Enero de 2020, invierno en Europa, temperaturas bajo cero y España que sufre los embates de una tormenta con nombre de mujer, ‘Gloria’, y que causa estragos, daños y muertes en varias regiones de la península. El aeropuerto de Barajas, en Madrid, nos recibe con lluvia y viento, pero felices de pisar nuevamente la capital española, como para revivir experiencias y descubrir otras en una semana de estadía.
Con una ubicación privilegiada, en el Riu Plaza España (ver aparte), al comienzo de la Gran Vía que, como un tajo, corta la ciudad hacia el norte hasta cruzarse con la calle de Alcalá.
Madrid es una ciudad abarcable, es para caminarla, pero si las distancias o los tiempos (o el clima) lo exigen, ahí están el Metro y los autobuses, servicios complementarios, eficientes y accesible (1,50 euros el pasaje).
Hay cosas que se no se pueden dejar de hacer, como visitar la ‘trilogía’ museística inevitable: los museos del Prado, con la colección de Goya, además de Velázquez, El Greco y Rubens; de la Reina Sofía, con su inolvidable Guernica, y el Thyssen-Bornemisza.
Pero hay otros imperdibles. Son sitios icónicos, como la cercana Plaza de Cibeles, el Palacio de Correos, la Puerta de Alcalá y a un lado, el Parque del Retiro con su Palacio de Cristal.
Un conjunto histórico y arquitectónico está conformado por el Palacio Real y la vecina catedral de la Almudena, la plaza de Oriente y también el cercano parque Sabattini.
Otra foto emblemática es la del Oso y el Madroño, símbolo de Madrid, en la también famosa Puerta del Sol y la aledaña Plaza Mayor. Y para los futboleros, una visita guiada al Santiago Bernabeu, el impresionante estadio del Real Madrid.
Gastronomía
Pero si hay algo que caracteriza a España y en particular a Madrid, su capital, es la gastronomía, un universo de aromas, perfumes, sabores y ‘maridajes’ que no solo despierta y alborota los sentidos, sino que es un compendio de las cocinas de sus regiones.
Por eso, sin dudarlo, en Madrid hay que ‘salir de tapas’. Entonces, si el hotel incluye desayuno, hacerlo livianito y arrancar el tapeo. Hay rincones imposibles de evitar y de olvidar. Por ejemplo, el Café de los Austrias, en la plaza de Ramales, donde se puede completar el desayuno con una porción de roscón y un buen café.
Con más ‘cuerpo’, otra opción es un chocolate con churros en San Ginés, donde recalan trasnochados, madrugadores y turistas y se dice, con un poquito de exageración, que el chocolate es tan espeso que la cucharita queda parada en medio de la taza.
A la hora del almuerzo, muy cerca de la Estación del Norte (para las fotos), está Casa Mingo (de 1888), donde una tortilla de patatas y una sidra asturiana saben a gloria. De lo contrario, si la idea es hacer una parada, comer algo y seguir el recorrido, un bocadillo de jamón ibérico, con un chorrito de aceite de oliva, en el Museo del Jamón, es lo apropiado.
Ahora, si se está cerca del Mercado de San Miguel, las propuestas gastronómicas son tantas que cuesta decidirse. Pero imposible irse sin probar las olivas (aceitunas) de las distintas regiones, entre las que destacan largamente las ‘malagueñas’.
Otro mercado cercano, recomendable, es el de la Cebada, donde hay que probar una porción de rabo de toro con ensaladilla rusa.
En materia de líquidos, una caña de cerveza, un vaso de vino Rioja o un vermú. Y podrá decir, sin dudarlo, “la vida es bella”.
RIU PLAZA ESPAÑA
En Gran Vía 84, frente a la plaza España de Madrid, se levanta el emblemático edificio España, histórica construcción inaugurada en 1953 y patrimonio de la ciudad. Allí abrió sus puertas hace unos meses el Riu Plaza España, un hotel de 4* y 585 habitaciones, gimnasio, piscina exterior climatizada en la planta 21, restaurante y lobby bar, además de dos magníficos sky bar en los que las impresionantes vistas de la ciudad son las protagonistas.
El primero de ellos, ‘De Madrid al Cielo’, ocupa la planta 26 y está ambientado en la ‘movida madrileña’, con luces de neón en sus paredes, y el segundo, en la planta más alta del edificio, ofrece vistas 360º de la ciudad y una espectacular pasarela de cristal que permite caminar literalmente sobre el cielo de Madrid.
El nuevo hotel cuenta con más de 5.000 m2 para todo tipo de eventos, distribuidos en 17 salas de reuniones, la terraza para eventos de la planta 21 y las zonas de restauración.
RIU restauró y puso en valor todos los elementos protegidos de este icónico edificio, con respeto del valor histórico de cada uno de ellos.