La mortalidad infantil bajó un 40% en la última década en Córdoba y en 2021 se ubicó en 6,5 por cada mil nacidos vivos. El indicador que describe la cantidad de fallecimientos de bebés que ocurren entre el nacimiento y el primer año de edad, es un factor fundamental para entender la salud general de una población, debido a que varios de los factores que contribuyen a las muertes de estos niños también afectan la salud de la población en general.
El dato alentador para las autoridades sanitarias es que los números se mantuvieron en franco descenso en la última década: en 2011, la mortalidad infantil se ubicaba en 10,7 cada mil nacidos vivos. Más cerca en el tiempo, los indicadores reflejan que en 2019 fue de 7,4; en 2020 fue 7, y en 2021, 6,5, con un total de 288 muertes, 20 menos que en 2020 (308).
Marcela Yanover, directora de Maternidad e Infancia, explicó en diálogo con PERFIL CÓRDOBA que la Tasa de Mortalidad Infantil (TMI) es “un indicador socio sanitario que muestra muchas cosas. Refleja el acceso que tiene la gente al sistema de salud, a la parte nutricional, a la protección. Trasluce un trabajo que va más allá del número en sí”.
“Cuando se logran estos índices, estas tasas, son logros colectivos que dependen de mucha gente, de muchos niveles de atención, de maternidades que reciben madres con embarazos de distintos niveles de complejidad. Además, gran parte de la mortalidad infantil tiene que ver con la salud de la mujer, previo a embarazarse y durante el embarazo. En Córdoba se trabaja mucho en estas etapas”, resaltó Yanover.
El último número conocido pertenece al 2021, un año principalmente signado por la pandemia. Sin embargo, para Yanover el contexto que se vivió durante ese lapso no impactó de manera considerable en este análisis. “Durante la pandemia al principio hubo muchas personas que no concurrieron a controlarse, por tal motivo se trabajó mucho para que los controles de embarazos y de niños no se abandonaran. Teníamos temor por lo que iba a pasar y a pesar de todo la tasa fue bajando”, completó.
Causas. Entre a las 10 primeras causas de fallecimiento en menores de un año, el 81% estuvieron relacionadas a causas perinatales, es decir vinculadas a la atención del embarazo, parto y recién nacido: prematurez, retardo del crecimiento intrauterino, neonatos afectados por complicaciones maternas del embarazo, el síndrome de dificultad respiratoria, infecciones, hipoxia intrauterina y asfixia perinatal, entre otras. En tanto, las malformaciones congénitas representaron el 19%, siendo las cardíacas las más frecuentes. Con una mirada hacia al futuro, Yanover apuntó a continuar bajando este indicador, aunque reconoció que a medida que la TMI baja, se hace cada vez más difícil reducir números.
“Vamos hacia una tasa cada vez menor, pero mientras más se baja se hace más difícil. Van quedando las causas duras de mortalidad, que son las más difíciles de disminuir y tienen que ver con la prematurez y las malformaciones congénitas”. La profesional indicó que para evitar embarazos adolescentes, que luego pueden llegar a derivar en partos prematuros, una línea de trabajo es el fortalecimiento de la salud sexual y reproductiva que, a través de una mayor disponibilidad de información y métodos anticonceptivos, favorece embarazos elegidos, planificados y cuidados.
Política de estado. El ministro de Salud provincial, Diego Cardozo, consideró que la baja en los últimos años “no es solo resultado de una política sanitaria, es una política de estado. La tasa de mortalidad es un indicador duro de cómo está el desarrollo del sistema de salud de una provincia o de un país. Tiene que ver con el cuidado de la mamá, la atención que va a tener esa mujer que va a dar a luz. Las condiciones que va a tener el niño hasta el primer año, regular bien el lugar donde crecen esos chicos, auditando las maternidades y que cumplan con las normativas de la Cone –Condiciones Obstétricas y Neonatales Esenciales–, y que esa criatura tenga la respuesta adecuada del sistema”, señaló.
"En 2016, Alejandra Vigo era la secretaria de Equidad y Promoción del Empleo y junto a los equipos de Salud se generó el programa denominado Protección de la embarazada y su bebé, por el que identificamos a las embarazadas más vulnerables y las insertamos en el sistema de salud. También estaba la actual ministra Laura Jure en esas acciones. Allí identificamos a las embarazadas más pobres, para que esa mujer se haga los controles y poder acompañar y detectar algún tipo de patología durante el embarazo”, comentó.
Y agregó: “Se hizo un trabajo no solo para introducir a las personas gestantes al sistema sino que también había ayuda económica: la mujer se podía incluso atender en la parte privada para que les sea fácil el acceso, luego accedían al programa ‘Más leche, más proteína’, en el que se les daba la leche maternizada. En definitiva, todo un conjunto de políticas públicas que después de 5 años da este resultado”, destacó el funcionario.