Hace tres días, la Cámara de Diputado s de la Nación votó a favor de la despenalización del aborto en Argentina, y comenzó un nuevo “poroteo”. Serán ahora los senadores quienes tengan en sus manos el poder de decidir sobre este tema, que se ha convertido en una cuestión transversal a toda la sociedad. Los movimientos feministas no son nuevos en nuestro país, los proyectos de despenalización del aborto han desfilado durante años por el congreso y terminaron siempre “cajoneados ”.
¿Pero qué ha cambiado? ¿Porqué ocupan ahora la agenda pública? Claro está que estos procesos no se desarrollan de la noche a la mañana, ni por un solo motivo. El activismo femenino, tanto offline como online, permearon a la sociedad en su conjunto, y encontraron una estrategia discursiva que logró llenar la agenda pública. El feminismo y el ciberfeminismo se han entrelazado y retroalimentado para impulsar propuestas dentro y fuera de la red.
Las redes sociales desempeñaron un papel muy importante en este proceso; se convirtieron en un lugar de encuentro y hasta de debate público y participación política y han trascendido incluso a los medios de comunicación tradicionales. La conversación en la red ha ido creciendo con cada día de debate en Diputados y fue ganando la calle. El día de la votación, la participación en las redes fue récord en nuestro país y trending topic mundial. El 13,5% de los tuits de Argentina tuvieron un corazón verde. Esto sucede solo cuando los temas en cuestión exceden los esquemas de representación política.
Cuando los reclamos sociales van por delante y la política por detrás. La agenda pública por sí misma empujó a la agenda política. Ahora bien, la instalación de un tema siempre da cuenta de una disputa de intereses entre las fuerzas que operan. Lo importante es la definición del tema que se intenta instalar, lo que está siempre directamente relacionado con el encuadre que se le da. Los debates nos han mostrado tal cual somos, con todas nuestras contradicciones y emociones. Produjeron un alto impacto político sobre el gobierno, sobre la oposición, sobre el Senado y también sobre el resto de las narrativas sociales que pugnan por estar en la agenda.
¿Pero puede acaso soslayarse que la opinión pública se ha manifestado? Las y los jóvenes también. Están de acuerdo y lo gritan en las redes y en las calles. Reclaman que la coyuntura política descanse por un momento y permita ver un tema que, desde hace años, venía planteándose como un reclamo de pocas, para que pueda, finalmente, convertirse en agenda de todos y elevarse para ser tratado por la cúpula política. La llaman “la revolución de las hijas” porque son las y los jóvenes quienes estimulan este cambio cultural. Son los jóvenes los próximos decisores con su voto.
Señores senadores, es un gran momento para hacer política.
