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CóRDOBA
JUAN ARGAÑARAZ (INSTITUTO GULICH)

“Hablar de ‘salame’ es banalizar las causas de los incendios”

El Instituto Gulich de la UNC cartografió las zonas afectadas.

Juan Argañaraz
JUAN PABLO ARGAÑARAZ. El investigador destacó que la ventaja de ver los mapas está en reconocer los patrones que se repiten para evaluar qué intereses pueden haber detrás de los fuegos. | Cedoc Perfil

diente de la UNC, y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) elaboraron la cartografía de los incendios ocurridos en las sierras de Córdoba desde 1987 a 2018. La imagen es desoladora. En esos 31 años, el fuego aniquiló el 57,9% de bosque nativo. Se reportaron 9.210 fotos que quemaron más de 1,6 millones de hectáreas: es el equivalente a la superficie de 28 ciudades de Córdoba.

La consecuencia imaginable es una profunda alteración del ecosistema, flora y fauna, con los efectos nocivos al ambiente que explican inundaciones arrasadoras y sequías extremas, entre otros efectos.

Mapa de incendios
CARTOGRAFIA ELABORADA POR EL INSTITUTO GULICH

PERFIL CÓRDOBA entrevistó a uno de los investigadores del Instituto Gulich, Juan Pablo Argañaraz. El diálogo discurrió entre la importancia de sistematizar los datos y mostrarlos, hasta la forma en que se plantea el trabajo preventivo.

–¿Qué muestra la cartografía de incendios en las sierras de Córdoba?

–Las condiciones de los lugares que se incendian y otras cuestiones que no podemos ver con información satelital, pero que se podría trabajar en terreno, consultar a los pobladores locales para saber quiénes usan fuego como una herramienta de manejo frecuente, por ejemplo. En muchos casos el fuego se usa como una herramienta de manejo ganadero, el pajonal duro va acumulando materia muerta en pie. Rebrota anualmente la parte central pero no es nutritivo para los animales entonces se lo quema y el rebrote sí es nutritivo, por eso es una práctica común.

–Es un beneficio para el ganado pero, ¿qué implica para el ambiente?

–Perdemos cobertura de suelo por erosión. Hay trabajos hechos sobre cómo el fuego y la ganadería contribuyen al avance de las rocas y se pierde capacidad de captación de agua, que es un recurso crítico para la provincia.

–¿Las sierras chicas son las más quemadas?

–En particular desde La Calera hasta La Cumbre.

–¿Por qué se usa el fuego para cambiar el uso de suelo?

–Es de bibliografía. Sabemos que se utiliza como una herramienta que facilita la tarea. El fuego es más barato que entrar con una máquina. La zona de sierra no se transforma en tierra agrícola, pero con el fuego se va abriendo el bosque, eso favorece que haya pasto y beneficia al ganado. Sabemos que hay ganadería en todas las sierras.

–¿Qué indica la reiteración de fuegos en los mismos lugares?

–Que hay alguien que prende fuego. La gran mayoría de los incendios son antrópicos. Ahora, si uno mira el mapa, la zona alrededor de La Calera tiene una frecuencia altísima. Ahí hay buenos argumentos para pensar que hay fines inmobiliarios porque están bien ubicados. En otros lados puede ser la ganadería.

–¿Cómo evalúan la gestión de prevención y manejo del fuego?

–Qué pregunta complicada. Es difícil, yo no conozco qué actividades se hacen sobre prevención. Lo que a mí no me convence es la publicidad, hablar de ‘cavernícola o salame’. Es una banalización de las causas: no se habla de los otros intereses. No estamos exentos de alguien que quiere hacer daño. Pero la ventaja de ver el mapa es que si uno mira el patrón, como por ejemplo la urbanización de Carlos Paz hacia Cosquín, está pintada de rojo, es decir hay una frecuencia alta de incendios. Es para sospechar que hay intenciones inmobiliarias. En el caso de la Reserva de La Calera es intocable, pero si se quema, al quedar tan degradada, puede haber argumentos para sacrificarla y urbanizarla. El año pasado, que tuvimos restricciones y controles, hubo menos ‘salames y cavernícolas’ dando vueltas. Sin embargo, fue un año para el olvido.