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CóRDOBA
ELVIO GANDOLFO

"Hubo un retroceso con el gobierno y no creo que les interese la cultura"

En el marco de un breve festival literario, Elvio Gandolfo pasó por Córdoba. Habló sobre sus proyectos, el oficio del traductor y las políticas culturales uruguayas y argentinas.

ElvioGandolfo
EN CÓRDOBA. Gandolfo habló de su libro: “Vivir en la salina, cuentos completos”, publicado por la editorial cordobesa Caballo Negro. | Fino Pizarro
El autor de "Mi mundo privado" y "Ómnibus", entre otros, reparte sus días entre Montevideo y Buenos Aires. Amante de los viajes y de los bares, aunque no precisamente en ese orden, participó la semana pasada de un evento junto al escritor cordobés Martín Cristal, con quien conversó sobre la compilación de sus cuentos publicados por Caballo Negro Editora: “Vivir en la salina: cuentos completos (1970-2016)”.

—¿En qué estás en materia de escritura?
—Hace unos meses que no escribo. Tengo un libro muy largo interrumpido que terminaré alguna vez. Y terminé uno que hacía como seis años que no seguía y publicaré cuando llegue el momento.

¿Publicás con editoriales distintas por alguna razón en particular?
—Si yo consiguiera una editorial con la que pudiese editar todo, sería maravilloso.  Pero ese momento no llega. El libro que terminé me gustaría editarlo con Tusquets Editores porque quedé muy conforme con cómo hicieron “Mi mundo privado”.

En materia de traducción, ¿estás haciendo algo? 
—Siempre. Ahora estoy trabajando en el cuarto tomo de una tetralogía fantástica de Lene Kaaberbol (autora danesa, dedicada al género fantasía); traduje hace poco un cuento largo de H. P. Lovecraft. Y ahora me encargaron una traducción de "El fantasma de Canterville" (Oscar Wilde).

¿Qué tiene que tener un traductor a la hora de hacer su trabajo?
—Conocer bien los dos idiomas, no solo el original. Además, ajustarse -de acuerdo con sus capacidades- al texto original, tratar de reproducir lo que yo le llamo “la galaxia”, porque a veces hay algún error de sentido o lo que fuera, pero si eso está bien, la traducción funciona.

Wislawa Szymborska decía que la suerte de los autores en otros países estaba muy echada al rol de los traductores…
—Claro. Yo en general lo tomo como un trabajo, no me apasiona demasiado teorizar sobre eso. Sí trato de hacer lo mejor posible de acuerdo con el original. Después, los que opinan si está bien o no, son los lectores. En mi caso, si hay una buena traducción, prefiero leer la traducción, no leo el original.

¿Qué buenos traductores argentinos reconocés? 
—Uno es Marcelo Cohen. Otro es Marcial Souto, que tradujo mucho a (Ray) Bradbury y está traduciendo para Libros del Zorro Rojo. Es un maestro, como traductor es muy bueno. 

¿Cortázar era un buen traductor?
—Más o menos. Yo hice una traducción de (Edgar Allan) Poe y tomé los cuentos de él: había pegadas y desastres mezclados. Inclusive Borges metía la pata a veces, pero era un capo, porque hacía eso que yo te digo: construía casi mejor que el autor la constelación original del texto.

Nos llegan muy pocos autores uruguayos acá… 
—Sí. Pero eso pasó siempre. Y es recíproco: se conocen pocos argentinos allá. Ahora logró salir un autor uruguayo, Daniel Mella, que acaba de publicar, con Eterna Cadencia, El hermano mayor. Y Felipe Polleri, que en Mar del Plata editará ¡Alemania, Alemania!, un libro excelente.

Te movés mucho entre Uruguay y Argentina, ¿cómo ves las políticas culturales de ambos países?
—En Argentina, hubo un periodo largo, que fue el del kirchnerismo, que articuló algo que en el peronismo es excepcional: mucha inversión en cultura, bastante bien realizada. En Montevideo, el Frente (Amplio) ha sido el mejor, el que más ha gastado en cultura, aunque a mi juicio la gastó muy al “boleo”: la pegó a veces y a veces no. Además, el apoyo a la cultura estaba mucho mejor articulado acá que allá. Ahora, ha habido una especie de retroceso con el gobierno nuevo y no creo que la cultura sea lo que más le interesa.-