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NUEVO CONFINAMIENTO

Para economistas, el crecimiento esperado se puede achicar a la mitad

Señalan que, si el encierro se prolonga, la expectativa de crecimiento para este año podría pasar del 5% al 2,5%. Posiciones encontradas sobre la capacidad fiscal del país para reflotar los planes ATP e IFE.

23-05-21confinam
ADENTRO. El país pasa por un nuevo confinamiento y espera la evolución de la pandemia para conocer la extensión real de las medidas. | Cedoc

Un crecimiento que puede quedar mutilado respecto de las proyecciones iniciales, el agravamiento de las condiciones sociales y un golpe letal a una economía doméstica que aún está lastimada pueden ser las consecuencias de extender el confinamiento más allá de lo recientemente anunciado por el gobierno nacional. Esas son algunas de las conclusiones que hacen economistas consultados por PERFIL CORDOBA. También se refirieron a las condiciones fiscales para afrontar una nueva temporada de asistencias vía ATP o IFE, al tiempo que remarcaron que, hoy más que nunca, lo que salvará a la recuperación de la macro será que se dinamice el proceso de vacunación en las próximas semanas.

  1. ¿Cómo está la fortaleza de la economía para hacer frente a un nuevo confinamiento estricto?
  2. ¿Un cierre prolongado y rígido obligará a corregir a la baja el crecimiento proyectado para 2021?
  3. ¿Hay margen fiscal para reproducir los planes ATP e IFE?

 

Ariel Barraud, Instituto Argentina de Análisis Fiscal:

  1. Por la experiencia y por lo que probablemente pase en 9 días es de esperar que el cierre se extienda y en eso hay que decir que nuestra economía es una de las economías de la región que quedó más herida, más maltrecha por el cierre del 2020. Tuvimos una caída del PIB del 10% y hay sectores que todavía no se recuperaron y probablemente no se recuperen en el año. Hoteles están un 38% abajo respecto febrero del año pasado y restaurantes también mal, transporte un 15% abajo. La construcción se recuperó un poco, industria está en un 2% arriba. Para este año se pronosticaba un 5%, 6% de crecimiento del PIB, básicamente por el rebote estadístico luego del año tan malo que tuvimos, pero la economía no está fuerte para hacer frente a un nuevo encierro estricto porque lo que se requería para que eso pase es, precisamente, que no haya mayores restricciones. 
  2. Un cierre prolongado y rígido obviamente va a llevar a corregir a la baja lo esperado para 2021 porque no se va a obtener esa recuperación. Podríamos quedar sólo con un arrastre estadístico y crecer en torno al 2%, 2,5%, lo que nos dejaría ya en una comparación de largo plazo, con un PBI per cápita similar al de muchos años, muy atrasado. Retrocedemos en términos de PBI per cápita más de 15 años.
  3. Para aplicar un encierro así y pensar en términos de sostenibilidad socioeconómica hay que volver a pensar en los planes de ayuda y de asistencia a los ingresos y es bueno pensar en un sistema similar al del IFE y ATP porque un cierre largo y prolongado vuelve a quitarles ingresos al sector privado y a los más afectados. El año pasado se financió, básicamente, con emisión monetaria y por lo que veníamos viendo en el 2021, por el lado de los derechos de exportación sobre productos agropecuarios más lo que se sumó por el Aporte Extraordinario habría un margen de 1,5% del Producto en términos de ingresos extras que se tendrían. Unos $500 mil millones extras a lo presupuestado. Con eso hay ingresos extras y casualmente se anunció un paquete de $480 mil millones extra de ayuda. Ese margen lo habrían consumido con esos gastos anunciados, pero si vamos a un encierro estricto y prolongado va a costar más para sostener planes de ayuda como el ATP y el IFE. Eso todavía no está incluido en los montos anunciados. El tema es que, si se afecta parte de la actividad también perdés parte del resto de los impuestos, IVA, Cheque, por un freno fuerte en la actividad y ese margen que tenías lo podés perder.

