“Una linda jugadita, por amor de Dios”… Más de un hincha de Belgrano habrá hecho propia en los últimos tiempos aquella súplica que Eduardo Galeano inmortalizó en “El fútbol a sol y sombra”. En aquel libro, el escritor uruguayo –dicho sea de paso, declarado socio honorario Nº 22.220 del club de barrio Alberdi en 2008– se asumía como “un mendigo del buen fútbol” que suplicaba porque un milagro se produjera adentro de los campos de juego.
Pasaron 15 partidos, tres entrenadores y 31 jugadores diferentes (casi tres equipos completos) desde el retorno del Pirata a la segunda divisional de la AFA, y sus simpatizantes siguen esperando que el prodigio suceda.
Una floja campaña (dos triunfos, nueve empates y cuatro derrotas) dejó a la “B” sin la chance de jugar la Copa Argentina 2020 y, lo que es peor, más cerca de la amenaza del descenso al Torneo Federal A que de la expectativa de luchar por los dos pasajes disponibles para viajar a la Superliga.
¿La tercera será la vencida? A Ricardo Caruso Lombardi le toca la tarea de lograr lo que ni Alfredo Berti ni Julio Constantín pudieron: encontrarle la vuelta a un plantel desequilibrado y sin demasiadas variantes, donde lo que abunda no es precisamente la creatividad. ¿Puede ser Gabriel Peñalba ese jugador diferente que le dé al equipo el salto de calidad que no ha tenido para clarificar sus acciones ofensivas? Es evidente que no alcanza con el remañido libreto de avanzar con laterales, carrileros y/o extremos –o el goleador Pablo Vegetti desbordando y tirando centros- y volantes voluntariosos pero sin capacidad innata para marcar un desnivel.
El árbol y el bosque
“Ninguno de los técnicos ha encontrado un referente, una manija, un jugador que se haga cargo de la pelota. Peñalba puede llegar a ser una pieza importante, pero más allá de un conductor Belgrano necesita tener una idea de juego”, sostiene el ídolo celeste Luis Ernesto Sosa.
“Creo que es un jugador que puede aportar algunas pinceladas, pero nadie le va a cambiar la cara al equipo solo. Aquí la materia pendiente es el juego asociado, los pases, el toque, que todos sepan lo que hay que hacer”, añade “Chiche” sobre el flamante refuerzo del Celeste.
“Es importantísimo contar con un futbolista que pueda meter un pase entre líneas o colocar una pelota de gol, pero ante todo se necesita tener una idea general y lograr un acople entre las diferentes líneas”, destaca Sosa.
Si bien no es el clásico enganche, Peñalba tiene características que lo hacen “distinto”. A pesar de ser un jugador alto (1,93m) posee buena técnica (lo más parecido a Juan Román Riquelme cuando pisa la pelota y amaga) y un respetable remate de media distancia. Tiene 35 años y viene de jugar en Veracruz, club que fue desafiliado de la liga mejicana y dejó en libertad de contratación a la mayoría de sus futbolistas. Belgrano es su décimo equipo, ya que también defendió las camisetas de Quilmes, Cagliari de Italia, Argentinos Juniors, Lorient de Francia, Estudiantes de La Plata (fue campeón en 2010 con Alejandro Sabella como DT), Tigre, Cruz Azul de México y Las Palmas de España. En inferiores también vistió las casacas de San Lorenzo, Boca y Deportivo Morón.
“A Belgrano le ha faltado generación de juego. El equipo no ha tenido claridad de tres cuartos de cancha hacia adelante y eso lo ha hecho dependiente de las virtudes individuales de sus delanteros. No es algo aislado. Tiene que ver con las reiteradas búsquedas de mejorar rendimiento y resultados y los cambios de entrenadores”, destaca Germán Martelotto, otro talentoso que jugó en el Pirata.
“En el caso de Peñalba me perece que el DT no debería apuntarle a que sea el salvador y sí un engranaje más. Puede ser útil por manejo y experiencia pero no lo veo como alguien de quien Belgrano deba depender. Siempre digo que al equipo lo salva el equipo”, puntualiza “el Tato”.
La “10”, un emblema a la deriva
Miguel Laciar, Bernardo Patricio Cos, Raúl de la Cruz Chaparro, Miguel Batalla, Germán Martelotto, Carlos Alfredo Guerini, Juan José López, Julio César Villagra, Roberto Monserrat, Luis Sosa y Franco Vázquez son algunos de los grandes jugadores que en Belgrano vistieron la camiseta “10”, la que identifica a los talentosos.
Aunque se desempeñaba como delantero, Matías Suárez fue el último referente que llevó ese número, heredado por el opaco atacante Diego Mendoza en el primer semestre de 2019.
En los 15 encuentros del actual certamen de Primera Nacional, seis jugadores diferentes lucieron la casaca de los distinguidos: Gerónimo Tomassetti, Leonardo Sequeira, Cristian Techera, Gastón González, Maximiliano Lugo y Nahuel Luján.
¿Un dato? Desde su debut profesional con Quilmes, en 2005, Peñalba nunca utilizó el dorsal “10”.