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CóRDOBA
TRES PROCESADOS

Generaban facturas truchas con el robo de claves fiscales

Las vendían para evadir el pago de impuestos. A una damnificada le cambiaron su condición ante Afip, sin su consentimiento, y la perjudicaron.

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ENGAÑO. Una mujer fue víctima de fraude por más de tres millones de pesos mediante la alteración de su condición ante la Afip. | Cedoc Perfil

—Vos tenés para entrar en Castro, M. S.?

—Sí.

El escueto diálogo integra las escuchas telefónicas que se ordenaron desde la Justicia y que prueban el esquema de trabajo que habían consensuado tres personas que acaban de ser procesadas por asociación ilícita fiscal y alteración dolosa de registros. Son Ricardo Esteban Cupper y los contadores Raúl Horacio Molina y Rubén Daniel Sánchez.

Según el juez federal Ricardo Bustos Fierro, Cupper se encargaba de obtener claves fiscales pertenecientes a diferentes personas, entre los cuales había extranjeros con poco conocimiento en materia fiscal.

Molina y Sánchez, al tener conocimientos en materia contable, modificaban contraseñas, manipulaban datos y actividad ante la Afip de los contribuyentes. Generaban facturación de empresas fantasma en concepto de servicios prestados a nombre de otras firmas verdaderas con el fin de evadir impuestos.

Se presume que a partir de esta actividad habrían generado una verdadera usina de facturas truchas que vendían, a la vez, a otros clientes para que consignaran en sus declaraciones juradas los créditos fiscales, que de esa forma reducían el débito fiscal correspondiente. Así se consumaba la evasión.

También se pudo establecer en la investigación judicial que utilizaron a personas físicas para el cobro de cheques, realización de trámites, números de CUIT y claves fiscales. Además de dictar el procesamiento de las tres personas antes mencionadas, el juez trabó embargo sobre sus bienes por $1 millón. Una de las damnificadas fue la expareja de Cupper.

Según declaró la mujer, la convenció de generar una empresa a su nombre a cambio de pagarle $1.000 semanales. Fue así que cedió sus datos. Resultó engañada y padeció numerosos inconvenientes porque, sin su consentimiento, modificaron su situación ante Afip y pasó de ser monotributista a trabajadora autónoma, con la consecuente inscripción en el Impuesto al Valor Agregado y en el Impuesto a las Ganancias.

Con su nombre se emitieron facturas por más de $3,2 millones. La mujer fue dada de baja del régimen del monotributo, perdió la posibilidad de librar las facturas por sus servicios y de percibir su sueldo.