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CóRDOBA
DIANA MAFFIA

"El feminismo es un modelo de activismo que produce tensiones"

Fue Defensora de Género en diario Perfil hasta septiembre pasado. Pionera en ocupar un cargo de este tipo en nuestro país, acaba de recibir el Honoris Causa por parte de la UNC.

Diana Maffía
FEMINISMO. “En el primer Encuentro Nacional de Mujeres que se realizó en 1986 éramos mil. El último encuentro, que hicimos en La Plata tuvo más de 200.000 participantes”, dice Maffía. | Mariano Solier

La Universidad Nacional de Córdoba reconoció a la doctora en Filosofía por su trayectoria tanto en la gestión pública como en la académica. Diana Maffía ocupó el cargo de Defensora de Género en diario Perfil desde el 23 de septiembre de 2018 hasta el pasado agosto, siendo la primera mujer en ocupar un puesto de estas características en Argentina.

Actualmente, dirige el Observatorio de Género en la Justicia del Consejo de la Magistratura de la ciudad de Buenos Aires y es docente de la cátedra de Filosofía Feminista en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA).

En diálogo con PERFIL CORDOBA, la filósofa hizo un recorrido por la gesta del movimiento feminista en nuestro país y abordó cuestiones vinculadas al género en los medios de comunicación.

—Fue pionera en ocupar un cargo de Defensa de Género en nuestro país, ¿cómo ve que ha evolucionado este tema hoy en los medios?
—Fue un privilegio que me convocaran desde Perfil para llevar adelante algo que no tenía antecedente en nuestros medios escritos. Y fue una iniciativa que inmediatamente permeó hacia otros medios de comunicación, ya que en pocos meses otros diarios comenzaron a anunciar que iban a tener editoras de géneros.
Pero la edición de género es un trabajo distinto al que yo hacía, que era una columna de defensoría, que lleva ahora adelante Mabel Bianco. En otros medios encuentro que es más difícil modificar la mirada general sobre la edición. Sí hay agregados: más protagonismo de mujeres o evitar determinados tipos de denominaciones; pero hace más de 10 años que las comunicadoras vienen trabajando sobre cómo deben comunicarse determinados tipos de hechos vinculados a la violencia hacia las mujeres, por ejemplo.

—Comparado con otros países de Latinoamérica, el movimiento feminista argentino es el más masivo de la región, ¿a qué se debe?
—El movimiento acá es muy fuerte desde hace mucho pero la visibilidad es más reciente. Pensemos que tenemos Encuentros Nacionales de Mujeres desde 1986. Yo estuve en el primero, éramos mil mujeres. El último encuentro en La Plata tuvo más de 200.000.
Creo que la posibilidad de desarrollo de un movimiento así depende también del resto de las condiciones sociales. Hay países en América Latina con una enorme desigualdad y donde el riesgo que se corre es muy alto. Doy dos ejemplos: uno es el de Berta Cáceres en Honduras y otro es el de Mariel Franco en Brasil; las dos dirigentes feministas ambientalistas, preocupadas por los recursos naturales. Ambas fueron asesinadas por los gobiernos de sus países. Entonces, corriendo ese tipo de riesgos, evidentemente no se va a hacer tan visible el activismo como en nuestro país.

—En un movimiento tan grande y heterogéneo, ¿cuál cree que debería ser el norte?
—Si pensamos en un norte pensamos en personas dirigiéndose de manera lineal a una meta. Y ese es un modelo de activismo que no es el que sigue el movimiento de mujeres. Me parece que estamos simultáneamente proponiendo alternativas en una enorme diversidad de frentes. No todas tienen que ver con normas ni son interpelaciones al Estado, también hay revisiones acerca de nuestras relaciones emocionales, de la vida cotidiana y familiar. No hay un camino lineal con una meta única, incluso muchas veces estos caminos diferentes producen tensiones sobre las estrategias.

—¿Cuál es su opinión respecto a los escraches?
—Tienen un aspecto positivo y uno que deberíamos revisar. El positivo es poder decir qué nos pasó y con quién, y encontrar a través del uso de la tecnología aquella comunidad que nos crea y que nos abrace. Se calcula que de cada mil casos de abuso, cien son denunciados y de esos cien solo uno tiene una sanción, de manera que pensar en una vía judicial para tramitar este tipo de experiencias es muy ardua.
Pero lo más crítico está en acusar a una persona y aislarla, porque hay una penalidad punitiva sobre esa persona. Estos son temas del derecho penal: por qué se castiga, de qué manera y qué resultados tiene ese castigo. La justicia previamente da la posibilidad de defensa y esto no ocurre con el escrache, donde inmediatamente hay una sanción. La persona no tiene la oportunidad para defenderse y aún cuando se le diera la oportunidad, al extenderse en las redes una acusación, después eso no es reversible. Hay muy pocos casos -pero los ha habido- de acusaciones falsas, incluso con resultados fatales. Estas no son formas democráticas de penalización. Tenemos que pensar sobre cuáles son las formas de reparación que nos resultan aceptables dentro de este mismo movimiento feminista en el que animamos a que las mujeres a las que les pasa algo a que puedan denunciarlo. Pero el punitivismo rara vez es una forma de reparación.