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CóRDOBA
TESTIGO DE LA HISTORIA

El recuerdo en primera persona de la quema de la Casa Radical

Nora Díaz vivió desde adentro los sucesos de junio de 1995. Relata el miedo que padeció durante aquella jornada. Junto a un grupo reducido de trabajadores padeció la violencia dentro de la sede del centenario partido. “Apagamos las luces y nos escondimos debajo de los escritorios al ver cómo avanzaban los manifestantes. No sabíamos qué hacer, pero teníamos mucho miedo”, recuerda hoy la actual secretaria de la junta electoral.

Nora Diaz
NORA DÍAZ. Recuerda que vivió con mucho temor los sucesos de 1995. “Nos encerramos en el segundo piso”, señala. | Fino Pizarro

Viernes 23 de junio de 1995, una fecha enmarcada en la historia de Córdoba. Y también en la de Nora Díaz. Se vivían días muy agitados, cuando la crisis socioeconómica que padecía la Provincia se encontraba en su máxima ebullición y aquel día tuvo un desenlace violento con las protestas callejeras.  El combo era complejo: enfrentamientos entre policías y manifestantes, heridos, más de un centenar de detenidos, daños a comercios: un caos.

En ese contexto, abundaban las dudas sobre la continuidad del gobernador Eduardo César Angeloz, quien mantenía una batalla dialéctica con el entonces ministro de Economía de la Nación, Domingo Cavallo. La palabra “conspiración” se escuchaba en Córdoba. Nada de esto le era ajeno a Nora Díaz, que en aquellos días trabajaba en el segundo piso de la Casa Radical, en la Secretaría Electoral. Claro que jamás imaginó lo que estaba por vivir durante esa jornada.

“Yo estuve ese día”, le cuenta a PERFIL CÓRDOBA. Ese viernes, en medio de las protestas y tras lanzar bombas con morteros, un grupo de manifestantes aprovechó que no había custodia policial, tomó por asalto la Casa Radical e incendiaron la planta baja.
Destrozaron elementos de la fachada, rompieron el busto de Hipólito Yrigoyen y quemaron elementos de la biblioteca.

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Díaz, catamarqueña de Andalgalá, llegó a Córdoba en su adolescencia y en esos días tenía 35 años. “En ese momento estábamos acá, en el segundo piso –relata en la Casa Radical–, sentíamos ruidos de vidrios que se rompían, de puertas que caían y ya sabíamos que estaban quemando cosas en la calle. Se veía desde la ventana la manifestación, las corridas, se escuchaban los gritos. Y también veíamos piedras que volaban, que caían en las ventanas. Aunque no estábamos cerca de la calle, llegaban las piedras a las ventanas del segundo piso”.

Cuando los activistas tomaron el edificio, en el lugar había 11 personas, todos trabajadores y miembros del partido Radical. En el segundo piso, donde estaba Díaz, se encontraban cinco personas.

¿Qué hicieron? “Eduardo Ibáñez, Armando Benavidez y algunos más estábamos en la Secretaria Electoral. Yo era la única mujer. Sentíamos esos ruidos, golpes fuertes y nosotros no teníamos otra salida que no fuera por la escalera o el ascensor. No hay otra salida y no sabíamos que podía pasar. Los hombres corrieron los muebles de los ficheros contra la puerta y nos metimos todos debajo de los escritorios. Yo tenía un miedo terrible. Los mayores fueron los que decidieron que teníamos que cerrar y escondernos. Apagamos las luces y nos quedamos ahí, esperando, no sé qué...”, relata esta trabajadora que comenzó a militar en el partido en 1987 y desde 1991 se desempeña en la Casa Radical. De hecho, aún trabaja allí y actualmente es secretaria de la junta electoral de la UCR.

Fueron minutos eternos. Muchas cosas le pasaron por la cabeza. En su hogar, su hija Nadia, que tenía 8 años, lloraba; su esposo, Eduardo, salió corriendo hasta la Casa Radical y fue uno de los tantos partidarios que se quedaron luego, varios días, cuidando el edificio; su mamá no paraba de llamar por teléfono. Pero nadie atendía. “Los teléfonos sonaban en las oficinas pero nadie se animaba a atender: no queríamos que los manifestantes supieran que estábamos ahí”, recuerda con pena.

Es que los días posteriores tuvo mucho miedo de volver a trabajar. Inclusive ahora, cuando ve vallas alrededor del edificio, siente temor y le resulta imposible no recordar aquellas horas tristes y también históricas que vivió Córdoba.

 

  • "Me genera mucha tristeza recordarlo"
  • “Nunca supimos quiénes fueron. Los que entraron estaban todos encapuchados, con la cara cubierta. Ser parte de esa historia fea, en plena democracia, me genera mucha tristeza”, expresa Nora Díaz. En aquellos días tras esos episodios hubo un centenar de detenidos, investigaciones y muchos rumores. Sobre el grupo de atacantes se dijo que formaban parte de una “conspiración”; por otro lado, se acusó a grupos de izquierda y anarquistas, incluso se dijo que “chicos de la calle” habían recibido dinero para participar de ese suceso que aún se recuerda en Córdoba.