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CóRDOBA
'ANITA CÁMARA'

"La foto es mi memoria"

Ana Santa Cruz sufrió dos ACV que le dejaron secuelas en su memoria. Para no olvidar a sus hijos se dedicó a la fotografía.

Anita Camara
CLICK. “Hay mucha gente que me conoce que no sabe que me pasa esto con la memoria”, cuenta Santa Cruz. | Gentileza Karen Videla

Anita lo confiesa: tuvo miedo de no recordar a sus hijos. Sufrió dos ACV isquémicos, uno en 2007 y otro en 2015. El último la mantuvo en coma
durante 11 días, por lo que su cuadro parecía muy difícil de afrontar, la alimentaban por sonda y le costó mucho la rehabilitación. Sin embargo, sintió el apoyo de familia y amigos y al tiempo se repuso. Pero le quedaron secuelas. No se logra captarlas fácilmente, porque no fueron físicas, no están visibles, sino que están en la memoria.

Me afectó en la memoria. No perdí la memoria vieja, sino la nueva. Lo que leo no lo recuerdo, no retengo. No recuerdo los nombres por más que esté con esa persona todo el año. Recuerdo, sí, las caras, pero no sus nombres. Antes yo trabajaba de maestra jardinera, y era agosto y todavía los alumnos tenían que tener el cartel con sus nombres en el guardapolvo, porque no los recordaba. O les ponía nombres de dibujitos animados para identificarlos”, relata Ana Santa Cruz. Y aunque le da timidez contar su historia, una vez que empieza a hablar, las palabras le salen en abundancia; es más, hasta se inventa palabras. Se ríe cuando se da cuenta.

Con su primer ACV empezó a olvidarse los nombres y los números. Ya con el segundo se hizo una grieta mayor y le fue más difícil recordar. Le afectó más y ahí entro en escena el miedo. El neurólogo le recomendó que hiciera algo que le gustara. Y desde niña, motivada por su papá José, le encantaba el mundo de la fotografía.

Lo cierto es que Anita tenía miedo de perderse el crecimiento de sus hijos Thomás y Joaquín. Su papá le sacó fotos por doquier a Thomas para que ella recordara. “Los primeros pasos de Toto los vi por fotos”, le cuenta a PERFIL Córdoba. Pero con Joaquín el temor era mayor. En ese momento él jugaba al fútbol en el club Las Flores y optó por comenzar a retratarlo jugando. Y dejar en imágenes fotográficas el crecimiento de sus hijos, para poder tenerlas presente. Y eso le abrió un mundo nuevo. En la actualidad es popularmente conocida como ‘Anita Cámara’, hasta su mamá María le decía así. “Desde el 2011 me reconozco como Anita Cámara, todos me llaman así”, dice riéndose. Es que comenzó a dedicarse de lleno a ser reportera en eventos deportivos. Primero con el fútbol acompañando a su hijo, luego entró a los medios, actualmente está en Cronómetro en cero y en Prensa del club General Paz Juniors, y también retrata imágenes en partidos de tenis, handball, básquet, patín, y sueña con algún día cubrir el Rally.

“La fotografía es mi memoria y me curó”, confiesa visiblemente emocionada al relatar su historia. Y agrega: “Sacando fotos estoy en mi mundo. Me pongo los auriculares y me centro en la cámara y no hay más nada… Además, la fotografía me lleva por muchos momentos, el crecimiento de mis hijos, la complicidad con mi viejo y mi vieja. Me emociona del lado de no perder la memoria, y también cuando le saco fotos a chicos que están en Córdoba y tienen a sus padres lejos y a través de esas fotos pueden seguirlos. Es tan lindo unir a la familia a través de una foto. Es muy gratificante”.

Anita vive en barrio Jardín, trabaja en la Subdirección de Infancia, Juventud y Familia de la Municipalidad de Córdoba, en la parte de documentación de niños. Previo a su segundo ACV se llevaba “el trabajo a la casa”. Y en el trabajo tuvo el ataque. “Estamos tan acelerados y no nos damos cuenta. Y el cuerpo te avisa, a mí me dijo basta. Y necesitamos nuestro cuerpo para poder abrazar. Y encontré en la fotografía mi cable a tierra, y me gusta enseñar cómo me enseñó mi papá”, reflexiona.

anita camara

“Cuando te pasa algo así el mundo se te viene abajo; y tenía a mi hijo chico y tenía miedo de no recordar sus cosas importantes”.

Dar y recibir

La historia de Ana Santa Cruz tiene muchísimos capítulos. Entre los que se destacan la solidaridad. En el 2015, poco antes de su segundo ACV, hubo un tornado que afectó al barrio donde vivía en aquel entonces. Ella, junto a su esposo de ese momento, optaron por alojar a más de una decena de personas en su casa por un tiempo. Parecía una locura. “Ayudé sin esperar nada”, cuenta. Pero la vida tiene sus vueltas. Al tiempo su casa, aquella que había albergado a gente sin techo, se incendió y perdió todo. Sus hijos fueron hospitalizados. Ella se quedó cuidándolos en el sanatorio. Y cuando volvió, a los siete días, la gente del barrio había levantado su casa nuevamente. “Unas de 45 personas estuvieron arreglando mi casa, ayudando. Tenía muebles nuevos, y hasta puertas le habían puesto a habitaciones que no tenían puertas. Fue increíble. Todo vuelve.”

Anita Camara