A orilla de los Alpes suizos, con paisajes idílicos que combinan cristalinos lagos con cerros imponentes de blancos picos nevados, se encuentra el poblado de Schmerikon. A unos 50 kilómetros de la pujante Zurich y a poco menos de dos horas de Berna, la capital del país, está ubicada esta comuna de 3800 habitantes que tiene como particularidad que cuenta con un intendente argentino, casado con una cordobesa. Se trata de Félix Brunschwiler quien a los 19 años partió hacia el país europeo y que el pasado jueves estuvo en Córdoba, en una cena organizada por la Fundación Liberar. Allí, Brunschwiler contó cómo llego a ser funcionario helvético, dio una breve reseña histórica del país y puntualizó algunas prácticas estatales que hacen a Suiza, uno de los países más respetados por la comunidad internacional.
“Hasta los 19 años viví en Argentina y luego me fui a Suiza por historia familiar. Me recibí de Ingeniero Civil, formé un familia y me quedé a trabajar allá”, narra el profesional a PERFIL CORDOBA y contó que llegó a ser intendente “por una serie de casualidades”. “Siendo ingeniero, trabajé en el sector privado en temas ecológicos, principalmente en aquéllos vinculados al saneamiento de las aguas y al tratamiento de efluentes, ese tema era muy técnico. En esos 10 años que trabajé en el Cantón, que es como una provincia aquí, pude ver como es la función pública y me empezó a gustar. A mis 50 años debí definir para donde seguir mi vida y opté por este camino. Me interesaba llevar adelante a un municipio desde la parte operativa”, agregó y comentó que la manera de elegir a un intendente, gobernador o hasta el presidente, en Suiza es muy diferente al resto del mundo con algunas características que en Argentina resultan difíciles de comprender. “Los partidos políticos se unen en un consejo y en vez de competir entre ellos, los partidos definen los requisitos que debe tener un intendente y definen cuál es el mejor candidato para el puesto. Es como una especie de selección de postulantes. El intendente debe tener una serie de conocimientos, estar capacitado. Una vez que el consejo define al intendente, luego la gente debe aprobarlo”, detalló. “En Suiza el componente político es mucho menor a cualquier lugar del mundo, es muy poco. Allá un intendente sólo se ocupa de la gestión. Como ingeniero me gusta hacer cosas y llevar adelante negocios para el municipio, no fui a fomentar mi ideología”, destacó y comentó que allí la “oposición” es el mismo ciudadano. En caso de que el pueblo no esté de acuerdo con alguna medida, se organiza un referéndum y se la deroga.
En medio de una importante serie de diferencias que Brunschwiler enumeró durante la charla, el intendente nacido en estas tierras también tiene cuestiones para destaca de Argentina. “El arte aquí es muy importante, los paisajes, el agro que tiene un potencial enorme. Acá hay una historia palpable que se ve en sus ciudades. Me gusta ver la arquitectura de aquí, la cual muestra que hubo mucha riqueza. Lamentablemente decayó mucho pero espero que Argentina vuelva a esa grandeza. El mundo no entiende porque Argentina está como está. De todas maneras debo decir que a los argentinos les falta autoestima, yo mismo se los digo personalmente que no sean tan críticos que a veces no es para tanto. Si uno va al sur de Europa, la situación allí no se ve mucho mejor que en Argentina”, remarcó.
Respecto al porqué del presente de un país como Suiza, Brunschwiler responde rápido como si estuviera esperando la pregunta cuya respuesta sale de inmediato. “Un concepto básico que tiene el suizo es no preguntar que tiene la sociedad para mí, sino qué puedo aportarle yo a la sociedad. La gente se siente comprometida en participar de la sociedad y mejorarla, y no esperar que puede obtener de ella”, completó.