A comienzos de 1900, antes de descubrirse la estreptomicina, la tuberculosis tenía un solo tratamiento: buscar un clima seco que beneficiara, por acción de la naturaleza, a quien tuviera esa enfermedad. Así fue que vinieron a vivir a las Sierras de Córdoba familias enteras. Y se construyó el enorme hospital Domingo Funes, en 1939, por donación de Susana Funes, hija de Domingo, en Villa Caeiro, pasando Carlos Paz, que actualmente es un centro polivalente de gran prestigio al pie de las sierras.
También se creó el hospital Colonia Santa María de Punilla en esa localidad, dedicado a la atención de la salud mental.
Fue en hospitales como estos, que Lola se convirtió en leyenda. Cuando el norteamericano Melville Bagley se fue a vivir a Buenos Aires, trabajó en una farmacia y creó un licor en base a naranjas que lo llevaría a ser millonario: la Hesperidina. Y luego, la galletita más deliciosa y natural de todas: la galletita Lola.
Sin conservantes, se usaba en los hospitales para desayunos y meriendas y las enfermeras, a su paso, las repartían entre los pacientes en las salas de internación, mientras desde las blancas camas todos alzaban sus manos pidiendo ese casi mágico bizcocho dulce, que era para ellos una verdadera alegría.
Es que todos querían su Lola. Y los más allegados a las enfermeras intentaban pedir una ración más generosa de lo que era habitual. El reparto de las Lola era, pues, un acto importante, casi una celebración religiosa pagana y la enfermera de turno una suerte de suma sacerdotisa.
Es que solo muerto un paciente no podía querer semejante golosina. Solo en shock se podía dejar de levantar la mano reclamando esa dulce ración. Por eso, la frase “este ya no quiere más Lola” se transformó entre enfermeros y médicos en sinónimo de que un enfermo internado había fallecido o ya no respondía a ese deseo imparable de consumir tan dulce farináceo.
La expresión salió de los hospitales, ganó las calles y se transformó en Argentina en una afirmación de que alguien ya se ha rendido ante una gran adversidad. Es que en los hospitales, esos lugares en donde tantos niños llegan a la vida, muchas veces las que nacen son las expresiones populares, esas que hacen más fácil y divertida la vida.
(*) Autor de cinco novelas históricas bestsellers llamadas saga África.