En un juzgado del sur de la provincia, se adoptó una medida inédita en un caso de violencia de género. El juez resolvió aplicar “control intensivo de los movimientos del agresor hasta que deje de ser una amenaza inminente para la víctima”.
Claudio Mazuqui, juez de Control, Niñez, Juventud, Penal Juvenil, Faltas y Violencia Familiar de Huinca Renancó, adoptó esta medida en dos casos en los que intervino. Explicó a PERFIL Córdoba que es un recurso utilizado en España y que se decidió a tomarlo porque en “muchos casos la víctima termina revictimizada por la situación y es escrachada en su ámbito, en especial cuando se trata de localidades pequeñas donde todos se conocen”.
En ambos casos, el juez valoró que el control al agresor funcionó para garantizarles una vida más tranquila, también acompañado de ayuda psicológica. ”En el Juzgado partimos de dos premisas: la primera es que de la violencia familiar y de género se puede salir con contención y ayuda psicológica; y la segunda es que se puede prevenir; por eso organizamos charlas en los barrios y en las escuelas para hablar con los vecinos y jóvenes a fin de visualizar el problema”, destacó el magistrado.
La historia de un caso. Una mujer de la localidad de Del Campillo, a 360 kilómetros al sur de la ciudad de Córdoba, denunció desde el año 2014 hechos de violencia de parte de su esposo, con quien tiene cinco hijos, dos de los cuales son menores de edad. Las presentaciones fueron dirigidas al fuero de Violencia Familiar y también Penal. De ahí derivaron órdenes de restricción de acercamiento entre los integrantes de la pareja, que fueron violadas en varias ocasiones.
En 2015, el agresor quedó detenido en la cárcel de Río Cuarto por privación ilegítima de la libertad, amenazas, coacción y luego fue condenado por la Cámara del Crimen de esa ciudad. Todas estas imputaciones tenían a su esposa como víctima. Luego de cumplir la pena y recuperar la libertad, volvió a hostigar a la mujer, sobre quien se ordenó custodia policial para preservar su vida.
Sin embargo, los padecimientos no cesaron. La problemática se agudizó cuando ella se fue a vivir a una ciudad cercana al campo donde residían inicialmente y comenzó una nueva relación afectiva. En esa circunstancia, el Juzgado a cargo de Mazuqui entrevistó a la mujer quien le pidió que le sacara la custodia policial porque se le hacía imposible vivir de ese modo. Se analizaron diferentes soluciones originales para dar respuesta a la víctima. Por último, el magistrado destacó que “hasta el momento, con el control al agresor y el tratamiento psicológico a ambos, hemos logrado que la víctima pueda continuar con su vida sin que se le acerque”.