 

Milagros Ricchini, Instituto de Investigaciones Económicas de la Bolsa de Comercio

  1. La economía se encuentra debilitada porque no se llegaron a recuperar los niveles previos al inicio de la cuarentena. Y en segundo lugar, porque la recuperación que se empezó a visibilizar cuando se flexibilizaron las restricciones se está debilitando. El rebote se ve enfriado, tuvimos un pico de actividad en enero, pero en febrero y marzo volvimos a ver caídas en la actividad. Esto ya se veía incluso antes de las restricciones que volvieron en abril. Se ve que la economía está debilitada como para volver a soportar un encierro estricto.
  2. Claramente un cierre prolongado y rígido obligaría a corregir a la baja el crecimiento esperado para 2021. Incluso eso ya se está viendo. En el Relevamiento de Expectativas que publica el Banco Central hubo un empeoramiento de las proyecciones entre el informe de abril y el de marzo. Las proyecciones para el segundo trimestre de 2021 pasaron de ser de un crecimiento de 0,3%, trimestre contra trimestre, a una caída del 1,5% para el mismo período. Eso podría empeorarse aún más con las nuevas restricciones anunciadas y esto se pasaría a las proyecciones para el resto del 2021. Para el 2021 probablemente sigamos teniendo un crecimiento porque la base de comparación contra el año pasado es muy baja, pero punta contra punta, si tomamos diciembre de 2021 versus diciembre de 2020, es probable que veamos un estancamiento o incluso una caída porque las empresas que cerraron y los empleos perdidos aún no se recuperaron.
  3. La lógica indica que ante la imposibilidad de acceder al mercado internacional de deuda y ante licitaciones de deuda en pesos cada vez menos exitosas, sumado a la imposibilidad de seguir aumentando la presión tributaria, no hay un margen muy amplio para aumentar gasto de forma elevada. El déficit del año pasado fue de un record histórico y se emitió para cubrir el 98% del mismo. La situación también es diferente al año pasado porque la base monetaria estaba en niveles más bajos y la inflación no era tan elevada. Sería muy difícil manejar un gasto tan alto como el que representan ATP e IFE. Y si se hace vía emisión esto tendría un correlato negativo sobre inflación y la actividad económica.    

 

José María Rinaldi, Departamento de Economía y Finanzas de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNC

  1. Depende de la magnitud del encierro, esto puede ir en un amplio abanico desde el confinamiento a una restricción limitada al tránsito que no sea productivo. La fortaleza que tiene la economía es un sector manufacturero que se ha recuperado, un rebote muy importante interanual del 11,4% por primera vez desde hace mucho tiempo, según el EMAE. Pero si el confinamiento es muy estricto va a haber actividades que van a repetir la experiencia del año pasado, la hotelería, la gastronomía, transporte, espectáculos. Ese puede ser el costado negativo.
  2. Si el cierre es rígido y muy duradero sí habría que corregir a la baja el crecimiento esperado. El pronóstico va a depender también del ritmo de vacunación y la inmunización. Si se genera un rápido ritmo de inmunización, que es lo que hizo Europa y Estados Unidos, no habría que corregir mucho, sino tratar de que ahí se produzca el verdadero rebote porque la gente pierde la incertidumbre, puede movilizar el consumo, el principal componente de la demanda agregada y tiene el doble efecto porque la estimulación del consumo provoca incrementos en la inversión.
  3. Debe haber margen fiscal para generar paquetes de asistencia como el ATP, el IFE y el Repro. En función de lo que opinan organismos internacionales como la OCDE, que ha abrazado las ideas ortodoxas, se ha dicho que no se cometa el mismo error que 2008 y que ahora no deben ser un problema los déficits y la emisión y se verá después. O como dijo la Premio Nobel de Economía de 2019, Esther Duflo, éstos no son tiempos de conservadurismo ya que estamos viviendo un momento típicamente keynesiano. Por eso, aquello que dijo el ministro de disminuir el déficit está a la derecha de la OCDE e incluso del FMI que dice que en esta coyuntura no hay que fijarse en la magnitud del gasto. Esto es fundamental y contundente, después se verá cómo se financia el déficit. Esa es la idea que existe en las distintas olas de la pandemia, en el hemisferio norte y en los países desarrollados.

