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CóRDOBA
EL HUMOR AL PODER

Marquemos al que remarca

1-11-2020-Logo Perfil
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Primero, un presidente anticipa que iniciará acciones bélicas y diagrama la preparación y el desplazamiento de los “ejércitos” que serán los encargados de ir al frente de batalla. Al mismo tiempo que sus estrategas planifican cómo neutralizar al enemigo, se anuncia la apertura de una mesa de diálogo cuyo objetivo es llegar a un acuerdo que evite mayores desgracias y que ponga fin a las refriegas que mantienen en vilo a la población y que han obligado a muchos a abandonar el país. Pareciera que estamos describiendo el conflicto entre Rusia y Ucrania, pero se trata de la guerra contra la inflación declarada por Alberto Fernández, quien comparó a ese adversario con el coronavirus, tal vez porque el aumento constante de los precios hace que la gente levante temperatura y le corta la respiración.

Luego de que el Congreso le aprobara el entendimiento con el FMI gracias a los votos de la oposición, el presidente debe haber creído que tenía superpoderes y que podía lograr que el campo acepte las retenciones, que los sindicatos avalen una reforma laboral, que Javier Milei se peine el jopo, que Viviana Canosa deje de desayunar con dióxido de cloro y que los supermercadistas realicen un tratamiento para recuperarse de la adicción a remarcar. Pero, desde que a fines de los ochenta, el entonces ministro de Economía de Raúl Alfonsin, Juan Carlos Pugliese, dijo que habló “con el corazón” y le respondieron “con el bolsillo”, está claro cuál es el “músculo” que regula el ánimo de los argentinos.

Cual si fueran ricoteros al enterarse de que Bizarrap tocó “Ji ji ji” junto a Gaspar Benegas en el festival Lollapalooza, los cristinistas han montado en cólera y han dejado a Alberto Fernández más solo que el DT Ángel Guillermo Hoyos después de que Talleres perdió con San Lorenzo. Desde el kirchnerismo lo señalan como “traidor” y también se lo acusa de “delarruismo explícito”, una comparación que llenó de optimismo al sastre de Domingo Felipe Cavallo, quien supone que el economista podría volver a probarse el traje de piloto de tormentas. Idéntica vestimenta pareciera estar requiriendo Ricardo López Murphy, porque -para no ser menos- en su visita a Córdoba trató al presidente de “cobarde”. Sólo faltaría que Dylan denuncie “maltrato animal” y que Messi le diga “pecho frío”.

A ese coro que chifla las decisiones del mandatario como si fuese un juez de línea, se sumó Juan Schiaretti al compartir un acto junto a representantes del sector agropecuario, algo así como ponerse a escuchar a todo volumen un disco de Black Sabbath mientras la abuela quiere sintonizar la misa por radio. Ese mismo día el gobernador se reunió con el dirigente radical Facundo Manes, quien le dijo que “el futuro del país pasa por Córdoba”. Esperemos que pase más seguido que algunos colectivos interurbanos, porque si no cuando llegue ese futuro ya va a ser antiguo. Consultado por la prensa sobre si estos viajes al interior lo sitúan en una campaña presidencial, el neurocientífico se fue por las ramas como neurona en sinapsis.

Durante la semana, una versión periodística insistía en una probable postulación de Schiaretti para la intendencia de Córdoba en 2023, jugada que dejó a varios aspirantes peronistas a ese cargo más desorientados que influencer sin conexión a internet. En los días posteriores, ese rumor empezó a acallarse, pero surgió otro que mencionaba al máximo referente de Hacemos por Córdoba como hipotético reemplazante de la Tota Medina en la dirección técnica de Racing de Córdoba. “Tenemos que evitar como sea de acá hasta el año que viene el síndrome del pato rengo. Estamos pensando en nominarlo como participante del MasterChef Celebrity”, me alertaron desde el Panal.

Por su parte, después de leer algunas encuestas de opinión, ciertos dirigentes de la coalición opositora cordobesa habría empezado a ver al “Gringo” como rubio y de ojos azules, a tal punto que el propio Luis Juez elogió su gestión, que es como si un fanático de las pastas hablara maravillas de la empanada gallega. Desde la UCR local observan estos movimientos con un recelo extremo: quizás teman que esta vez pierdan protagonismo y que puedan no ser ellos los responsables de la derrota de Juntos por el Cambio en la provincia.

(*) Sommelier de la política