Gustavo Petro, primer presidente de izquierda de Colombia, entró semanas atrás en una dura polémica con su par salvadoreño, Nayib Bukele, por los modos que éste tiene de hacer frente a los delitos y a quienes los cometen.
Las imágenes del traslado de presuntos pandilleros hacia una nueva cárcel de máxima seguridad, construida para albergar a miles de reclusos, reforzaron de manera intencionada la estrategia comunicacional de Bukele, quien se jacta de su controvertida política de mano dura, en especial con los presos que han integrado las temibles maras. Petro fustigó aquellas cinematográficas puestas en El Salvador y entró de lleno en el debate sobre políticas de seguridad o contra el crimen organizado alegando que la respuesta no pasa por construir más prisiones sino por acentuar la prevención, dando prioridad, entre otros temas, a la educación.
Desde Bogotá, el periodista colombiano Wilson Cabrera, quien también vivió y trabajó en México en tiempos de la llamada “Guerra contra el narcotráfico”, que impulsó el ex presidente de aquel país Felipe Calderón, respondió a las preguntas de PERFIL CÓRDOBA.
-Los índices de violencia y asesinatos han tenido, según algunas estadísticas, una sensible disminución en Colombia. El actual presidente atribuyó esa reducción a su decisión de crear más universidades y escuelas en lugar de más cárceles. ¿Cómo evalúas lo actuado por Gustavo Petro y su gobierno en esta materia?
-A mí me parece que si hay una reducción en índices delictivos tiene algo que ver, pero no es que haya una política ya implementada por el gobierno de Petro que esté funcionando a pleno. Lo que hay son expectativas en torno a su política de “paz total”. Él llegó con una bandera de alcanzar una paz duradera en un país tan complicado como Colombia, con la existencia de tantos grupos delictivos e incluso de una ex guerrilla como el Ejército de Liberación Nacional (ELN). La bandera de Petro es apostar a la paz total y consiste en negociar con todos los grupos. En este sentido hay como un margen de espera y una expectativa en torno a cómo es esa paz total, y a eso se podría atribuir un poco la reducción de la violencia en algunas zonas del país. Pero esta expectativa tiene también un margen de tiempo. En estas últimas semanas ha habido un paro minero (el jueves suspendido pero no levantado) en una zona de Antioquia, y detrás de este paro hay un trasfondo de minería ilegal, manejada por grupos delictivos grandes como el Clan del Golfo, que también trafica y es el principal exportador de droga del país. Esto lo que hace ante la opinión pública es debilitar esa política de “paz total” porque uno no puede estar negociando con grupos que supuestamente quieren la paz, pero por otro lado están patrocinando un paro armado donde hubo disturbios, volaron un acueducto, incendiaron una cabina de peaje y se dieron otros actos violentos. Entonces, esa política de “paz total” tiene una muy buena intención, pero la implementación es muy complicada y tiene una oposición grande de la derecha, que si rechazó el diálogo con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) en el gobierno de Juan Manuel Santos, imagínate cómo se está oponiendo a una negociación con grupos que, salvo el ELN, ni siquiera tienen ese tinte político de esa guerrilla. En resumen, me parece que lo que hay es un compás de espera y una expectativa que no sé hasta cuándo puede durar.
-En cualquier caso, la idea de Petro apunta más a la prevención y a cuestiones sociales que a la mediática represión con mano dura de Bukele en El Salvador…
-La política de Petro aparte de la “paz total” es apostarle más a solucionar las causas sociales del conflicto: educación, empleo, salud… Sin embargo, en ocho meses de gobierno no es que se haya implementado un programa de educación ultrarrevolucionario al que se le pueda atribuir la reducción de la violencia… Existen las bases, la intención, pero todavía no está implementado. Hubo algunos avances, tampoco se puede decir que no se ha hecho nada, pero de ahí a que exista la implementación de una política de educación y de empleo que ya esté dando frutos, me parece que no es el caso. Esperamos que eso empiece a notarse a mediados del gobierno. Se están dando pasitos en ese sentido.
-¿Cuál es el impacto que esas iniciativas tienen en los colombianos hasta ahora?
-Ocho meses después de la toma de posesión de Petro, se han dado pequeños avances. Hay mucha expectativa, también mucha resistencia, porque es la primera vez que la izquierda gobierna en Colombia y somos un país muy extraño y polarizado… El cambio ganó, pero ahora los que no votaron por el cambio están cuestionando todas las políticas de Petro: reforma a la salud, política energética, todo.
-Trabajaste como periodista en México cuando el ex presidente de ese país Felipe Calderón lanzó su “Guerra contra el Narcotráfico”; ¿Fue esa una iniciativa efectiva o un boomerang que trajo más violencia?
-Esa política fue totalmente equivocada porque si bien existía la necesidad de hacer algo contra el narcotráfico, que es un tema también muy complicado en México, el problema fue el cómo se hizo. Hay consideraciones políticas que hacer y una es que Calderón le ganó la elección de 2006 al hoy presidente Andrés Manuel López Obrador, por una diferencia ínfima que fue del 0,6 por ciento. Calderón era un presidente con una legitimidad muy cuestionada, se hablaba de fraude y López Obrador pasó seis meses sin reconocer la derrota... Entonces, alguien sin ninguna legitimidad como Calderón encontró en la lucha contra el narcotráfico una bandera para demostrar que él era el presidente de México. Fue una estrategia apresurada que sólo se basó en la cuestión policial y militar, cuando es sabido que la lucha contra el narcotráfico tiene que ser integral y sobre todo tiene que ir al tema financiero, a las finanzas del narco, porque ahí es donde más les duele… No importa tanto el tema de capturar cabecillas, pues al narco le matan o le capturan un cabecilla hoy y en la tarde ya tiene otro cabecilla que lo está reemplazando. Con ese deseo de Calderón de legitimarse ante el país lo que hizo fue patear el avispero, queriendo demostrar que él era un presidente muy fuerte. Pateó el avispero del narcotráfico y las consecuencias fueron terribles porque esa estrategia mal concebida, con sólo un componente militar y policial, lo que generó fue muchísima violencia. Todos recordamos, en esa época de Calderón, las ejecuciones, las personas colgadas de los puentes, las guerras de los narcos, una cosa que nunca se había visto en ese país.