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Consumos de drogas y salud pública

“El estado debe asumir que el usuario existe y no estigmatizar”

Lo dice Ezequiel Arrieta, médico e investigador de CONICET, integrante del colectivo de divulgación científica El Gato y la Caja. La muerte del rosarino Pablo Rielo en Forja durante una fiesta electrónica abrió el debate.

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Arrieta: “Como humanidad consumimos drogas desde hace mucho tiempo y se va a seguir haciendo”. | Cedoc Perfil

—Siempre que se produce una muerte por consumo de drogas ilegales se instala el tema. Como divulgador, ¿cuáles te parecen que son los errores más frecuentes en el tratamiento del tema?
 —Cuando pasa una muerte asociada al consumo de éxtasis, lo primero que se tiende a pensar es que fue culpa de la persona y a la sustancia cuando, en realidad, la causa es más profunda. En un sistema prohibicionista, la persona que quiere consumir drogas ilegales nunca sabe qué es, es vulnerable, no como los usuarios de alcohol o tabaco. Está demostrado que la muerte por consumo de MDMA (éxtasis), en contextos controlados, es baja. El dato que menciona David Nutt -el “Batman” de las políticas de drogas a nivel mundial que estuvo a cargo de la división de toxicología en Inglaterra- es que es mucho más seguro consumir éxtasis que andar a caballo. En este caso, si tomó 9 litros de agua en un rato y si tomó MDMA cortada con anfetaminas, no supo qué era y no tenía información de cómo actuar porque no hay que híper hidratarse. Cuando consumís alcohol, te dicen que lo hagas con moderación y que no manejes ebrio, y no hay tabú en mencionarlo. Pero cuando tomás éxtasis, desde el Estado no se hace una campaña para que te mantengas hidratado y no tomés tanta agua de golpe. En un paradigma prohibicionista, la educación sobre drogas es tabú. 
—En Sobre Drogas ustedes dicen que el “problema de las drogas” debe ser abordado desde la Salud Pública y contemplar los Derechos Humanos en la solución. ¿Cómo describirías esa perspectiva? 
Como humanidad consumimos drogas hace un montón de tiempo y se va a seguir haciendo. Negar esta realidad es vendarse los ojos y patalear como un nene caprichoso. En lugar de buscar una visión basada en las fuerzas de seguridad, el Estado debe, de acuerdo a lo que dicen los organismos de salud como Naciones Unidas, asumir que el usuario existe y no darle la espalda, no estigmatizarlo. Y al mismo tiempo, generar contextos en los cuales la gente no caiga en consumos problemáticos, que llevan a la adicción y a problemas familiares, de salud, etc. 
—Sin embargo, muchos de tus colegas no marcan una diferencia tan estricta entre el consumo recreacional y el problemático. El primero se señala como el iniciador del segundo. ¿Cómo lo ves? 
—No es un camino de ida del cual no podés volver nunca más. Con el alcohol tenés una probabilidad mayor de generar adicción que con la marihuana y, sin embargo, hay quienes lo consumen recreacionalmente. Es una visión simplista que no contempla todas las variables contextuales en juego en una adicción: antecedentes familiares, el stress, red de afectos, desempleo…
 —Si el prohibicionismo no funciona, ¿cuáles serían las propuestas para el diseño de políticas públicas actuales para el tratamiento del consumo y la adicción? 
—Hay que opinar en base a la evidencia científica y no en lo que pensamos que debe ser. También, entender que el problema en sí no es la gente adicta que tiene consumos problemáticos (con drogas legales e ilegales), que son menos del 10% de los consumidores. Entonces, si solo hablamos de resolver el problema de drogas enfocándonos en ellos, le damos la espalda al otro 90%. Hay algunos programas que se están desarrollando en el marco de cómo pensamos el desarrollo social, la inclusión y la oferta de oportunidades a los jóvenes. Se debería generar una educación sobre drogas acorde a evidencia científica: transparente, abierta, que refleje la experiencia de los usuarios y no basada en la abstinencia. Sí se debe mencionar que el primer consumo se debe retardar lo mayor posible, no durante la adolescencia. La educación sobre drogas debería seguir la misma dirección que siguió la educación sexual: de una cosa de adultos donde la solución es la abstinencia a una situación en la cual el consumo es considerado como algo que sucede y no darle la espalda, sino buscar la manera de que sea responsable para reducir daños y riesgos asociados.

La mirada estatal

Gigena Parker: “Mientras más inaccesibles sean, mejor”

En entrevista con PERFIL Córdoba, el psiquiatra Darío Gigena Parker, Secretario de Prevención y Asistencia de las Adicciones de la Provincia, comenta que la primera comunidad terapéutica pública se inaugurará en agosto del año próximo en la ciudad de San Francisco. Además, están acondicionando uno de los pabellones del Hospital Colonia de Santa María de Punilla, para que cumplan la misma función. 
Son parte de la Red de Adicciones de Córdoba (RAC). La perspectiva contempla cuatro niveles: el preventivo, los centros ambulatorios de tratamiento especializado, el de internación y el de rehabilitación psicosocial, donde entran los nuevos centros. 
Gigena Parker señala que están activos en los barrios: “La Secretaría tiene equipos que van todos los días a los barrios a dictar talleres con un equipo psicosocial que hace las primeras escuchas, para hacer la acción preventiva”; así como en la provincia con la atención ambulatoria. 
“Las mujeres y adolescentes son las poblaciones de más alto riesgo y no tienen casi oferta asistencial”, advierte el secretario y menciona que en Córdoba el consumo es similar a cualquiera de las otras grandes ciudades de Argentina: “Los indicadores de que hay un problema es que se triplicó el consumo de marihuana, aumentó 2,5 el consumo de cocaína en los últimos siete años, y el consumo de alcohol se da cada vez en edad más temprana y son más mujeres”
El secretario menciona que no deben darse “miradas inocentes”. “Cuando la persona pasó del consumo recreacional a la adicción es una situación dramática que requiere especialistas”, asegura. Y en relación a la distinción, agrega: “Para nosotros no existe un consumo no problemático en la adolescencia y en la niñez. A veces confundimos criminalización con despenalización o legalización y no es lo mismo. Nos preocupa la salud de la población. Y vemos, por ejemplo, que el impacto concreto de la campaña del cannabis medicinal fue la promoción del consumo y no su concepción como medicina. Por eso lo tomamos igual que al alcohol o al tabaco: mientras más inaccesible sea y más prevenida y educada esté la población acerca de la nocividad de esto, mejor, porque es menos carga para la salud pública. Hay que enfrentarlo sin miradas demasiado ideologizadas o posiciones extremas, porque las consecuencias del consumo de drogas no son predecibles ni controlables”, concluye.