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CóRDOBA
TEJIDO SOCIAL SAQUEADO

Postal que crece: pobreza sin techo, clase media en caída y control social de las bandas en los barrios

Los barrios de la periferia –y no tan periferia- de Córdoba exponen la más cruda de las realidades que está cimentando esta crisis. A 40 años de la recuperación de la democracia se suma otra generación anclada en la pobreza. A ella se acopla la clase trabajadora, que dejó a un costado sus aspiraciones de mejorar su calidad de vida. En ese duro contexto los barrios marginales son los que más sufren la inseguridad y violencia de la economía delictiva que gana terreno y crece en su control social. "Las mamás nos piden que anotemos a sus hijos en el club o la cooperativa para que no se los lleven las bandas", dicen desde Barrios de Pie. "Hay que defender los derechos y la paz social, porque en estas crisis los muertos los ponemos nosotros", demandan.

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FRAGILIDAD SOCIAL. La necesidad de asistencia alimenticia cotidiana se volvió imprescindible en las barriadas de Córdoba. | Cedoc

Son las 18.20 y todavía es de día, así que se ve con bastante claridad el helicóptero de la policía que patrulla sobrevolando Villa 9 de Julio, pasa por Villa Serrana y da la vuelta rumbo a Autódromo. Seguirá para Cornú y probablemente hacia barrio Cooperativa 16 de noviembre. Es una imagen bastante común en estos barrios del norte de la ciudad que ya se acostumbraron a las balaceras por la madrugada y donde los vecinos saben que para salir al almacén es mejor llevar lo justo y dejar el teléfono en casa. Como pasa en muchos barrios, se modifican hábitos para sobrellevar una realidad que se podrá maquillar en época de elecciones, pero se impone. 

No es justo decir que el Estado solo está presente en su carácter policial y punitivo, porque los dispensarios y colegios públicos de todos los barrios que componen Arguello y Arguello norte siguen funcionando y abren día a día. Pero la sensación de que el principal rostro del sector público es la policía queda flotando.

También es comprensible. En esta zona, como en muchas otras de la ciudad los patrulleros son la mejor respuesta que la gestión pública encontró ante la creciente presencia de una economía delictiva que crece en los barrios. Es claro que no alcanza. Y también es claro que abordar el asunto como una problemática neta de inseguridad es caer en un reduccionismo con bajo impacto y escaso vínculo con la realidad.  

Cada crisis deja una profundidad de desigualdad que no se revierte si no hay políticas públicas. Cada crisis deja una fragmentación más profunda. Hoy estamos viendo que aparecen nuevos sujetos sociales. Hace muchos años que no veo una situación como ésta en el país. Yo hablaría de una crisis más profunda que no tiene solamente una lectura, tiene varias lecturas. Ya hablamos de generaciones de personas que no trabajaron formalmente. Desde el inicio de la democracia, hay generaciones que no pudieron palpar lo que prometió la democracia, vivir, comer, educarse. Lo que tenemos hoy es una foto muy triste, pero que es parte de una película más larga”, dice Silvia Quevedo, una de las principales referentes de la organización popular Barrios de Pie.

Junto a un entramado de movimientos y organizaciones sociales que nacieron al calor de la fragmentación social que denotó en la crisis de 2001-2002 Barrios de Pie emergió como un actor enfocado en el trabajo territorial que hoy no puede dejar de operar.

Sólo Barrios de Pie acompaña a más de 9.000 familias en unos 90 barrios de Córdoba. También tienen delegaciones desplegadas en localidades del Gran Córdoba y en ciudades importantes del interior como Villa María, San Francisco o Río Cuarto.  

“En la diaria te vas dando cuenta que hay cada vez más sectores sufriendo más privaciones y hoy se está incorporando otro sector que hasta hace un tiempo era el que tenía aspiraciones a poder mejorar su calidad de vida. La clase media baja y la clase media, los laburantes son los que están siendo castigados de manera abismal por la situación económica. Por eso digo que estamos hablando de una crisis un poco más profunda. Va a ser difícil revertir la caída de la clase media, para el laburante va a ser bastante difícil dar vuelta su situación”, dice Quevedo.  

Economía delictiva y barrios tomados.
La inseguridad como moneda corriente y la presencia cada vez más desplegada de bandas delictivas y bandas narco es la otra postal que se expande con ferocidad en los barrios populares y marginales de Córdoba.

“Hoy hay nuevos actores sociales, los pibes y las pibas que se están vinculando a estas organizaciones delictivas. Eso se traslada de manera muy violenta en los territorios. Todos hablan de inseguridad, pero los que más sufren la inseguridad son los vecinos de los barrios populares. Porque acá se formó y se consolidó una economía delictivita complicada que tiene un control social sobre algunos territorios. Por eso las mamás nos piden que les anotemos a los hijos en los clubes y en las cooperativas de trabajo para que no se los lleven las bandas, para que esos chicos no caigan. Por muchos años no ha existido una política activa, creo que acá nadie se salva solo. El Estado no lo puede hacer solo, nosotros tampoco podemos hacerlo solos”, plantean desde Barrios de Pie.  