 

Leticia Tolosa, vicepresidente de Petrini Valores

  1. Creo que hay varias cosas. Una cosa es lo ideal y otra cosa lo posible. Creo que, dentro de lo posible, un encierro estricto nuevamente sería contraproducente por varios motivos. La gente ya conoce un poco cómo manejarse en esta pandemia, entonces, el miedo a no hacer algo o a cerrar todo pareciera que ya se ha disminuido, entonces el miedo al impacto económico supera al miedo de lo sanitario. Creo que va a ser improcedente y pueden estar forzando a que la gente haga cosas ilegales y el control de la fuerza pública y de la policía va a ser insuficiente. Realmente me parece improcedente un cierre en estos términos. Creo que es muy compleja la situación, creo que en lugar de buscar algo óptimo en lo sanitario tendrían que hacer un equilibrio posible entre lo sanitario y lo económico. Debería haber una alternativa a cerrar todo, también teniendo en cuenta que no todas las zonas son iguales y deberían parcializarse las medidas y hacerla más localizadas.
  2. Obviamente que en lo económico va a causar un impacto. No creo que sea un impacto como al inicio del 2020, porque al inicio el miedo era total y todo se paró. Hoy hay ciertas actividades que están recuperadas o tienen a recuperarse y eso posiblemente demore el crecimiento, pero no lo anule completamente como sí había pasado el año pasado.
  3. El tema fiscal no es coyuntural, es estructural agravado por un tema coyuntural. Entonces los ATP, los IFE, terminan siendo ayudas que al Estado le cuestan mucho, que en los números fiscales pesa mucho, pero cuando llega al beneficiario le ayuda en poco. Es un esfuerzo muy grande para lo fiscal, pero para el empresario o al trabajador al que le llega es muy poco lo que puede hacer con eso.

 

Gisela Veritier, ICDA de la Universidad Católica de Córdoba

  1. Cuando uno analiza distintos indicadores, como por ejemplo el desempleo, que en el tercer trimestre de 2015 era de 5,9% y actualmente está en los dos dígitos, remontándonos a la década de los ´90; cuando uno analiza la caída del PBI per cápita, el indicador por excelencia del nivel de riqueza de un país, y vemos que en el año 2013 era de US$13.374, pasamos a US$8.600 en 2018 y actualmente es de US$ 7.000 volviendo a niveles del año 2007, cuando uno ve esa destrucción en todo el aparato económico vemos que la musculatura que tiene el país para poder enfrentar una nueva ola realmente se encuentra muy debilitada.
  2. Al analizar cómo podría impactar un cierre prolongado y rígido en la economía es muy útil basarse en los escenarios de recuperación desarrollados por Oxford Economics en partnership con McKinsey. Cuando analizamos el impacto de las medidas sanitarias y económicas sobre el PBI se puede ver que, por más medidas que se implementen, si el virus no es contenido rápidamente no vamos a ver escenarios de recuperación en el corto plazo. En un escenario de caos donde haya una recurrencia del virus y con pocas medidas fiscales implementadas se prevé en el mundo un escenario de recuperación a nivel prepandemia recién en el tercer trimestre de 2023. En el medio tenemos que, si hay un apoyo fuerte fiscal, con un virus de recurrencia, la recuperación podría llegar en 2022; en tanto que con un virus contenido en el mundo y con apoyo fiscal bajo el crecimiento vuelve. Con lo cual, es importante que el virus esté contenido. El cierre va a contribuir a una mayor recesión, la solución acá es la rapidez con la cual las vacunas se implementen y puedan llegar a toda la población.
  3. Ante una negociación con el FMI de un préstamo de facilidades extendidas donde se va a hablar de las distintas reformas que va a tener que tener el país en el régimen monetario, cambiario y fiscal, está muy complicado poder financiar con presupuesto propio el ATP y el IFE. Si los Derechos de Giro del FMI de US$ 4.500 millones son destinados a los gastos de pandemia la situación puede ser diferente. Y en ese caso, si se destinan esos programas al 40% de las personas que están en la informalidad y a las personas de bajos recursos esto puede tener un impacto en las tasas de pobreza y desigualdad. Un dato que acaba de publicarse es que en América Latina creció la desigualdad extrema en un 12% de la población y en todos los países. México es el más paradigmático, hubo un fuerte crecimiento de la desigualdad extrema. No así en Brasil, donde Bolsonaro asume con un tono muy market friendly, pero con todo lo que se lo criticó al manejo de la pandemia, inyectó grandes paquetes fiscales a la población de bajos recursos y la pobreza extrema bajó de un 5,4% a un 1.9%. Son datos a tener en cuenta con respecto a cómo abordar las diferentes crisis, pero el margen fiscal hoy en Argentina está muy limitado.