Cubrir el juicio a Roberto Carmona, el asesino de Gabriela Ceppi, para la entonces LV3 (hoy Cadena 3) fue una de mis experiencias profesionales más duras y motivadoras. Había que llegar temprano a la sala de audiencias donde la Cámara 5ª del Crimen lo juzgaría y la prensa tenía destinadas las primeras filas de bancos, detrás de la barandilla que dividía el espacio.
El acusado y su defensor se ubicaban en un escritorio a la izquierda de la sala; a la derecha la fiscalía que llevaba adelante la acusación; en el medio del salón una silla sobre una tarima donde se sentaban los testigos y al frente de todos, el estrado con los vocales de la cámara.
Detrás de los bancos de prensa, se ubicaba el público, conformado en gran medida por estudiantes de abogacía y, entre ellos, muchas jóvenes que seguían las alternativas del juicio. La entrada de Carmona a la sala de audiencias era esperada con mucha expectativa, todos los días, y cuando hacía su ingreso se escuchaba un rumor a nuestras espaldas. Sin dudas, el asesino despertaba extrañas y controvertidas sensaciones entre los presentes.
Mi ubicación era privilegiada, pues me encontraba a algo así como a dos metros de la mesa del acusado, lo cual me dio la oportunidad de mantener un par de diálogos con él. En todo momento me llamó la atención la frialdad de su actitud, que se reflejaba en una mirada ausente, como si no fuera consciente de sus actos y las consecuencias.
En la primera oportunidad que tuve le pregunté por qué lo hizo; me miró y me respondió: “¿Por qué hice qué?”. Violaste y mataste a Gabriela, le dije; giró su cuerpo y mirándome de frente, contestó: “Yo no hice nada de lo que me acusan, yo no fui”. Pero declaraste que sí lo hiciste, le recordé, y sin mirarme afirmó: “Son todas mentiras”.
La segunda vez que tuve contacto con él fue cuando una de las estudiantas que estaban detrás mío me tocó el hombro y me pasó un papelito, doblado en cuatro pliegues, para que se lo alcanzara a Carmona. Lo recibió su defensor y se lo entregó. Después que lo leyera, le pregunté que decía. “Es un teléfono”, me dijo y por primera vez se le dibujó una sonrisa en el rostro.
Durante el desarrollo de las audiencias pudimos conocer detalles macabros del hecho que, por razones éticas y humanitarias, no se dieron a conocer. Pero sí quedaron claras muchas de las alternativas que rodearon al crimen de Gabriela Ceppi. Entre otras, que Carmona había visto a su víctima en un boliche de Villa Carlos Paz, cruzaron algunas miradas y él quedó ‘impactado’ por la belleza de Gabriela.
Cuando ella y sus amigos se fueron, en un Fiat 600, los siguió en su Ford Taunus de color gris hasta el lugar donde se les había pinchado una cubierta y estaban detenidos en la banquina. Se detuvo adelante y les ofreció ayuda. Luego los amenazó con una pistola 9 mm, sacó la llave de arranque del Fiat y la arrojó lejos, entre los yuyos.
Obligó a Gabriela a subir al Taunus y se alejó del lugar. Se detuvo en dos oportunidades, en distintos sitios, para violar a su víctima. La segunda vez fue en un camino de tierra, cercano a la localidad de Toledo, a la vera de la ruta nacional 9. Allí sacó una carabina 22mm que llevaba en el baúl del auto y –pese a los ruegos de su víctima arrodillada– le disparó un tiro en el rostro para huir posteriormente en su auto. Gabriela quedó herida y murió desangrada.
Lo que siguió es conocido; huyó hacia Buenos Aires, donde el 11 de febrero de 1986 –casi un mes después del asesinato– fue detenido y desde Córdoba viajó una comisión policial para traerlo. Tuvo a los investigadores ‘paseando’ por distintos sitios hasta que finalmente dio a conocer el lugar donde había quedado el cuerpo de su víctima.
En aquellos días del juicio me hice una idea de lo que creí que era la personalidad de Carmona, en base a los hechos y las declaraciones de testigos y policías. Pero estaba equivocado y me lo hizo ver el abogado criminalista Carlos Hairabedian. En una charla de café opiné que Carmona era un tipo ‘frío, duro y peligroso’; Hairabedian dijo: “No, se equivoca, es un cagón. Mató a la chica por miedo, porque ella le dijo que lo iba a denunciar por haberla violado dos veces. La podría haber dejado abandonada en la ruta y haberse fugado, no pasaba nada, si lo agarraban lo iban a condenar por violación, pero se asustó y le pegó un tiro. Ahora es violador y asesino”.
El doctor Juan Manuel Ugarte, actual vocal de Camara 8ª en lo Criminal, fue quien instruyó la causa como jefe de Despacho del por entonces Juzgado de Instrucción de 1ª Nominación. Ugarte recuerda que le tomó declaración en el Cabildo, por razones de seguridad, y que Carmona quería declarar contra la opinión de su defensora oficial, la asesora letrada Matilde Verna de Capelletti.
En esa primera declaración, confesó tanto las violaciones cuanto el homicidio, pero después, cuando a su defensa la había asumido un abogado particular –el doctor Cangelosi– ya no declaró lo mismo.
En agosto de 1986, la Cámara 5ª del Crimen lo condenó a la pena de reclusión perpetua por asesinato, robos calificados reiterados y privación ilegítima de la libertad calificada. Por estos días, Carmona volvió a ser noticia.
Detuvieron a la pareja de Carmona por favorecer la fuga
La Policía de Córdoba confirmó la detención de la pareja de Roberto Carmona, quien el pasado 13 de diciembre se diera a la fuga en un violento raid y luego fuera recapturado, dejando como saldo la muerte de un taxista. Carmona había aprovechado el fervor mundialista, en pleno partido de Argentina y Croacia, para intentar huir.
Ángela Elizabeth Etudie (71) fue detenida por la Policía a instancias del fiscal de instrucción Horacio Vázquez. El funcionario la imputó por presunto “favorecimiento a la evasión”. El criminal se encontraba en Córdoba en el marco de sus salidas transitorias de la cárcel de Resistencia, Chaco, donde cumplía condena hasta ese momento.
Hospedado en la casa de su pareja, Carmona escapó de la vivienda durante la jornada en que Argentina derrotaba a Croacia. En la secuencia de violencia desatada desde que se fugó, asestó varias puñaladas (en el cuello y el tórax) al conductor de un taxi, Javier Bocalón. Fue atrapado por la Policía de Córdoba en barrio Villa El Libertador.
Desde 2014 Carmona gozaba del régimen de salidas transitorias cada cuatro meses, con el objetivo de ver a su pareja, ahora imputada y detenida. Ambos se conocieron en la cárcel cuando ella visitaba a uno de sus hijos.
Los seis guardiacárceles que conformaban la comisión del Servicio Penitenciario de Chaco para acompañar a Carmona en su estadía en la ciudad, están detenidos y también imputados por “favorecimiento de evasión”.
Carmona se encuentra en la cárcel de Cruz del Eje. Pesan sobre él los cargos de evasión, homicidio calificado criminis causae y robo calificado. El jueves pasado fue citado por la Justicia y se negó a declarar.