Con un estruendo similar al de los vidrios rotos del despacho de Cristina Fernández, la fractura del bloque oficialista durante la aprobación del acuerdo con el FMI en la Cámara de Diputados fue el corolario de una sesión en la que todo se mezcló como si alguien hubiera accionado una minipimer. La Cámpora pasó a la oposición, la mayoría de los legisladores del Frente de Todos votó en consonancia con sus colegas de Juntos por el Cambio, los libertarios y la izquierda sostuvieron la misma postura contraria al proyecto, y el ministro de Economía viajó a Houston, lo que fue interpretado por algunos como la confirmación de que “tenemos un problema”.
Sindicado desde sectores cercanos al gobierno como el culpable de haber tomado un préstamo escandaloso durante su periodo gubernativo, Mauricio Macri emitió una crítica implacable… contra Juan Román Riquelme y su desempeño como vicepresidente de Boca Juniors. Cuando en el marco de la Expoagro 2022 se le oyó decir que “nos está arruinando”, algunos chacareros desprevenidos aplaudieron a rabiar creyendo que el exmandatario se refería a Alberto Fernández, pero después se percataron de que el objetivo de sus dardos era el ídolo xeneize, que en el campo de juego fue un crack pero que como dirigente estaría teniendo menos respaldo que la moneda argentina.
Ante lo que percibe como una extrema fragilidad de la actual gestión, Macri ha retomado su agenda pública y se muestra como opción para 2023 entre los “halcones” opositores y frente a las “palomas” de Horacio Rodríguez Larreta, aunque haya quienes lo acusen de haber beneficiado a los fondos “buitre”. Este panorama podría llevarnos a pensar que se le han subido los pájaros a la cabeza, pero en realidad todo es bastante coherente con la iniciativa que puso en marcha en su momento de estampar animales en los billetes, donde hoy se lucen guanacos, cóndores, tarucas, ballenas, yaguaretés y horneros, varios de ellos en vías de extinción para la sufrida clase media.
La cercanía de las próximas elecciones no sólo agita las aguas del Río de la Plata en torno a la Casa Rosada, sino también las del Suquía alrededor del Panal, sobre todo ante la posibilidad de que por primera vez en lo que va del siglo gobierne la provincia alguien que no sea peronista… o al menos que no lo sea en este momento. Y es que, según las encuestas, el precandidato con mayores chances de ganar seguiría siendo Luis Juez, en cuyo álbum retrospectivo aparecen fotos junto a José Manuel de la Sota, Olga Riutort, Néstor Kirchner, Pino Solanas y hasta el propio Juan Schiaretti, una galería de instantáneas a la que muchos justicialistas les encantaría lucir en su perfil de Facebook.
Sin embargo, a la lista de aspirantes del PRO a la gobernación, donde hasta ahora se anotaban los nombres de Gustavo Santos, Laura Rodríguez Machado y Javier Pretto, se sumó esta semana el del intendente de Marcos Juárez, Pedro Dellarossa, quien estaría dispuesto a competir contra Juez, sobre todo en cuanto a fotos al lado de referentes famosos. Mientras el titular del Frente Cívico se reconciliaba en Buenos Aires con Mauricio Macri y ponía así entre paréntesis las preferencias del expresidente por Santos, Dellarossa posaba en sus redes sociales junto a Patricia Bullrich, una mojada de oreja comparable a la que Residente le propinó a J Balvin en la última sesión de Bizarrap.
Esta agitación contrasta con la unidad que, al menos en la superficie, parece haber conseguido el PJ, donde Martín Llaryora empieza a contar con el mayor consenso para suceder a Schiaretti, al punto que estaría proyectando la futura realización de un cuarto y un quinto carril en la circunvalación para cuando asuma como gobernador. Si bien Llaryora gusta de referenciarse en la tarea realizada por el radical Rubén Américo Martí, el último intendente cordobés que llegó al sillón gubernativo provincial fue Ramón Bautista Mestre, por lo que sus asesores de imagen estarían trabajando para retomar el slogan “de la periferia al centro”, adaptado esta vez para aludir a la “ancha avenida del medio”. Mucho más difícil sería hoy volver a negociar la compra de trolebuses rusos, porque Moscú los habría reciclado como tanques en la invasión a Ucrania.
(*) Sommelier de la política