Lionel Scaloni no se mostró eufórico ni confiado en exceso. Todo lo contrario. “Nos tocó un grupo con equipos difíciles”, dijo. En fútbol todo puede pasar, pero la realidad es que al menos en los papeles la Selección tiene un grupo sumamente accesible para pasar a la siguiente ronda en la Copa del Mundo.
En fútbol el país es potencia. Pero cuesta más pensar a la Argentina en esos términos en otros campos. O recuperar el estatus de potencia que supo ostentar hace muchas décadas. En el plano económico, la falta de rumbo, de estancamiento crónico, en una palabra la enorme dificultad para consolidar un proceso de crecimiento, es un lastre que se padece desde hace casi medio siglo.
En ese sentido, un ejercicio para imaginar cómo está parada Argentina con relación al concierto de naciones que supone una disputa global como un Mundial de Fútbol, puede arrojar algunas reflexiones válidas. Así, ¿podría la Selección llegar lejos si en el Mundial no se midiera el talento y el desempeño futbolístico y se contemplaran, por caso, las principales variables con que se audita la economía de un país?
El sorteo del viernes colocó al equipo argentino en el Grupo C, junto a Arabia Saudita, México y Polonia. Es decir, un país muy rico, con base en la riqueza natural, que lo convirtió en el segundo exportador global de petróleo, pero que mantiene enormes dificultades de desigualdad; una nación latina que asoma como economía emergente, pero que conserva buena parte de su población aún con ingresos bajos, y un estado de Europa que, sin ser potencia, es uno de los de mejor desempeño en la región, al tiempo que logró altos índices de desarrollo humano y de servicios sociales para sus habitantes.
Un primer pantallazo nos deja la impresión de que, desde lo económico, las comparaciones contra esos países no nos dejan bien parados.
Ingreso y PBI. Al observar los valores per cápita, los mejores datos en este caso son de Arabia Saudita, que tiene ingresos per cápita mensuales de más de US$ 1.800, contra US$ 1.300 de Polonia, US$ 885 de Argentina y US$ 740 de México. Igual ubicación si se mide PBI per cápita al año: primer lugar para Arabia (17.000 euros), luego Polonia (15.000 euros) y Argentina y México empatados en 7.500.
Pobreza y desempleo. Arabia hace un poco más de agua. Sin informar datos oficiales, el ‘vacío estadístico’ deja estimaciones de agencias, medios u observadores extranjeros que van desde el 12,7% al 60% de su población en la pobreza. Polonia se quedaría con el primer lugar con un índice menor al 15% y Argentina pelearía de cerca con México. En lo que refiere al desempleo, Polonia ostenta un 3%, México un 3,7%, Arabia informa un 5,6% y Argentina acaba de comunicar uno de los valores más bajos en cinco años, 7%, que sigue siendo alto en el concierto de naciones.
Competitividad. El Ranking de Competitividad es un índice elaborado por el Foro Económico Mundial, que mide cómo un país utiliza sus recursos y capacidad para proveer a sus habitantes niveles de prosperidad. Aquí Arabia ocupa el puesto 36°, Polonia tiene el 37°, México el 48° y muy lejos Argentina con un pálido sitio, el 83°.
Inflación. En este ítem mejor ni salgamos a la cancha.
IDH. Finalmente, uno de los test más englobadores es el Índice de Desarrollo Humano, que elabora todos los años Naciones Unidas y que no solo contempla aspectos económicos, sino también la evolución de servicios como la salud, la educación y los ingresos. Aquí el primer puesto lo lleva Polonia que está 35° a nivel mundial; luego Arabia, 41°; Argentina figura en el puesto 46°, y bastante más lejos México, en el 76°.
Así las cosas, las conclusiones no son buenas. Más allá de algún indicador puntual, lo cierto es que aun sin enfrentar a grandes potencias económicas, Argentina tendría grandes dificultades para avanzar en el grupo. Sin un plan económico consistente que no resuelva las enormes dificultades que abraza la macro, no se superaría la primera fase y pensar en un horizonte de país normal y aceptable para vivir.