Hace un par de semanas mencionamos desde esta columna los poderes extrasensoriales que había demostrado Alberto Fernández y que, me animo a interpretar, tal vez hayan sido el factor determinante de su triunfo. Si en aquel momento, mucho antes de su victoria arrasadora en las Paso, provocó un sacudón cambiario con solo mencionar las Leliq, era lógico que la avalancha de votos que obtuvo el domingo desatara una corrida digna de Usain Bolt. Como una nueva exhibición de sus dones, dijo luego que un dólar a $60 era “razonable” y la city, que bullía como una olla de locro, quedó sumida en la calma de un monasterio tibetano. Por supuesto, luego de semejante demostración milagrosa, el candidato del Frente de Todos deberá atender requisitorias urgentes desde otros sectores que también querrán oír su palabra sanadora. Desde Precios Cuidados le pedirán que diga que es razonable un sachet de leche a $50, a ver si en los supermercados se dejan de remarcar aunque más no sea por un par de horas. Y con el mismo énfasis, desde Alta Córdoba le rogarán que exprese que son razonables un fernet a $350, una Coca a $120, una bolsa de Rolito a $100 y un Instituto jugando en la Superliga, con Vegetti de centrodelantero. Los que no saben muy bien a cuánto ascendió su cotización después de las primarias son los dirigentes radicales cordobeses, que se adjudican gran parte del mérito de haber retenido los votos de Juntos por el Cambio.
En medio de un panorama nacional más azul que los Pitufos, la subsistencia del color amarillo en Córdoba nos convierte en algo así como la República de los Minions. Descartados ya Miguel Nicolás y Javier Fabre en la interna de la UCR, será Mario Negri una vez más quien busque consolidar en octubre el sufragio antiperonista, alcanzando la cifra libertadora del 55% de los votos. Sin embargo, aunque la provincia no respalda al justicialismo a escala nacional, desde hace décadas gobierna aquí el actual Hacemos por Córdoba, que además sumó un porcentaje más que digno con su lista corta para diputados. Con estos datos, definir el perfil del votante cordobés es más difícil que recibir un vuelto con monedas. Una vez se me ocurrió trazar las coordenadas de la opinión pública local, y me dio como resultado una curva que parecía una yarará enroscada. Un ciudadano promedio de esta región prefiere a Macri como presidente, a Schiaretti como gobernador, a Llaryora como intendente, a Negri como diputado, a Juez como embajador y a Willy Magia como ministro de Finanzas. Encima, como si las noticias de esta semana en la Argentina no hubiesen sido abundantes, desde el exterior ha llegado la inform ación de que Donald Trump tiene entre sus planes comprar Groenlandia , un territorio autónomo que pertenece al reino de Dinamarca. Ya que el presidente estadounidense está interesado en adquirir una isla, yo no dudaría en ofrecerle Córdoba. Aquí no contamos con una superficie cubierta de hielo (aunque algunos le endilgan esa propiedad a barrio Jardín), pero al igual que en aquel enorme territorio cercano al polo Norte, abundan entre nosotros el carbón -de los asados-, el cinc -de los techos- y el cobre -de los cables-. Sería una gran cosa para la Argentina, porque con la venta de Córdoba a Estados Unidos se podría pagar la deuda externa y el riesgo país caería tan bajo como el ánimo del oficialismo en la noche de las Paso.
Los cordobeses tendríamos como moneda oficial el dólar… Aunque esto no sería muy distinto a lo que ocurre ahora. Se podría contratar a Domingo Cavallo como instructor del “inglés” con tonada, una corriente idiomática que gracias a él se hizo conocida en todo el planeta. Y quedarían abiertas las puertas para que el cuarteto triunfe en Miami, donde los DJs famosos no solo buscarían sacarse fotos con la Mona, sino también con Kesito y con el Titi Ciabattoni.