El domingo pasado falleció el saxofonista, cantante y compositor argentino Willy Crook, tras pasar 15 días internado producto de un accidente cerebro vascular sufrido en junio. Dejó un legado impresionante de funk y música soul condensado en 11 discos propios y en una cantidad de colaboraciones con parte de lo más granado del rock nacional. Estaba nominado a los premios Gardel 2021, en la categoría música electrónica.
En el invierno de 1996 vivía en el Alto Valle de Río Negro y Neuquén. Una fría noche de ese invierno, apareció el hermano de un amigo que vivía en Buenos Aires con un casete que tenía un funk sensual y solvente como nunca había escuchado compuesto por un argentino. Era ‘Big Bombo Mamma’, primer disco solista de quien, por esa época, se empezaba a autodenominar ‘el embajador del funk y del soul en Argentina’, el gran Willy Crook.
Una especie de dandy vernáculo, pero con aires del arrabal porteño. Esa música nos adentraba en una mezcla envolvente de sonidos tan sólidos y tan sensuales, en un tipo de black music que, hasta ahí, no se había escuchado hecha acá.
El embajador del funk en Argentina
Eduardo Guillermo Crook Pantano, más conocido como Willy Crook, había nacido en Villa Gesell en 1965 y a los 14 años ya estaba pateando Buenos Aires y viviendo sus calles, con una intensidad que coqueteó muchas veces con el exceso.
A su manera, vivió el descontrol del under porteño en el retorno a la democracia y fue parte de grabaciones y conciertos de grupos y músicos emblemáticos del rock ‘argento’: Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Sumo, Los Abuelos de la Nada, Riff, Los Encargados y Charly García, entre otros. Esa heterogeneidad de bandas y estilos muestra su heterodoxia y el respeto que le tenían, aun siendo muy joven, ya que ese raid de colaboraciones arranca cuando contaba apenas con 20 años.
Él mismo decía que se fue de los Redondos porque sus ideas musicales no tenían cabida en el grupo comandado por los egos del Indio Solari y de Skay Beilinson. Era bastante lógico, ya que la estética de Willy Crook iba por otros carriles, los mismos del gran trompetista Marcelo Rodríguez (conocido como Gillespie), y jazzeros como los guitarristas Valentino y Patán Vidal.
Sin embargo, el estallido de su groove lisérgico y esa estética como de ‘crooner’ melancólico del subdesarrollo solo llegaría al despegue con huella propia, en el primer disco solista en 1995 y luego junto a los míticos Funky Torinos, desde el tercer disco, en 1997. Antes de eso, hubo un momento significativo en su devenir artístico: cuando se fue a Madrid y formó la agrupación Lions in Love (junto a los argentinos Daniel Melingo y Guillermo Piccolini), además de empezar a trabajar como DJ. Era el instante previo al estallido del acid jazz y del trip hop de Bristol (Inglaterra). Eso le permitió descubrir no solo a Jamiroquai y a Soul II Soul, sino también adentrarse en la vida y obra del padre del funk (James Brown), y además de sucesores del calibre de Sly and the Family Stone, mítico grupo del funk lisérgico de fines de los años ‘60 hasta mediados de los ‘70 que, a la postre, devendría en su principal influencia.
El fuerte vínculo con Córdoba
Desde que en 1998 se presentó en ‘El Mariscal’, Crook desarrolló un fuerte vínculo con Córdoba, alternando noches buenas y otras no tanto, sobre todo por los avatares de su particular humor y sus estados de ánimo. Entre otros pubs, tocaba con frecuencia en Arte Club 990, Club Paraguay y Gondwana, el mismo lugar que hoy es Arepera y donde estuvo por última vez, hace apenas un par de meses.
Aquí tocó con notables bandas del funk y el soul local con las que supo grabar y dejar su impronta musical: la Funky Animal Orchestra y Reverend Sons of, grupo que era según su opinión de lo mejor que había visto en vivo. También colaboró junto a cantantes de voces deliciosas como Yaz Álvarez, Mel Poblé y Juano Maldonado.
Willy Crook también tenía otra veta: hacía columnas de black music en radio. Durante un par de años colaboró en ‘Sintonía Fina’ (lunes a viernes, de 20 a 22, por 102.3 FM Más que música), programa conducido por Pau Candi.
Se nos fue Willy Crook, dejando su impronta en toda la black music argentina, no solamente en el funk y el soul, sino también en el jazz, el acid jazz y hasta en artistas de hip hop y DJs. Nos queda su enorme legado musical.