La escasez
de los recursos humanos calificados es el principal cuello de botella que
afecta el crecimiento de las empresas tecnológicas locales. Es una falencia
crónica que está lejos de resolverse, entre otros factores, porque la educación
superior no alcanza a proveer la cantidad de analistas, programadores e
ingenieros que el mercado demanda: “El ingreso y egreso de estudiantes está
estancado”, señalan los empresarios. Para desarmar ese nudo gordiano, el sector
privado y el público vienen gestando distintas acciones. Una de la que más
expectativas genera es el programa oficial “111 Mil” que apunta a destinar
recursos para la formación, en cuatro años, de 100 mil programadores, 10 mil
profesionales y mil emprendedores. Según los programas y cursos, hay
participación de los ministerios de Producción, de Trabajo y de Educación de la
Nación. Se dictan 300 horas teóricas de forma presencial y luego hay una etapa
de 200 horas prácticas. El único requisito es tener el secundario completo.
Semillero. Actualmente, el sector de la tecnología emplea en el país a unas 100 mil personas y la participación en Córdoba ronda el 10%: según los datos del último “Monitor TIC”, del Córdoba Clúster Technology, las empresas tecnológicas locales emplean a 9.700 personas en la provincia. “Podríamos haber crecido mucho más, pero no estaban los recursos. Del último informe se estimó que si los recursos existieran, podríamos haber creado 3.000 puestos nuevos el año pasado, pero hacia fin de año solo se generaron unos mil. El sector puede crecer 35%, 30% y, en cambio, crece 15% por falta de recursos humanos”, explica Diego Casali, presidente del Clúster y titular de la firma Dicsys. Su empresa es uno de los tantos “caso testigo” de la demanda afectada: con 115 empleados tienen búsquedas para 35 nuevos puestos, pero saben que solo cubrirán la tercera parte.
Desde el sector confían en que el Plan 111 Mil puede
ayudar a mitigar todo esto, aunque creen que hay que reforzarlo para que genere
mayor masa crítica y sea un proveedor fuerte para las universidades. Allí, el
rol de los secundarios podría ser determinante. Y desde Córdoba, el sector
privado empezó su “lobby”, al margen de los debates por la mercantilización de
la educación que se podrían generar. “Sin recursos, perdemos negocios”,
grafican. “Presentamos un proyecto al equipo de 111 Mil de la Nación para que
nos permita ejecutar algunos cursos en la secundaria. Tenemos un acuerdo con la
Asociación de Colegios Católicos de Córdoba para avanzar en eso y definimos al
colegio Santo Tomás para incluir contenidos del 111 Mil en la currícula del
secundario. La idea es que sea a partir de ahora y estamos esperando el okey de
presupuesto para aplicarlo en el secundario”, cuenta Casali.
Nodo Famaf. Además de trabajar “hacia abajo”, con los
secundarios, desde el Clúster también activaron líneas de acción hacia arriba
para gestar mayor vinculación entre el sector privado y las universidades. Para
ello, se gestó el “Nodo Famaf”, un acuerdo con tres líneas de trabajo que se
firmará en los próximos días para contar con mayor apoyo de la Facultad de
Matemáticas, Astronomía y Física. “Por un lado, vamos a promover el
acercamiento de Famaf con las pymes, para que las empresas puedan aprovechar el
conocimiento y apoyo de los investigadores y avanzar en proyectos de I+D; otra
línea es el armando de una supercomputadora para ser usada en proyectos de
inteligencia artificial y que demanda una gran capacidad de procesamiento de
datos; y la tercera línea es una diplomatura para proyectos de inteligencia
artificial, big data, machine learning. Estamos definiendo los contenidos y el
objetivo es arrancar en abril. Todo está alineado al objetivo de que las
empresas logren más valor agregado y productos diferenciadores porque no
podemos seguir vendiendo soluciones convencionales y horas hombres, hay países
más baratos que nosotros para eso”, aseguró Casali.
Mercado externo: el desafío de crecer vendiendo
más valor
El trabajo de las tecnológicas locales viene ganando terreno afuera, aunque se
crece tibiamente. En el segundo trimestre del año pasado, sobre $2.086 millones
de facturación, $254 millones correspondieron a ventas en el exterior, una
relación que no se ha alterado en los últimos años. “Tenemos que seguir
explorando y abriendo mercados, pero lo más importante es dejar de vender horas
y empezar a vender productos con alto valor e innovación. En eso estamos
trabajando en el marco del programa de Transformación Digital. Hoy vendemos a
Estados Unidos, Chile, Perú, Colombia, Paraguay y no mucho más. El 88% de las
empresas venden servicios de poco valor y si no damos más valor a lo que
hacemos, nos va a pegar la renovación digital y tecnoló- gica, como a otros sectores”,
advierte Casali.