Los frenéticos días que se vivieron en diciembre del 2001, cuando Argentina atravesó su peor momento institucional desde el retorno de la democracia, todavía siguen frescos. Al cumplirse 20 años de aquellos hechos, Juan Pablo Cossutta lanzó “38 días, del corralito a la devaluación” (Ediciones Recovecos) y que recrea, lo que sucedió en ese corto lapso de tiempo que terminó con la renuncia de Fernando de la Rúa y la sucesión de presidentes que llegó después. En realidad, el libro va un poco más allá: analiza el desenlace político con el trasfondo de un modelo económico que se fue extinguiendo en un momento bisagra en la historia del país.
A pedido de PERFIL CÓRODBA, Cosuutta analizó el rol del por entonces gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota, en su intento de llegar a la presidencia de la Nación, tras la renuncia de De la Rúa y los convulsionados días que le siguieron, con 5 presidentes en 12 días y el peronismo jugando un rol clave en el desenlace de la crisis.
“El peronismo había ganado las elecciones de medio término en octubre y eso los envalentonó y muchos creían que era el momento de gobernar el país. Y a eso hay que sumarle que la Alianza no previó las consecuencias de la renuncia de Chacho Álvarez. Muchos creían que se habían sacado un peso de encima, pero los debilitó”, refiere Cossutta, añadiendo que “mi punto de vista es que el peronismo no hizo un golpe, pero algunos de los principales referentes tampoco hicieron demasiado para rescatar al gobierno de De la Rúa”.
Consultado por el rol de De la Sota en esos días, asegura que “al formar parte de una de las provincias más grandes, el entonces gobernador jugó fuerte, aunque hay que destacar que siempre lo hizo pidiendo que el nuevo Presidente fuera elegido a través del voto”.
En el libro queda de manifiesto la feroz disputa que mantuvo con Adolfo Rodríguez Saá, antes que de éste asumiera la presidencia (que duraría solo una semana). “Se vivía una especie de realismo mágico en el gobierno de Rodríguez Saá, con un aire demasiado optimista que se empezó a apagar con un cacerolazo porque los problemas continuaban y la gente veía que no había ninguna salida”, sostiene Cossutta.
El principal reclamo de los gobernadores peronistas, con De la Sota a la cabeza, es que Rodríguez Saá “había roto el pacto” de gobernar solo por tres meses y confirmar fecha de elecciones. “Por el contrario, anunció el lanzamiento de un plan para crear 1 millón de puestos de trabajo y otras medidas de fondo por lo que todos se preguntaban si se trataba de un gobierno de transición o si había llegado para quedarse”.
“Cuando Rodríguez Saá se siente acorralado y convoca a los gobernadores a Chapadmalal, encuentro al que De la Sota no asistió, el puntano fue intransigente con el cordobés. De hecho, en su discurso posterior a ese encuentro, lo culpa de haber vaciado la reunión en la que los gobernadores peronistas tenían que legitimar a Rodríguez Saá, que ya estaba desgastado pese al poco tiempo que llevaba en el poder”, añade.
Así recrea Cossutta ese encuentro fallido el 30 de diciembre del 2001:
-Me apoyan o me voy, dice Rodríguez Saá.
-No te apures, lo llamo yo al Gallego, sugiere Maza (Ángel, gobernador de La Rioja), mientras marca el número del cordobés.
-Gallego, tenés que hablar con el Adolfo, dice que si no tiene el apoyo de todos los gobernadores, renuncia.
-Pasame con él.
El presidente agarra el teléfono:
-Mirá Gallego, o me apoyan o me voy. No voy a ser el forro de ustedes.
-Antes, cumplí y confirmá las elecciones de marzo.
Cortan al mismo tiempo.
Rodríguez Saá va a su habitación. (Ramón) Puerta intenta frenarlo, pero lo intercepta el hermano del presidente. (Sergio) Acevedo sale al jardín para hablar con su jefe.
-Va a renunciar, le adelanta a (Néstor) Kirchner.
-En la habitación, el presidente le confirma a su hermano que todo ha terminado:
-Nos volvemos a San Luis.
En su discurso de renuncia, Rodríguez Saá ataca sin contemplaciones a De la Sota. “Salvo los gobernadores peronistas de Formosa, Salta, San Juan, San Luis, Buenos Aires, Misiones y La Rioja, los demás me han quitado el apoyo. Especialmente el gobernador de Córdoba, que priorizó la interna partidaria a los intereses de la patria”.
Sin Rodríguez Saá en el poder, De la Sota queda solo en su pelea para que haya elecciones. De hecho, cuando emerge la figura de Eduardo Duhalde, la situación es diferente. “De la Sota no tiene la misma beligerancia con Duhalde respecto a la que había tenido con Rodríguez Saá. De hecho, cuando Duhalde asume le pide que interceda ante Fernando Henrique Cardoso para que apoye su gobierno y De la Sota se compromete a hacerlo”, añade Cossutta.
“Después, llegó el apoyo de Duhalde a De la Sota, que no despegó en las encuestas; la famosa frase de Reutemann, que se llevó a la tumba, respecto a que había visto algo que no le gustaba y que se bajaba de la pelea por la presidencia, por lo que Duhalde opta por Kirchner”, destaca Cossutta.