La pelota en sus pies y todo es más feliz. Ella sonríe cuando está jugando al fútbol. El mundo pasa con sus contextos y coyunturas, mientras esta niña corre detrás de una pelota. Tiene 12 años y hace cosas que llaman la atención. Por eso, detrás de la línea de cal, mucha gente se acerca sólo para verla jugar... Jugar, jugar, Alegra juega a la pelota y cautiva.
Alegra Risso es de la localidad cordobesa de Freyre. Y desde ese pueblo de poco más de 6200 habitantes llama la atención del “mundo futbolero”, ya que tras destacarse en 9 de Julio, pasó a Unión de Santa Fe, y siendo una niña ya debutó en la Primera del equipo femenino del club santafesino. Pero como si eso no fuera mucho, en las últimas dos semanas estuvo entrenando en el predio de AFA, ya que fue preseleccionada para los combinados juveniles de Argentina sub-15 y sub-17. ¡Toda una sensación Alegra!
El origen de su amor. Desde pequeñita Alegra Risso jugó a la pelota. En la plazoleta, imaginando a los árboles como arcos o en el jardín de infantes. Tal es así, que le pedía a su maestra que se pusiera al arco para que ella le pateara penales. A Darío y Mariela, los padres de Alegra, les llamó la atención eso. A Macarena, su hermana mayor también. Incluso la maestra los motivó a que la llevaran a jugar al club 9 de Julio. Y fue. Y no sólo fue y jugó, sino que se destacó entre los otros nenes. Eso sí, no podía jugar partidos oficiales. La liga no se lo permitía. A ella no le importaba. Sólo quería jugar, amistosos o entre amigos, disfrutar el juego.
“Al principio medio como que chocó un poco. Nunca me esperé que mi hija quisiera jugar al fútbol. Pero ahora ya nos acostumbramos y la llevamos a todos lados. Ella desde chica anda con una pelota en el pie. Todo lo aprendió jugando con los amiguitos”, le cuenta a PERFIL Córdoba el padre de Alegra.
A propósito, César Carignano, ex delantero de Colón, América de México, entre otros equipos, además seleccionado nacional en el 2003 y también freyrense, resaltó: “Alegra ama el fútbol desde siempre. Lo sueña pero también se anima a vivirlo con su familia acompañando. Y ese desafío hace rato, más allá de su joven adolescencia, viaja regularmente a Santa Fe. En Unión, la pelota le ha sonreído y la ha estimulado a seguir, como su familia la estimula viajando a su lado, haciendo un esfuerzo que solo el amor tolera”.
Albirroja y Albiceleste. Desde hace poco más de ocho meses ya no juega en el club del pueblo, ya que ahora milita en el “Tatengue”. Viaja, junto a sus padres, todos los fines de semana desde Freyre a Santa Fe.
Primero la invitaron a jugar con chicas de su edad. Pero rápidamente se destacó y a los días le dijeron que la subían a la Reserva. Y ahí también resaltó, y el año pasado debutó en la Primera de Unión, jugando con chicas mucho más grande que ella. Aunque ahora, nuevamente, está jugando en la divisional Reserva. También, en noviembre del 2018, jugo en la Selección de la liga santafesina en el Torneo Desarrollo que organizó AFA y Conmebol. Por supuesto, como siempre, su juego elegante al estilo Román Riquelme no pasó desapercibido. Jugando de enganche o de volante central. Y por eso, ha sido preseleccionada para las selecciones juveniles argentinas. La semana pasada estuvo en Ezeiza y con sus 12 años jugó con la Sub-17, y también con la sub-15.
Seguirá estando en observación durante todo el año, le manifestaron los entrenadores de la albiceleste.
“Estamos chochos de verla con vestimenta de la Selección argentina, por todo el sacrificio que estamos haciendo. La nafta subió y no tenemos ayuda económica. Pero ella es muy feliz jugando a la pelota. En la familia nos privamos de cosas para que ella pueda entrenar”, narra Darío Risso, que agrega: “Ella jugar en Unión o jugar en la Selección, es como si estuviera jugando en la canchita del pueblo. Tiene un perfil muy bajo. Ella contar de jugar al fútbol, no le importa nada”.
Y claro, es una niña, y sólo quiere jugar a la pelota.
¿Prejuicios? Al contrario, asombro
Alegra es sensación. En la localidad de Freyre y alrededores se acercan a verla jugar. Todos quieren verla dentro de una cancha. Tiene un estilo de juego muy particular para su edad, y ese es otro atractivo, más allá de su habilidad precoz y sus convocatorias a preselecciones.
“Nunca sentimos que haya sufrido prejuicios o discriminación por jugar al fútbol. En la zona nunca, en el pueblo menos. Al contrario, causa cierto asombro y todos quieren ir a verla jugar. Está bueno eso. La llaman de distintos equipos de la zona para jugar y ella va. A ella sólo le interesa jugar a la pelota”, cuenta Darío Risso, papá de la pequeña crack cordobesa.