La decisión del gobernador Juan Schiaretti de prescindir de una fórmula presidencial está vinculada a una lógica inaugurada dos décadas atrás, en la que el peronismo vernáculo ha tenido acercamientos y alejamientos del Gobierno central, como parte de una estrategia que le permitió hacerse fuerte en la provincia para permanecer en el poder.
Esta postura tuvo sus costos, como resignar representación legislativa, perder autonomía en el armado de las listas de candidatos o tener conflictos con el flujo de fondos nacionales hacia la provincia. Unión por Córdoba. El 20 de diciembre de 1998, José Manuel de la Sota ganó por primera vez la gobernación con Germán Kammerath como vice, a través de la flamante coalición Unión por Córdoba (UPC), liderada por el justicialismo y sumando a partidos más chicos, principalmente de centro derecha.
Ese fue el inicio de una etapa de hegemonía peronista en Córdoba que perdura hasta hoy y que se mantendrá al menos hasta 2023. Se condensan en tres períodos del fallecido De la Sota y tres más de su socio político y actual mandatario Juan Schiaretti.
A nivel nacional, el PJ inició también un período de tres presidencias que comenzaron con el gobierno de Néstor Kirchner en 2003 y culminaron en 2015 tras dos mandatos consecutivos de su esposa, Cristina Fernández. A lo largo de estos años, el peronismo de Córdoba mantuvo una relación compleja y fluctuante con las administraciones kirchneristas.
Esto no solo se evidenció en el envío de recursos sino también a nivel político-ideológico, es decir en las improntas de cada gestión y en el armado de listas para los diversos comicios legislativos. Al apelar a un discurso de “defensa del interés local”, UPC, casi siempre, obtuvo buenos resultados electorales, relegando al kirchnerismo en un distrito que siempre le fue esquivo en las urnas. Aún así, por necesidades mutuas o conveniencias coyunturales, hubo acercamientos y confluencias, pese a las etapas de férreo enfrentamiento entre ambas administraciones. Buenos vecinos.
En los primeros años del gobierno de Néstor Kirchner, pese a las diferencias políticas e ideológicas con De la Sota, hubo una buena sintonía política. En las elecciones de 2003 y 2005, los candidatos K y los de UPC no dividieron listas y el peronismo cosechó una buena cantidad de votos en las urnas cuando eligieron legisladores nacionales.
Denuncia, apoyo y unidad. En 2007 la polémica elección provincial del 2 de septiembre marcó el contexto para las legislativas de ese año, ya que terminó con una ajustada victoria de Schiaretti sobre Luis Juez por el 1,17%, lo que generó denuncias por presunto fraude electoral.
El apoyo del kirchnerismo se dividió en relación con los resultados, aunque finalmente, desde la Nación se respaldó al gobernador electo. Por ese gesto, en octubre de ese año se conformó una lista unificada con sello del Frente para la Victoria, excluyendo el nombre de UPC. La relación entre el gobierno cordobés y la presidenta Cristina Fernández inició un proceso de desgaste político y grandes diferencias en materia de gestión y envío de recursos.
Las aguas se dividen. El 28 de junio de 2009 se concretaron las elecciones legislativas en todo el país y en esta oportunidad, las sendas del peronismo cordobés y el nacional se bifurcaron. Los comicios ocurrieron a un año del rechazo en el Senado a la resolución 125, que buscaba imponer retenciones móviles a las exportaciones agropecuarias. Esto había generado un extenso conflicto entre la Nación y el campo, en el que la administración cordobesa se pronunció a favor del agro.
Nace el ‘Cordobesismo’. El 2011 fue un año particular para la relación entre el PJ cordobés y nacional. El 7 de agosto De la Sota fue elegido por tercera vez como mandatario provincial con el 42,6% de los votos. En plena disputa con el gobierno central por los fondos coparticipables y de la Caja de jubilaciones, esa misma noche, en su discurso victorioso, el exgobernador introduce formalmente el término “cordobesismo”, para diferenciar al peronismo local del nacional, conducido por Cristina Fernández.
Una semana después, el 14 de agosto se celebran las primarias y el peronismo cordobés estrena la ‘boleta corta’, sin adherir a ninguna fórmula presidencial. El resultado no fue bueno, ya que la lista de UPC cosechó solo el 6,74% de los votos.
Pocos días después, De la Sota anuncia que “baja” la lista y decide no competir en las elecciones generales. Para algunos, esta decisión se relacionó a la mala performance obtenida con la boleta corta; para otros, en cambio, formó parte de un acuerdo para favorecer la fórmula presidencial de Cristina Fernández, en respuesta a la determinación del kirchnerismo de no participar de la puja electoral provincial. Los resultados fueron claros: De la Sota consiguió más del 42% de los votos y Cristina fue reelecta con un histórico 54%, lo que marcó la mejor elección del kirchnerismo en Córdoba.
En 2013 continuó la división y se profundizaron las diferencias, entre ambas administraciones que tensaron su relación cada vez más desgastada. A nivel electoral volvieron a competir con listas separadas.
En 2015 ambos partidos llegaron nuevamente en malos términos políticos con un enfrentamiento abierto entre el Gobierno de Córdoba y el nacional lo que se vio reflejado en las elecciones presidenciales cuando Córdoba se convirtió en uno de los bastiones del triunfo de Cambiemos. En las elecciones legislativas, el peronismo obtuvo el 21,12% de las adhesiones mientras que el FPV obtuvo el 18,10.
La era Macri. Con la llegada de Mauricio Macri a la presidencia en 2015, Juan Schiaretti entabla una buena relación política con él y encara un rumbo decididamente opositor al kirchnerismo en la interna partidaria nacional. En esas condiciones, UPC obtiene el 30,48% de los votos logrando que ingresen Martín Llaryora, Alejandra Vigo y Paulo Cassinerio; mientras que el kirchnerismo con el 9,71% de los votos logró que sea electo Pablo Carro. Este año, nuevamente el gobernador Schiaretti jugó fuerte en el armado opositor interno del peronismo buscando darle volumen político a Alternativa Federal como espacio peronista no kirchnerista.
Los acontecimientos de las últimas semanas, cuando ese sector perdió a varios de sus dirigentes de mayor peso, hicieron que finalmente Schiaretti impulsara de nuevo una boleta corta, dejando en libertad de acción al peronismo cordobés para optar entre las fórmulas presidenciales que llevan integrantes justicialistas.