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CóRDOBA
CAMINANDO LA CALLE

Personas de talla baja, la difícil búsqueda laboral

David Módica, como a gran porcentaje de las personas con acondroplasia, se le hace más difícil de lo habitual conseguir empleo.

David Modica
Uno de cada 20.000 argentinos sufre acondroplasia. El promedio mundial es uno cada 25.000. | Fino Pizarro

David lleva una bandeja con panchos. Quizás son choripanes. Pero él va con una sonrisa. Cristian está cumpliendo 7 años y David está contento de acompañarlo. Cuando ingresa al salón para repartir, escucha murmullos y risitas. “¡Mirá, un enano!”. Y la sonrisa se le desdibuja, pero respira hondo. Ya está acostumbrado al dedo señalador y burlista. Sin embargo, en ese momento su corazón latirá más fuerte de lo habitual, su piel se erizará y escuchará la voz infantil de Cristian: “No, él no es un enano. Es David, mi amigo. Vengan, se los presento”.

Ese día David Módica fue feliz. Sintió el aprecio de ese niño y luego de todos los otros niños, y, fundamentalmente, por la enseñanza que su amiguito les dio a todos en esa fiesta. “Si una criatura se da cuenta, ¿por qué a los adultos les cuesta tanto?”, aún se pregunta. Antes era rezongón, se molestaba, pasaba nervios, pero desde que en 2012 tuvo un pico de estrés que le provocó parálisis facial, se toma las cosas con más calma. Y cuando algo no anda bien, rememora aquella anécdota.

David se siente cordobés por más que nació en Buenos Aires. Llegó a la ‘Docta’ cuando tenía cuatro años. “Soy cordobés”, exclama el fanático de Belgrano y la ‘Mona’ Jiménez. Tiene 52 años y vive en Barrio Residencial Oeste junto a su mamá Elva.

Multifacético. Supo laburar de albañil y en un taller de chapa y pintura. Durante muchos años trabajó en boliches de la zona del Abasto. Hizo de todo en ese rubro. Desde limpiar a armar las barras o atender la barra y hasta poner música.

Pero hace tres años no consigue trabajo. Busca por todos lados, camina la calle, pero no hay forma, nadie le da trabajo. Y desde la llegada de la pandemia se hizo aún más difícil. David tiene acondroplasia, una alteración de origen cromosómico que provoca un desarrollo disarmónico del cuerpo. Mientras la longitud
de la columna vertebral es normal, los huesos largos del resto del cuerpo están acortados simétricamente. Las personas adultas con acondroplasia alcanzan una estatura de unos 130 centímetros.

Su condición de talla baja hace aún más difícil encontrar trabajo, una problemática que atraviesa gran parte de la población con este diagnóstico. “Uno de los grandes desafíos que tienen las personas talla baja es superar los estereotipos que hay, los eufemismos que todavía siguen existiendo como el de llamarlos ‘enanos’ Eso hace que se los tome con una mirada en burla y no con la conciencia real del aporte que puede hacer la persona en la organización. Hay muchas personas con talla baja formadas”, le explica a PERFIL CÓRDOBA Luciano Vélez, coordinador de la consultora Potenciate, que trabaja promoviendo la inclusión laboral de personas con discapacidad. A propósito, aportó: “El 80 por ciento de las personas con discapacidad en edad de trabajar o económicamente activas, se encuentran desempleadas”.

Por su parte, Jesús Bordón, referente en Córdoba y pionero de la Selección argentina de fútbol de talla baja, cuenta: “No hay una estadística sobre el desempleo, pero sí puedo decir que de los que conozco, son contados con los dedos de la mano los que tienen trabajo. Eso muestra la desigualdad que hay. Espero que mi hija, que hoy es chiquita, pueda tener las posibilidades que nosotros no tenemos”.

Para Para David es un gran dolor no conseguir trabajo. Se le nota en su voz. “Me duele, no solo por lo económico, que es importante, sino por lo social. Con la pandemia se puso bastante duro conseguir trabajo. Terminé la primaria, soy rápido para las matemáticas. Me cuesta con la computación, pero siempre traté de desenvolverme en los trabajos que me han dado, pongo lo mejor de mí”, le cuenta a este medio.

David entrena en el Kempes en el equipo cordobés de fútbol de talla baja. “Me invitó Jesús, vi que todos éramos de la misma onda, la misma estatura y me sentí en mi mundo. Es mi cable a tierra, nos dieron un lugar y respeto”, expresa, porque atajar ahí le genera un escape ante la ausencia de empleo.

“Mi estatura la tengo aceptada hace rato”, cuenta Módica. Pero es cierto que muchos jóvenes de talla baja sufren la ignorancia de la sociedad. Entonces, David explica: “Cuando era más chico sí sufría discriminación. Pero no sé si es sufrir la palabra, es incomodidad. Porque los adultos en vez de averiguar o ser sociables, lo tomaban a burla. Me molesta cuando los padres dicen ‘mirá, un enano’. He escuchado a las criaturas corregirlos, diciéndole ‘no son enanos, son talla baja’”.

Solo el 30% de las empresas  en Argentina  contratan personas con discapacidad.
 

Modica talla baja