En medio del conflicto que derivó con la
semana completa sin transporte urbano de pasajeros en la ciudad, los gobiernos
de la provincia y el municipio estuvieron faltos de reacción y terminaron con
reproches mutuos. O incluso, apuntando en varias ocasiones al poder judicial, a
la interna gremial y a la Nación.
El viernes 2 de este mes, cuando comenzó
el conflicto, un concejal del oficialismo prefirió tirar todas las responsabilidades
a la disputa que se vivía puertas adentro de UTA por la intervención del
gremio. Misma estrategia que eligieron, hasta comenzada la semana pasada, los
principales funcionarios del Palacio 6 de Julio. El paro de transporte se les
vino encima, pero en lugar de contrarrestarlo -o buscar las posibilidades que
existían de hacerlo-, prefirieron dejar todo en manos de la lucha interna del
gremio.
Recién el martes, con un reclamo que ya
se había instalado y había dejado a 350 mil usuarios sin transporte, el
intendente Ramón Mestre salió a cuestionar a los choferes con un discurso naif
y criticado no solo por la oposición sino también por algunos funcionarios
cercanos al propio titular del Palacio 6 de Julio. “Les digo a los choferes,
pero les digo en serio…” dijo Mestre en una conferencia de prensa que contó con
transmisión en vivo de los programas de la mañana cordobesa.
En la previa al discurso, al intendente
le habían aconsejado encarar de una manera la problemática y decidió una
totalmente opuesta. Motivo de objeciones puertas adentro de los principales
despachos de la Municipalidad.
Igual, no fue la única jugada fallida.
En medio del paro, lanzó un programa de taxis y remises a 15 pesos por pasajero
y la chance de que el servicio sea compartiendo el trayecto entre varias
personas. No fue solución. Fracasó y abrió la puerta a otra discusión: pero
esta vez con taxistas y remiseros.
La
Provincia. En
el ámbito del Gobierno provincial, las primeras expresiones fueron de Omar
Sereno, el Ministro de Trabajo que se enfrentó a los delegados y puso el
enfrentamiento con Marcelo Marín en un clima álgido. Atentos a esto, sobre el
final de la semana varios funcionarios de El Panal habían decidido apartar al
titular de la cartera de Trabajo que recuperó protagonismo ya el sábado.
En tanto, los responsables de seguridad
de la provincia también jugaron sus fichas durante el conflicto. Diego Hak, el
secretario de Seguridad, enfrentó a los empresarios al manifestar que las
condiciones estaban dadas para que salieran los coches a trabajar y que era por
eso que responsabilizaba a los socios de las empresas del no cumplimiento del
servicio. En Coniferal, perseguidos por el fantasma de Ciudad de Córdoba,
decidieron salir con los directivos arriba de los coches ante el temor de que
alguien empujara el final de la concesión.
El jueves por la noche, la reunión de
urgencia en El Panal, que se había dado 24 horas antes, repitió despacho pero
con la Municipalidad en la mesa. Allí, la foto de Martín Llaryora junto a
Mestre y Marcelo Cossar, arrojaba una frase en conjunto: “la pelota la tiene la
Nación”, y pedían soluciones de Trabajo y Transporte desde Buenos Aires.
A esa altura, la ciudad era un caos. El
gobernador Juan Schiaretti, de vacaciones hasta anoche, siguió el conflicto
pero no interrumpió su descanso como antes había pasado con el derrame en Taym.
La clase política, tanto opositores como oficialistas, entraron en el juego de los gremios y dejaron a los usuarios sin un servicio básico durante toda una semana.