Fue Juan Oliver en ‘Celda 211’, película española dirigida por Daniel Monzón y ganadora de ocho Premios Goya, entre ellos el de mejor actor revelación para él; luego se puso en la piel del narcotraficante Pacho Herrera, en la serie ‘Narcos’ (Netflix), y también coprotagonizó un comercial para Chanel junto a a la actriz Keira Knightley.
El jueves pasado estrenó en Córdoba una película dirigida por Martín Desalvo, en la que comparte cartel con Pablo Echarri y Mora Recalde.
Desde un hotel en México, donde se encuentra en los ensayos previos al rodaje de un nuevo film, Alberto Ammann dialogó con PERFIL CÓRDOBA sobre sus trabajos actuales, la experiencia en ‘Narcos’ y sus proyectos a futuro.
—¿Qué estás haciendo en México?
—Estoy ensayando para una película de terror con un guión muy interesante, dirigida por un gran director mejicano, Luis Mandoki. Empezamos a grabar en dos semanas así que aquí estoy, encerrado en una habitación de hotel, saliendo para ensayar y con sumo cuidado porque la situación en México es muy complicada. Pero muy entusiasmado por trabajar con Mandoki y por tener trabajo, porque ya llevaba muchos meses esperando.
—¿En qué estabas cuando empezó la pandemia?
—Terminando de rodar ‘Narcos’ en México. Se suspendió el rodaje, volví rápidamente a Madrid, donde vivo hace 16 años, y me encerré hasta que se activó con protocolos hiperseguros el rodaje y pude terminar las dos escenas que quedaban de la temporada 3. Pero ha sido muy duro porque han sido meses de mucha incertidumbre. Si bien yo vivo de esta profesión y me ha ido muy bien, tengo mis altibajos como cualquier actriz o actor. Afortunadamente, pude terminar ‘Narcos’, salir adelante económicamente y ahora estoy con más proyectos porque se están poniendo en marcha los rodajes con protocolos.
—¿Cómo has transitado el aislamiento?
—Por un lado, encerrado en casa con mi pareja (la actriz) Clara Méndez-Leite con quien llevamos 10 años juntos. Ella ha sido la que me ha puesto las pilas para entender la dimensión de la situación en la que estábamos. Me costaba mucho organizarme con los protocolos. Al principio lo hacía todo mal. Pero hemos sido muy afortunados porque alquilamos una casa en el centro de Madrid, que tiene una terraza grande y podíamos salir a tomar aire. Teníamos ahorros para subsistir, una situación muy distinta a la de mucha gente que vive al día y que es la que peor lo está pasando. También muy preocupado por mi familia, por mis padres. Ha fallecido mucha gente muy importante para mí y han sido golpes muy duros. Pero siento que hemos sido muy privilegiados.
—Después de un año tan difícil, ¿están operativos la Escuela para el Arte del Actor y el teatro en Madrid?
—Seguimos con la escuela de interpretación; tuvimos que cambiar las clases a online, principalmente por la protección de la salud de los alumnos y de la gente que trabaja con nosotros. No merece la pena jugar con fuego. Sabemos que nunca es lo mismo la formación presencial, sobre todo en la disciplina artística, pero en España los casos no han bajado. Lamentablemente veo a la gente con una liviandad viviendo esto y yo sumamente preocupado, parece que viviéramos en planetas diferentes.
—¿Y el teatro?
—Lo tuvimos que cerrar a mediados de 2019 porque no dio para más. Tener un teatro independiente en Madrid es una ruina absoluta, porque no vive si no tiene ayudas. Esas ayudas se pueden solicitar a los dos años de funcionamiento y con suerte llegan a los tres años de actividad. Entonces, no queda otra que pedir un préstamo porque con las entradas es imposible. Invertí ahí todos mis ahorros y los perdí. La conclusión es que en caso de recibir esa ayuda en algún momento será para pagar los intereses de una deuda que has contraído con el banco, lo cual es surrealista y denota una clara intención de parte del Estado de olvidarse del hecho cultural como algo que beneficia a la sociedad y al intelecto de las personas. Esos son los mismos políticos que dicen que el pensamiento crítico está sobrevalorado y yo creo que es de lo más importante que hay.
