Casi en las vísperas de las Paso, debemos reconocer que incluyendo los sufragios nulos de quienes tienen por costumbre introducir en la urna una postal autografiada de Richard Clayderman o una figurita de Juan Román Riquelme.
Desde el Frente de Todos bien podrían pegar afiches con el rostro de Alberto Fernández y una leyenda que rece: “El presidente que quieren los diputados de Juan”. Mientras tanto, a los operadores de Juntos por el Cambio les recomiendo una maniobra similar, con una instantánea de Mauricio Macri junto al gobernador en el restorán El Papagayo, acompañada por el eslogan: “El presidente que cena ojo de bife con Juan”.
En la última semana, me parecieron demasiado contradictorias algunas señales lanzadas por los candidatos, cuyas consecuencias funcionarían como una especie de bumerán. Por ejemplo, Mauricio Macri quiso consolidar el respaldo del campo a su gestión asistiendo a la Exposición Rural, donde también se propuso pisar excremento vacuno con sus pepés porque le dijeron que eso traía buena suerte.
Sin embargo, en los días previos, desde el oficialismo se había sindicado a Alberto Fernández (por su arriesgado juicio sobre las Leliq) como el causante de la corrida cambiaria, lo que derivó en que el candidato del Frente de Todos se erigiera en el favorito de aquellos ganaderos que no podrían sino adorar a quien hace subir al dólar como por arte de magia.
Tras obrar ese milagro, en su visita al interior cordobés, los agricultores le empezaron a reclamar cosas a Fernández, pero más en tono de súplica que de queja. Utilizando un volante con su retrato a manera de estampita, le pidieron que haga subir la cotización de la soja en Chicago que e provoque un aumento del rinde y que, para coronar la demostración de sus poderes sobrenaturales, incremente la densidad del aire a su alrededor y levite, como si fuera una especie de Tu-Sam peronista. Sería algo así como la metáfora de la libre flotación de la moneda estadounidense con respecto al peso… Con respecto al peso del aspirante a ocupar el sillón de Rivadavia.
Por su parte, Alberto gestó su propia paradoja discursiva a través de una frase que pronunció a pocos minutos de su arribo a Córdoba, cuando afirmó que Macri “nos deja un país muy parecido al de 2003”. Con ese aliciente, el actual jefe del Ejecutivo tendría garantizada su reelección, gracias al apoyo de los ciudadanos que quieren una inflación anual del 3,7% como hubo en aquel año. ¿Y a quién no le gustaría, además, pagar $1 el paquete de yerba, $4 el kilo de asado y $1,90 el litro de nafta?
Más que un rechazo al presidente, lo que el aspirante opositor podría desatar con sus dichos es un respaldo a Macri solo comparable al que recibió el dictador Mobetu Cucu, de las islas Flotantes, en Oceanía, cuando en un plebiscito obtuvo más de 10 millones de votos, dentro de un padrón que solo contemplaba unos nueve mil electores.
El elogio final es para los asesores de imagen de Esteban Avilés, el radical que llegó a la intendencia de Villa Carlos Paz por un partido vecinalista, que el pasado 12 de mayo resultó electo como legislador provincial en la lista de Hacemos por Córdoba y que ahora declaró que en las Paso votará a la dupla presidencial de Juntos por el Ca
mbio. Si la idea es que su figura suscite la atención de los indecisos, cabe decir que su perfil es el más indicado para captar la voluntad de quienes, a una semana del comicio, todavía no saben si prefieren la fórmula de Macri y Pichetto, la de Fernández y Fernández, la de Juan José Gómez Centurión y Cynthia Hotton o la de Rick y Morty.
Lic. Clementi Rosso, sommelier político