La difusión de la lista de personas que ingresaron en la quinta presidencial de Olivos durante la cuarentena estricta generó casi tanta polémica como el reencuentro de Lali Espósito con la participante de “La Voz Argentina” que la denunció por plagio. Los reclamos que recibió Alberto Fernández no sólo fueron de opositores. Dirigentes del Frente de Todos le habrían recriminado: “Lo recibiste a Brandoni y no me atendiste a mí”. Excusas típicas como “me andaba mal el portero eléctrico” o “justo había entrado al baño a hacer lo segundo” no habrían sido suficientes para calmar la furia de los correligionarios.
Tampoco le habría caído en gracia a los diplomáticos chinos la asidua presencia en Olivos del empresario taiwanés Chien Chia Hong, pero como la queja fue expresada en mandarín, Fernández habría respondido con ese “la pucha” que utiliza siempre para salir del paso. No tuvieron confirmación las versiones que indicaban que desde China se habría instado a que, para recomponer relaciones, Dylan sea reemplazado como mascota oficial por un perro pekinés u otro de la raza Shar Pei. Según parece, enterado de la situación, Dylan habría exigido el pago de una jubilación de privilegio como condición para abandonar su cargo, lo que obligó a desestimar el pedido de la potencia asiática.
Tras conocerse que la actriz Florencia Peña se había reunido con el mandatario nacional en su residencia durante el periodo de aislamiento obligatorio, el diputado nacional Fernando Iglesias hizo gala de machirulismo explícito en Twitter y publicó posteos con frases que hubieran ruborizado a un cavernícola. Por culpa de su imaginación digna de un guionista de películas porno, Iglesias se hizo acreedor a un merecido repudio, que en algunos casos se tradujo en la solicitud de que se lo expulse de la Cámara Baja. No se sabe si le dolería más eso o que lo bloqueen en la red social, donde posee seguidores que le ríen la gracia a través de favs, retuits y comentarios a los que Benito Mussolini hubiera condenado por “demasiado fachos”.
En tanto la interna de Juntos por el Cambio levanta temperatura como Gallardo en la tanda de penales de Boca-Ríver, Mauricio Macri envía mensajes cifrados desde su exilio europeo cual si fuera Perón en Puerta de Hierro. En Córdoba, no sólo Negri-Santos y Juez-De Loredo se adjudican su respaldo, sino que en cualquier momento lo mencionan apadrinando las candidaturas de Daniel Giacomino o Liliana Olivero. Si a esto le sumamos los antiguos rumores que hablan de un pacto secreto del expresidente con Juan Schiaretti, sólo faltaría que Carlos Caserio obtenga la bendición de Macri para que todos los caminos conduzcan al fundador del PRO.
Del lado peronista, en la provincia de Córdoba se largó la carrera por la abducción de intendentes, una disciplina que no es olímpica pero en la que algunos compiten por el bronce… y otros por la plata. Se canjean promesas que no se cumplirán a cambio de apoyos que no se brindarán, en una danza que no se asemeja a un vals sino una ronda cuartetera, donde todos van girando y mirando hacia afuera para ver si encuentran una oferta más tentadora. “Messi se fue del Barcelona, mirá si yo no me voy a poder abrir de Hacemos por Córdoba”, me dijo un jefe comunal que le habría dado su apoyo al Frente de Todos a cambio de una calesita nueva para la plaza y una hidrolavadora para sacarle la caca de paloma a la estatua de San Martín.
Y como se vienen las elecciones y no conviene dejar suelta a la gente disconforme, de pronto todo vuelve a abrirse como si alguien hubiese dicho abracadabra, y la pandemia ya no es obstáculo para ir a clase, para asistir a un concierto o para hacer saltar el falsómetro y darse un abrazo con ese pariente al que se detesta. Ahora todas las vacunas combinan bien, todos los parámetros sanitarios mejoran y la cepa Delta al final sería menos peligrosa que Braian Romero solo frente al arco. Si el dólar se plancha y los precios dejan de aumentar, podríamos votar semana de por medio y así todo andaría mejor. Ya que está difícil salir al exterior, viajemos al país de las propuestas electorales y seamos felices antes de que sea tarde.
(*) Sommelier de la política