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HISTORIA DE VIDA

“Las mujeres adultas autistas también existimos”

Romina Zejdlik vive en Alta Gracia, es docente, mamá de cuatro hijos, uno de ellos con autismo. Hace un año y medio recibió el mismo diagnóstico.

Romina
TEXTUAL. | CEDOC Perfil.

Tiene 41 años, vive en Alta Gracia, es profesora de inglés de Nivel Medio y es mamá de cuatro niños; uno de ellos es Lázaro, que tiene autismo. Inspirada en su hijo, Romina Zejdlik se capacitó en derechos de las personas con discapacidad creó –y hoy preside– la ‘Fundación Por la inclusión plena’. Hace poco más de un año fue diagnosticada, también, con autismo.

Viajar al pasado suele presentar diversas sensaciones. A veces es grato y en otras no tanto. Mirarse, recordarse, pensarse. No es una tarea sencilla. Y Romina lo tuvo que hacer.

“Cuando leí sobre autismo femenino me empecé a mirar y a preguntarme si yo no podría ser también autista. Decidí empezar el proceso diagnóstico. Fue difícil tomar la decisión porque tuve que viajar al pasado y volver a revivir etapas de mi vida poco felices, por los desafíos que tuve en mi infancia y adolescencia. Las mujeres y la mayoría de adultos TEA solemos enmascarar nuestros signos autistas, aun inconscientemente, aun cuando desconocemos que tenemos el diagnóstico, a fin de encajar”, explica en diálogo con PERFIL Córdoba. Hubo, entonces, sesiones con una psicóloga para determinarlo; y allí resalta: “Es sumamente importante que el especialista que diagnostica a mujeres conozca del tema, porque de lo contrario puede ser muy frustrante caer en manos de un profesional, contarle nuestra inquietud y sospecha del diagnóstico y te mire o trate como si estuvieras loca. Casi nadie imagina que una mujer que habla y se desenvuelve bien socialmente pueda tener autismo y ahí está el estigma. Generalmente la sociedad tiene en su imaginario al niño autista que está perdido en su mundo y que no habla ni se relaciona o al niño genio. El autismo es mucho más amplio, por eso se habla de Espectro Autista”.

Vale aclarar que no existe un solo perfil de autismo femenino. Pueden ser tímidas o muy extrovertidas. “Solemos tomar modelos como el de una madre, hermana o amiga para aprender a sobrellevar distintas instancias sociales. Pero aun así cuesta mucho porque no lo traemos instintivamente, sino que son aprendizajes que nos implican grandes desafíos”, explica la autora de los libros “Transformar el Vuelo, relatos de una mamá TEA” y “Auténticos, anécdotas y derechos para fortalecer”.

“Las mujeres adultas autistas también existimos”, expresa esta docente que ejerce desde hace 18 años, y cuenta: “Es estigmatizante pensar que solo los hombres tienen autismo. Antes se creía que había muchos más hombres que mujeres autistas. La ratio era 4/1. Sin embargo, eso ahora eso se está revisando y desterrando justamente por la dificultad en diagnosticar a mujeres, quizá por este estigma de relacionar al autismo con niños varones”.

Zejdlik creía que, por ser tímida, le costaba encajar. Se sentía rara, extraña. “En la escuela me pasaba que sufría mucho en las charlas entre compañeros porque al ser tan literales nosotros no entendemos de chistes o doble intenciones. Entonces yo rogaba que no se pusieran a contar chistes porque me aterraba no entenderlos y quedar expuesta”, confiesa.

La adolescencia fue muy difícil para Romina. Pasó por trastornos de ansiedad, por desórdenes alimenticios como anorexia y bulimia. “Fui tratada por esos diagnósticos, pero no era la raíz de lo que realmente me pasaba. Entonces la llegada del diagnóstico significó un alivio enorme. Terminé de entretejer la historia de mi vida y aprendí a ser más amable y comprensiva conmigo misma”, relata, al tiempo que expone: “Siempre me apoyé mucho en Dios y eso ayudó muchísimo, aun cuando desconocía sobre mí diagnóstico. Porque hay mujeres que entran en depresión y si bien también tuve esos periodos, mi fe me ayudó y me sostuvo”.

Romina Zejdlik

“Desde el diagnóstico de Lázaro escribía como una necesidad de expresar lo que me pasaba como mamá, sin saber que yo también era autista”.

Por la inclusión

  • Romina Zejdlik es presidenta de la ‘Fundación Por la inclusión plena’ y en ese marco advirtió: "Hemos avanzado mucho, creo, a lo largo de los años como sociedad por los grupos de padres y organizaciones que nos encargamos de concientizar, pero todavía falta muchísimo más por conquistar en términos de derechos. Por ejemplo, en la fundación nos llueven casos de exclusión y discriminación en las escuelas, en la obra social y en la sociedad. Hay mucho trabajo aún por delante para lograr una sociedad verdaderamente inclusiva. Cuando no tengamos que hacer más uso de la palabra ‘inclusión’, llegaremos a ser una sociedad inclusiva, porque habremos aprendido a convivir con el otro”.