la compra de leche cayó 19,5%, la fruta 16,65%, la carne vacuna 13,70%, los quesos 16,80%, los flanes 27,2%. En contraposición, subieron los fideos 22%, el pan 18%, el té y el mate cocido 29,4%. “Los reemplazos empezaron en el 2014. La carne vacuna comenzó a reemplazarse por el queso cremoso que nutricionalmente compensaba. A partir de que se dispararon los precios se modificó la forma de comprar, no se compra por peso, sino por lo que alcance de plata. Y hoy la compra de quesos muestra una caída muy grande. El queso cremoso se ha convertido en una delicatesen en muchas casas”, sentencia Ruiz.
Volvió el trueque. La situación económica y social dista de ser la de las grandes crisis, sin embargo, para mucha gente el panorama es muy complicado. Y es el interior de la provincia donde se activaron algunas estrategias ante la escasez de dinero. En Villa Carlos Paz, por caso, funciona un club de trueque y en agosto se reactivará otro. El que ya está activo funciona los sábados en la capilla San Expedito, en el barrio Carlos Paz Sierras. El otro lo está organizando Judas Ramos, quien ya montó uno el año pasado en el centro vecinal del barrio Miguel Muñoz B, de esa localidad. “En agosto vamos a volver a abrir el club del trueque pero pedimos permiso a la Municipalidad para llevarlo a la plaza del barrio. Participa mucha gente, la economía de la ciudad está muy deteriorada. Y la gente trae ropa, pero haría falta más comida”, cuenta Ramos. En ese contexto detalla que para agilizar el trueque generan su propia moneda, con billetes de juguete a los que imprimen un sello. “Yo no le tiro a Macri ni a nadie, yo lo que veo es que la gente que no tiene sueldo no tiene para comer al mediodía. Hago parquizaciones, somos albañiles. No sé si el país se está recomponiendo, yo tengo hambre y no podemos seguir dándole mate cocido a los chicos”, explica.
El CTEP Córdoba reclama aplicación de la Ley de Emergencia Social y la Alimentaria. Para Rosalía Cáceres, de la filial Córdoba de la Confederación de los Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y miembro del Movimiento Evita “la situación en Córdoba es parte de la situación nacional que claramente se ha agravado a partir del aumento de los alimentos básicos, el aceite, los lácteos, la carne”. En esa línea afirma que la agrupación está gestionando en la ciudad 40 merenderos como paliativos a la crisis alimentaria. Y elevan el pedido legislativo para modificar esta realidad: “Estamos reclamando la Ley de Emergencia Alimentaria en el Congreso Nacional. Está aprobada la Ley de Emergencia Social desde diciembre, está reglamentada pero parcialmente aplicada. Hasta ahora eso se tradujo en un salario social complementario que cobran alrededor de 100 mil personas sobre un universo de trabajadores de la economía popular que estimamos en 4 millones. Ese salario de $4030 es el complemento que tiene que tener un trabajador de la economía popular, un complemento a un trabajo que se autoinventó ante la falta de empleo formal y que son changas en la construcción, desmalezamiento de terrenos, la agricultura familiar o el trabajo de las mujeres en merenderos”, detalla.