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CóRDOBA
EL HUMOR AL PODER

Qué timbre hay que tocar

1-11-2020-Logo Perfil
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Quiero aprovechar para pedir disculpas a todos aquellos con los que debía reunirme en los últimos días, pero desde el miércoles estaba en casa esperando que vengan a censarme, aunque ya se habían endurecido las facturas y se había congelado el café que tenía preparados para quien me tocara el timbre. Después me enteré de que mi espera había sido en vano, porque desde el Indec decretaron que todo el que hubiera respondido el cuestionario de modo virtual debía considerarse censado, algo que me generó un gran alivio: si me aplicaban la multa de 100 mil pesos, hubiera debido vender algún electrodoméstico para poder pagarla, con lo cual tampoco serían ciertas determinadas respuestas que di sobre los artefactos que hay en mi hogar.

Mucha gente confesó su resistencia a atender a los censistas, en precaución por el rebrote de la epidemia; pero no la de coronavirus, sino la de las estafas piramidales, que también te hacen levantar temperatura, te dejan en la lona y te obligan a buscar ayuda externa para salir del ahogo. Como si hicieran falta más razones para no abrir la puerta, algunos vecinos adictos a los canales de noticias adujeron que no se prestarían al censo para no quedar expuestos a la Viruela del Mono, recaudo que varios de ellos no toman cuando se trata de la fiebre por la Mona: serían millonarios si cobraran por el presentismo en los bailes de Jiménez.

Aunque no se lo vio timbrear casa por casa, también anduvo muy atareado esta semana el intendente Martín Llaryora, al que se le abrieron dos frentes de batalla que amenazaron con sitiar la ciudad, por más que no contasen con el respaldo del Ejército Ruso. En tanto Rubén Daniele volvió por sus fueros y arengó a su tropa del Suoem en procura de mejoras salariales, con idéntico objetivo la UTA nacional lanzó un paro de transporte salvaje que disparó la venta de sidecars, globos aerostáticos y alpargatas en los comercios del centro. Esta película de terror que los usuarios vivimos periódicamente, ya no sorprende a nadie porque siempre tiene el mismo final: aumenta el boleto.

No conforme con haberse instalado como un presidenciable en círculos políticos nacionales, el gobernador Juan Schiaretti trascendió las fronteras y viajó a Kuwait, junto a su par santafesino Omar Perotti, para cerrar la financiación del acueducto interprovincial. “El Gringo es capaz de sacar agua del desierto”, bromeó un funcionario desde El Panal, mientras escondía en un cajón los afiches de “Juan 23” porque no es cuestión de ser más papistas que el Papa. Y es que el propio Schiaretti se desmarca cual centrodelantero del operativo clamor que lo promueve como futuro ocupante de la Casa Rosada, más allá de que en Nueva Italia sueñan con que haga flamear allí una bandera celeste y blanca… con el escudo de Racing.

En Córdoba, mientras tanto, un grupo de intendentes albertistas solicitó que se le autorice un bloque propio en la Mesa Provincia-Municipios, en una expresión de apoyo al gobierno nacional fogoneada por el crecimiento del índice de actividad industrial y por el pronóstico de que la inflación de mayo podría ser de “apenas” 5%. “Mirá si se produce el milagro y Alberto sale a flote”, se esperanzaba un jefe comunal del sur de la provincia, en tanto le prendía a cada santo una vela y convocaba a las comadres del pueblo a rezar el rosario hasta batir el record Guinness. Desde el FMI alimentaron ese rapto de optimismo al hablar de que hubo “progresos”, aunque tratándose de ese organismo habría que pensar muy bien cuál es el concepto de “progresismo” que ellos estarían manejando.

Del otro lado de la grieta, Rodrigo de Loredo sigue sin decidirse si va por la intendencia o por la gobernación y le pone a la interna de Juntos por el Cambio más suspenso que el último episodio de “Better Call Saul”. A un año de la probable fecha de elecciones, el dirigente radical no descarta ninguna posibilidad, ni siquiera la de candidatearse al premio Nobel de Literatura. Desde su entorno comentan que habría querido realizar una foto de campaña sumergido en el lago San Roque, pero temían que debajo de las algas fluorescentes se alojase un monstruo submarino que pudiera atacarlo.

(*) Sommelier de la política