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CóRDOBA
EL HUMOR AL PODER

Magnicidio de subsidios

1-11-2020-Logo Perfil
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Después de haber salido al cruce con los tapones de punta contra el gobierno nacional en una embestida que hizo recordar al estilo del Cabezón Ruggeri, el gobernador Juan Schiaretti salió jugando como el Cuti Romero cuando se empezó a rediscutir la distribución de fondos para el transporte. Recién ahora que el clima empezó a refrescar, se dieron cuenta de que la frazada resultó demasiado corta y, para compensar los subsidios a las provincias, desde la Casa Rosada se impulsó un recorte en Ciudad de Buenos Aires, una medida que desde el interior podría haber sido recibida con el sticker del “¡bien ahí!” de la Mona Jiménez.

Además del aumento en el boleto de colectivo, los porteños sufrirían empinados incrementos en otros servicios como el gas y la electricidad, sobre todo en barrios de la zona norte donde algunos llevan una vida digna de un jeque árabe y pagan facturas como si fueran habitantes de La 1-5/18. Aunque en el Panal se desmaquillaron la pintura de guerra y ven esto como una victoria política, temen que uno de los motivos por los que Alberto Fernández tomó esta decisión sea congraciarse con el electorado provinciano. “De todas maneras, remontar la mala imagen que tiene AF en Córdoba va a ser más difícil que mantener quieto a un pupinauta”, me aseguró un colega que, con esa frase, dejó entrever que no se cocina de un solo hervor… ni de dos tampoco.

Además, en Hacemos por Córdoba recelan del acercamiento entre el ejecutivo nacional y el gobernador santafesino Omar Perotti, aliado natural de Schiaretti en su cruzada federal. El jefe de Gabinete, Juan Manzur, y el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, llegaron a la provincia vecina con una tanda de anuncios que, de tan larga, habría superado los límites que marca la ley de Radiodifusión. Entre otras cosas, se confirmó allí una inversión millonaria de la fábrica de electrodomésticos Liliana, cuyos ventiladores podrían ser declarados patrimonio cultural de la argentinidad después de la tarea heroica que desempeñaron durante la ola de calor de enero pasado, cuando hasta a los Reyes Magos, acostumbrados a los rigores del desierto, se les escuchó decir: “Che, qué calorón que hace”.

Como parte de esas mismas jugadas políticas del Frente de Todos, ven desde Córdoba el desembarco en el directorio del banco Nación de Carlos Caserio, el ex presidente del PJ provincial cuya salida hacia el albertismo trajo en su momento más polémica que el pase de Wanchope Ábila de Boca a Colón. También despertó suspicacias en el peronismo cordobés la andanada de elogios que desplegó el primer mandatario argentino hacia el régimen de la República Popular China durante su reciente visita a la potencia oriental. “Con el Chino Navarro todo bien, pero no sea cosa que nos mande a militar el territorio a la gente del Chino Zaninni, porque ahí se pudre todo", me advirtió un puntero schiarettista.

El debate parlamentario del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional será otro elemento de discordia entre el FdT y el peronismo de Córdoba, donde han hecho explícita su postura abstencionista. Si bien siempre es mejor eso a que te claven un “voto no positivo” por la espalda, el reemplazante de Máximo Kirchner en la jefatura de la bancada oficialista en Diputados dijo que no da nada por perdido, aunque off the record Germán Martínez habría reconocido que iba a ser complicado convencer a Javier Milei y Nicolás del Caño de que respalden el entendimiento con el FMI.

Mientras tanto, en la Municipalidad de Córdoba están convencidos de que todo parece encaminado a refrendar un nuevo mandato de Rubén Daniele al frente del Suoem, en un regreso que podría poner en riesgo el récord de José Pihen como el dirigente sindical cordobés más longevo. “Volvió Maravilla Martínez, se habla de que volvería Mirtha… mirá si no va a poder volver él”, se jactaron desde la famosa Lista Verde. Su retorno a la titularidad del gremio de los municipales vendría a ser una revancha contra el ex intendente Ramón Mestre, quien hizo de la jubilación de Daniele una bandera de gestión. Martín Llaryora, en cambio, parece dispuesto a contemporizar con el veterano sindicalista, siempre y cuando no haya ninguna caja de fósforos cerca.

(*) Sommelier de la política