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ANÁLISIS Y PERSPECTIVA

Recta final

El plan, conducido por Sergio Massa, es el desenlace de más de veinte años de políticas fiscales y cambiarias funestas.

21-5-2023-Massa vacas
MASSA. “Para durar, la consigna del gobierno es no devaluar: para eso mendigan dólares por el mundo para venderlos a precio de ganga y suben la tasa de las Leliqs, aumentando la emisión y reprimen ferozmente”, dice el autor. | CEDOC PERFIL

Habiendo sufrido desde diciembre de 2019 cuatro  picos cambiarios sin sincerar ninguna variable y sin recursos disponibles, el  “Plan durar” está entrando en la recta final. El problema es que, la línea de meta luce muy lejana.

El plan, conducido por Sergio Massa, es el desenlace de más de veinte años de políticas fiscales y cambiarias funestas.

Los años felices (2003-2007). Apoyado por un ciclo favorable de los precios internacionales, el país creció, el desempleo bajó y los precios se mantuvieron estables. Para potenciar el gasto fiscal, sin que saltara la inflación, se usó fundamentalmente la tasa de cambio como ancla. Tras una baja inicial del dólar del 13% desde el nivel de partida, sólo subió desde fines de 2003 a 2007 un 7,3%, mientras el Índice de Precios se elevó 62,1%.

Aunque ésta y otras distorsiones se iban acumulando, las reservas en el Banco Central, pasaron de US$ 10.500 millones al cierre de 2002 a US$ 46.200 millones al final del 2007. Este “modelo” de atraso cambiario es el pecado mortal que llevará la economía K al quinto recinto del octavo círculo del infierno.

Cepo progresivo. En diciembre 2011, las reservas habían caído a US$ 25.000 millones; más de US$ 20.000 millones rebajados se habían “fugado” en atesoramiento, turismo, importaciones, intereses y pago adelantado al FMI, etc. Fue cuando la presidente decretó la primera restricción cambiaria: una nimiedad con relación a las limitaciones actuales.

El problema de la brecha. El diferencial entre el precio de la divisa “oficial” y el de los mercados libres (“la brecha”) actúa acentuando el drenaje del tipo más barato, o sea, el cepo agrava el problema que pretende solucionar. Adicionalmente, el precio del liberado tiene más traslado a precios cuanto mayor sea la diferencia.

Aplicada la primera represión cambiaria de la era Cristina, la brecha pasó de 20 a 30% entre diciembre de 2011 y abril de 2012. En ese año promedió un 35%, en 2013 un 60%, en 2014 un 65%, en 2015 un 70%. Así, en diciembre de 2015 las reservas netas del Central eran de US$ 3.200 millones.

Luego del espejismo macrista, la brecha, hija del desmadre fiscal, reapareció con una virulencia inusitada, al compás de una monetización creciente con sello K, oscilando en el 100%.

Durar para llegar. Obcecadamente, los ministros de los Fernández insisten desde diciembre de 2019 hasta el presente, en atrasar el tipo de cambio oficial; la cotización del dólar oficial de $ 60 post PASO de ese año debería valer $ 300 si se lo hubiera actualizado por inflación. También perseveran en emitir desenfrenadamente y así la inflación es la más alta de los últimos 30 años. Las reservas del Central, de US$ 6.000 millones en la asunción, ahora son negativas en más de US$ 5.200 millones, pese a que el agro, al compás de nuevos precios récord, liquidó cifras históricas en 2021 y 2022 (US$ 33.000 y US$ 40.000 millones): en 4 años, el gobierno ha rifado unos US$ 100.000 millones (sólo del agro), pese a que utiliza el cepo más recargado de su ciclo. Para durar, la consigna es no devaluar: para eso mendigan dólares por el mundo para venderlos a precio de ganga y suben la tasa de las Leliqs, aumentando la emisión y  reprimen ferozmente.

La oposición, mientras tanto, no explicita claramente la crueldad del ajuste que deberá realizar, antes o a partir de diciembre. A ellos, se les reclama sinceridad, ya que a Sergio Massa es inútil hacerlo.