—¿Cómo llegaste a la serie ‘Narcos’ y qué significó esa experiencia?
—Estaban haciendo un casting en México y en España, hice pruebas para el presidente de Colombia y para uno de los hermanos Ochoa, pero nunca para Pacho; y en un momento me lo ofrecieron directamente. Me hablaron del personaje, era el cuarto jefe del cartel de Cali, un tipo muy sanguinario y además homosexual. Y me resultó sumamente interesante. Eso fue 15 días antes del primer día de rodaje. Ha sido una experiencia maravillosa, he trabajado en unas condiciones que nunca había visto porque es una serie que tiene muchísimo dinero por capítulo. Los actores llegábamos, desayunábamos, íbamos al set de grabación y el director –Andy Baiz– nos decía “a ver, sorpréndanme, ensayemos”. Y era algo que no había vivido en mi vida, porque siempre vas corriendo y de golpe ahí podíamos ensayar escenas, probar cosas distintas. Cuando terminábamos, llamaba a los jefes de departamento para que vieran el ensayo y luego ellos iluminaban el set. Una hora después recién empezábamos a grabar. Hay algo como de las grandes ligas ahí. Fue como ver otra pista de patinaje. Luego, hice relaciones humanas maravillosos. La gente de Netflix se ha portado maravillosamente conmigo. También me ha dado una proyección internacioal, me han llamado de una agencia de representación de Estados Unidos muy buena y he hecho pruebas para grandes proyectos. Finalmente no han salido pero he sido finalista de dos grandes películas que me hubiera encantado hacer. Y esa experiencia me ha ayudado a crecer mucho.
—¿Cuáles son tus proyectos para este año?
—Después del rodaje en México vuelvo a Madrid y empiezo a prepararme para una serie que empezamos en junio que durará hasta septiembre. Luego, hay una posible película para noviembre que no está aún cerrada y otra que se llama ‘Génesis’, que son seis historias, y yo tengo una de ellas. También tengo una oferta para hacer una película llamada ‘Antártica’, con Luis Tosar (‘Quien a hierro mata’, ‘Adú’), que me encantaría que salga pronto. Sigo dando clases en nuestra escuela y aprendiendo muchísimo con mis alumnos también.
—¿Planes para volver a Córdoba?
—Siempre. Córdoba es mi primer gran amor, mi ciudad y mi tierra. Nací, crecí y construí mi personalidad allí. Es donde he tomado las primeras grandes decisiones de mi vida. Tengo familia, amigos, enormes recuerdos. Trato de volver todos los años, a veces no he podido porque mis padres se mudaron a Buenos Aires, con lo cual mis idas siempre han sido principalmente ahí, para verlos a ellos. No tengo fecha pero Córdoba está en mi cabeza cada día, así que voy a estar volviendo en cuanto pueda.
Estrenó en Córdoba ‘El silencio del cazador’
Desde el jueves pasado puede verse en las salas del Gran Rex, Showcase y Hoyts ‘El silencio del cazador’, una película dirigida por Martín Desalvo. El largometraje se adentra en una reserva ecológica de la selva misionera y se sumerge en la complejidad de la vida cotidiana de un pequeño pueblo cercano en el que empiezan a descubrirse las diferencias sociales, culturales, económicas y raciales de los distintos pobladores del lugar.
–¿Por qué decidiste hacer esta película?
–La primera impresión del proyecto me la dieron los actores que protagonizan la película; dirigidos por Desalvo, además. Esas ya eran cartas interesantes sobre la mesa. Cuando leí el guión me apasionó. Me gustó mucho mi personaje, Orlando Venneck (el Polaco) y el universo que plantea la película, que tiene que ver no solo con la situación de la naturaleza y lo salvaje, sino de esta gente y esa tradición tan arraigada de cazar. Y en el caso de mi personaje, esa sensación de pertenencia que tiene de la gente; él cree que es dueño del pueblo y de la gente que habita allí, que todos le deben algo porque su papá fundó el pueblo, construyó la iglesia e hizo los caminos. Me pareció interesante intentar acercarme a esa cabeza y a ese carácter.