Fueron muchas las actividades económicas que resultaron golpeadas por la parálisis que determinó la pandemia de coronavirus. Salvo excepciones muy puntuales, prácticamente el comercio, la industria y los negocios en general, sufrieron el impacto.
Dentro del sector Turismo, dependiente como pocos de la movilidad de las personas y la interrelación social, uno de los negocios que resultó muy golpeado fue el hotelero. Se trata de una de las actividades más complejas en la formulación de sus contenidos comerciales, sus índices de rentabilidad y en la incidencia de costos, variables y fijos, en sus puntos de equilibrio. El valor habitación/costo/rendimiento es tan disímil como las categorías de los establecimientos y los servicios que prestan.
PERFIL CÓRDOBA consultó a empresarios del sector hotelero para tratar de arribar a su comprensión y determinar el impacto de la reactivación luego de un año de pandemia.
Salarios
El gerente de un hotel de cuatro estrellas, ubicado en el segmento de entre 50 y 100 habitaciones, afirmó que “la nómina salarial es el principal costo. Hay hoteles muy bien gestionados a los que la nómina salarial les significa entre el 40% y el 55% de sus ventas. Esa es la parte más pesada de los costos fijos”.
Y a la hora de ponerle números a ese rubro, el propietario de un hotel boutique de 15 habitaciones dijo que en enero pasado, el costo en sueldos del personal fue de $980.000. “En los hoteles boutique o con pocas habitaciones, la relación empleados/ habitaciones es mayor que en hoteles grandes. Por ejemplo, con 15 habitaciones, tenemos 16 empleados, o sea, más de un empleado por habitación”, explicó.
Entre otros costos fijos, que son servicios necesarios para el funcionamiento del hotel, como gas, agua y energía eléctrica (Epec), este último es el más significativo, indicaron.
En cuanto a los costos variables, pueden representar entre un 35% y un 40%, dependiendo de la categoría de los servicios que se prestan.
Rentabilidad
El primero de los empresarios consultados, expresó que, “históricamente, los hoteles en su mejor momento tenían un rendimiento o rentabilidad del 35% que podía llegar al 38%/40%. En 2019, los resultados operativos se situaron entre el 28% al 32% pero, descontando impuestos y costos, esos niveles de rentabilidad se ubicaron entre 20% a 30%, que seguía siendo un buen número”.
“Sin tener los números finales de enero, que fue un buen mes pese a que el turismo no se reactivó en la medida esperada, podríamos calcular que el rendimiento rondó en un poco más del 10% y, en casos excepcionales, un 15%. Alcanzar esas cifras demanda un nivel de ocupación del 55/60%, que lograron muy pocos hoteles”, aseveró.
Precisó, en ese sentido, que “la apertura de una habitación en un hotel de esas características (cuatro estrellas) significa un costo fijo de $1.500, que se eleva a entre $3.000 y $4.000 cuando se suman los costos variables”.
Es por eso que el ‘corte’ que evalúa un hotelero para decidir la apertura o no de su establecimiento, surge del siguiente planteo: “Abrir, con la deuda que venimos acumulando y que me deje una rentabilidad del 5% o 10%, no me conviene. Para algunos empresarios representa un problema y una carga abrir el hotel, consideran que les conviene más tenerlo cerrado, con el personal suspendido y cobrando el Repro II y el bono que va a otorgar el Ministerio de Turismo ($10.000)”, especuló.
Números reales
Otro de los empresarios consultados brindó detalles precisos de los costos en su establecimiento. Además de coincidir con que la nómina salarial es la que se lleva la mayor porción de los costos, indicó que en su caso, el siguiente gasto importante es el de “los servicios tercerizados, entre los cuales están contadores, abogados, prensa, marketing, gráfica, recursos humanos, sistemas de reservas con las OTA (agencias de viajes online, como Expedia, Booking o Almundo), mantenimiento (de equipos de computación, recursos tecnológicos, ascensores) y desinfecciones, que representan unos $200.000 mensuales y el servicio de lavandería que demanda unos $100.000 por mes.
Entre otros costos importantes están los de los servicios, como energía elécrica, agua, gas y telefonía (fija y celular), que representan $250.000 más por mes.
En este caso, la gastronomía está también tercerizada y este hotel solo paga los desayunos y lo que consumen los clientes. El mecanismo es que el huésped consume, se lo cobran junto a la tarifa del hotel y luego se le paga al proveedor por lo consumido. Este es un costo mensual de alrededor de $250.000.
En cuanto a los impuestos, entre nacionales, provinciales y municipales, que incluyen IVA, Ganancias, Rentas, Autónomos e Industria y Comercio, entre otros, se destinan unos $170.000 mensuales.
Hay algunos gastos que son semestrales o anuales, como las compras para reposición de sábanas, toallas o amenities, al igual que el costo anual de habilitación para tener abierto el establecimiento (plan de evacuación, matafuegos, etc.), que ronda los $200.000.
Para este hotel boutique, de 15 habitaciones, el costo total de funcionamiento ronda los $2,5 millones mensuales; el costo fijo, con el hotel abierto o cerrado, es de $1,5 millones; la ‘apertura’ de una habitación que se ocupa conlleva, entre costos fijos y variables, una incidencia de $3.200 por día, y el punto de equilibrio se sitúa en el 60% de ocupación.