Quevedo amplía: “Estos nuevos actores…estamos siendo protagonistas de un cambio de etapa. Hay un fin de ciclo que termina y claramente llegamos a una situación de gravedad inédita y tenemos que entender que no podemos resolver esta “nueva casa” con las mismas herramientas de hace 30 años. Yo era chica, pero me acuerdo de los saqueos del ’89. En el 2001 también vi los saqueos en el barrio. Vi todos esos procesos. Hoy estamos intentando sostener pero nos tenemos que replantear algunas cuestiones, no es solo la asistencia en la emergencia. Nuestro aporte como organización es poder dar respuestas mínimas, tenemos que construir una agenda amplia. Y el Estado tiene que actuar con más celeridad, estamos con una situación inflacionaria que no se resiste, por eso decimos que necesitamos una batería de medidas de manera urgente”.

“Los chicos que están cayendo en estas organizaciones delictivas no están ahí porque quieren sino porque eso se desarrolló al calor de que no hay nadie dándoles respuestas. Algunos años estuvimos peor, otros mejor, pero mirando toda la película nunca se mejoró profundamente la calidad de vida. Entonces, si hablamos que durante sus primeros años un niño no consume carne, no consume leche y no está bien alimentado es muy probable que ese niño o niña, cuando tenga 14 años se va a convertir en uno de los pibes que va a salir a la calle sin ningún tipo de amor y cariño, porque no lo ha recibido”, dice.

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¿Paralelismos con el 2001?
Los días posteriores a las elecciones primarias no fueron –ni están siendo- fáciles. Las imágenes de negocios y supermercados vandalizados en medio de un revival de la narrativa que clama “que se vayan todos” conjugaron elementos para que muchos de los argentinos volvamos a pensar en una reiteración trágica de la crisis de 2001.

Para la gente de Barrios de Pie, aunque la situación actual es muy compleja en diferentes dimensiones, se está lejos de pensar en un paralelismo directo con lo que se expresó en 2001 y en concreto, con los saqueos masivos que se vivieron.

“No encuentro comparación con 2001. En 2001 había un clima social distinto. Y en 2001 no había nada, era la desolación. La gente sola. No había organizaciones conteniendo. Hoy hay un tejido de organizaciones. No podemos con todo, pero hay otro marco de situación y otra discusión en el medio. Hoy vemos otro tipo de situación con respecto a los saqueos por ejemplo. Nadie está en eso. La gente se está organizando para soportar y salir adelante día a día. La misma gente de los barrios está con miedo a que pase eso, pero está movilizada hacia otro lado”, plantea Quevedo.

Con todo, reconoce que hay una fragilidad que hace pensar en esa crisis: “se trae el que se vayan todos que vimos en 2001 y la gente está pidiendo algo nuevo porque no se le resolvió el trabajo, la educación, la salud. Los pibes están viendo que no tienen nada que perder. Y todo eso quedó muy claro en la pandemia que hizo mucho daño y marcó claramente las diferencias. En la pandemia se pudo ver qué pasaba con los que tenían dispositivos para la educación y la salud y que pasó con los que no. Creo que la discusión tiene que ver con la situación de crisis profunda y ese es el debate que hay que dar activamente. Vamos a estar muy complicados como sociedad, el daño de esto va a ser muy grave teniendo en cuenta los planteos y las legitimidades que se van construyendo”.

Lo que no está. En esa línea es que Quevedo ancla la experiencia de Barrios y el de otras organizaciones que trabajan en torno a la economía popular para tratar de que se logren espacios para recuperar al trabajo como ordenador social.

“Si bien la situación no es la de 2001, el impacto económico sobre las familias es durísimo. Durísimo. Se necesitan medidas porque los que se están cayendo no los vamos a poder sacar. Hay sectores que no van a poder acceder nunca más al trabajo formal. El trabajo es un ordenador de la vida de las personas y ese ordenador no está presente. No lo vemos llegar. No es solo una problemática de movilidad económica, hay que abordarlo de manera integral. La gente ya no está pidiendo un plan social. Ahí vemos que puede entrar y que tiene que entrar la economía popular en la agenda para insertar a los trabajadores, en una integración con el sector privado, con las empresas y el Estado. La inserción de los programas de la economía popular es clave”, plantea.

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-La respuesta entonces no parece ser menos Estado, como se escucha de algunos candidatos.
-No, todo lo contrario. Una situación como esta requiere generar una batería de medidas, de mayor presencia del Estado y articulado con la mayor cantidad de actores sociales, porque nos llegó la hora de defender la paz social y el cuidado de la casa común. Acá están en riesgo los derechos y creo que hay un retroceso si ponemos en debate planteos que ya habíamos tenido y parecía que ya habíamos superado. No podemos estar hablando de militarización, portación de armas, quitar derechos a las minorías… Hay que ir por el acuerdo social de la paz y la defensa de los derechos constitucionales. Hay que profundizar los debates vinculados al trabajo, la desigualdad, pero dentro de un marco que hay que defender. Hoy estamos trabajando con muchas otras organizaciones, construyendo comunidad. Porque más allá de la realidad de las bandas y la inseguridad, esos chicos son hijos nuestros y de nuestras compañeras. Por eso decimos que hay que defender la paz social, desde todos lados. Porque cuando llegan estas crisis, los muertos siempre los ponemos nosotros. La gente no elige dar un salto al abismo, la están empujando”.