Ante el avance de la campaña de vacunación y, consecuentemente, la situación epidemiológica favorable, el Gobierno nacional decidió habilitar las actividades de turismo estudiantil desde el 1 de octubre, un enfático reclamo de los operadores del rubro. Suspendidas en 2020 por la pandemia, tuvieron una breve reactivación en marzo y abril de este año, pero luego fueron nuevamente inhabilitadas.
Tanto Bariloche como Córdoba –particularmente Villa Carlos Paz– ratificaron la decisión de la apertura respetando todos los protocolos y medidas biosanitarias para que los estudiantes puedan realizar sus viajes de manera segura.
Desde la Asociación Cordobesa de Agencias de Viajes (Acav), su vicepresidente Federico Maccio indicó a PERFIL CÓRDOBA que esta apertura tiene dos formas, “una es la de Córdoba, como provincia receptora de chicos cordobeses o de otros lugares del país que ya anunció la habilitación, y otra es la de Bariloche –que es el otro polo turístico grande de esta actividad– que estaría por hacerlo en estos días”.
“Las expectativas en general son buenas y sobre todo que se empiecen a brindar los servicios a los que se comprometieron los distintos prestadores”. Esto tiene relación con los contratos firmados en 2019 y 2020 que no pudieron concretarse y que se deberían comenzar a cumplir en octubre próximo.
Servicios contratados.
El tema pasa por la ejecución de los servicios acordados a una determinada tarifa que se van a realizar casi dos años después, con otros valores y costos. Al respecto, Maccio estimó: “Esos valores ya fueron ajustados desde el origen del contrato o (los operadores) se tienen que hacer cargo de los costos históricos, por eso tememos que pueda haber algún problema. Esto significa que el operador turístico cobró $10.000 por un servicio que hoy cuesta $30.000 y le pagó al hotel $1.000 por día con pensión completa y ahora ese servicio cuesta $5.000”.
“Otro ejemplo: el transportista cobró $50 por kilómetro y ahora ese costo es de $150 por kilómetro, no le alcanza ni para el combustible. Entonces se transforma en un problema no solo para la agencia sino para toda la cadena comercial. Por eso estamos expectantes de que pueda haber cimbronazos, con servicios que no se presten o que se den pero no con los planes contratados originalmente: en vez de un lomo con papas noisette del programa original, les den un pancho”, evaluó.
Una de las empresas más importantes de Córdoba era Eilat pero no está más en el mercado y, debido a los volúmenes que manejaba, en el sector tienen temor que “genere algún ruido” por los incumplimientos de los viajes vendidos.
Palabra de operador.
Al respecto, este diario consultó a Gustavo Beggiato, de Beggia Turismo, quien manifestó: “Hay un movimiento interesante, no como en niveles de prepandemia, pero sí con muchas consultas y bastantes cierres de operaciones con grupos, sobre todo del estudiantil primario y en las sierras de Córdoba, que es nuestro segmento. Lo que está un poco complicado todavía es Bariloche para secundarios”.
–¿Tenían viajes vendidos en 2020 que no se pudieron hacer?
–Sí, pero recordemos que hubo una reapertura en marzo y abril de este año y algunos de esos viajes se pudieron hacer, pero luego se cerró de nuevo y quedaron grupos que saldrán ahora junto con otros que se vendieron para este 2021, que son muchos más de los que yo esperaba, en realidad. A nosotros nos habían quedado pendientes los viajes de unos 150 chicos que los sacaremos ahora y se contrataron viajes con varios colegios más, que nos permitieron incrementar las ventas en un 200%, en nuestro caso. Pero vale la aclaración; nosotros somos una agencia no muy grande, pero el cierre de la principal operadora, muy grande (Eilat), no permitió capitalizar parte de los volúmenes de esa empresa.
–¿Cómo hace para cumplir ahora con un contrato firmado en 2020 a determinados valores, con otros costos superiores?
–Esos costos se triplicaron, pero no les cobramos un peso más a los chicos, nos bancamos el desfase de costos. Esos son los riesgos que se corren en este negocio, pero así hemos captado muchos colegios. Mantener la empresa abierta con todos los empleados me costó lo que había podido capitalizar en 35 años de trabajo, pero mantuve la estructura y al que vino a pedir la devolución de la plata se la devolví, por eso no tuve ningún problema.
–Esa actitud implica ganar mercado.
–Y, mirá, yo estoy todos los días en la agencia. Hay empresas que vienen de otro lado y se instalan acá a vender; si los clientes tienen algún problema, no saben con quien hablar, no saben dónde está el dueño. Yo vendo un viaje a un colegio y si tienen algún problema, los padres vienen acá y me encuentran para solucionarles ese problema. Eso fue lo que pasó durante la pandemia: todos los que compraron sus viajes por las páginas web, después no tuvieron a quién recurrir. Nosotros le reprogramamos el viaje a un pasajero hasta cinco veces y ese pasajero volvió y va a volver, porque sabe que hay alguien que le va a solucionar el problema.
–Y durante la parte más dura de la pandemia, ¿cómo hizo?
–Hubo tres formas de enfrentar la pandemia: una, cerrar definitivamente como hicieron muchas; achicarse, trabajar desde su casa y suspender a los empleados, y otro grupo de agencias, no sé cuántas, decidimos permanecer abiertas, mantener la planta de personal y pelearla. Nos ayudó tener la empresa ordenada desde el aspecto financiero y con la Afip.
–¿Recibió alguna ayuda estatal?
–Sí, el hecho de tener la empresa ordenada y con todo en regla me permitió acceder a todas las ayudas que se brindaron. El ATP, luego los Repro y algún otro programa que se ofreció, fueron de gran ayuda. Hace un año recibí más de un millón de pesos que me permitió superar el momento más duro de la pandemia.