Tiene 69 años y este es el último que se ocupará de que todo funcione a la perfección tras bambalinas, su lugar de trabajo desde 1997, cuando empezó su carrera acompañando a la Comedia Infanto Juvenil en el estreno de la obra ‘Diente de ajo’, para la que diseñó todo el vestuario.
Dueña de un perfil muy bajo, ‘Titina’ —como la conocen desde que recuerda, tal vez por lo impronunciable del nombre Octavia para sus hermanas menores— ha sido durante todos estos años la responsable de hacer que la magia suceda.
Nacida en Córdoba Capital, advierte que siempre son los actores, directores o dramaturgos quienes se llevan los aplausos y lejos de querer ponerse en primera plana, sí reconoce que le gusta la idea de visibilizar lo que pasa detrás de los escenarios.
En diálogo con PERFIL CÓRDOBA, hizo un repaso por sus años de carrera y habló de su futuro sin la adrenalina del detrás de escena.
—¿Cómo fue el homenaje que te hicieron?
—La verdad es que me tomó por sorpresa. Les había contado a todos que a fin de año me retiraba porque me estoy jubilando. La última obra era con los chicos de Desafiarte, y a una de mis compañeras se le ocurrió hacerme una despedida. Pero nunca me imaginé que el director del teatro, cuando empezó a decir palabras muy lindas en el escenario, me las estaba dedicando a mí. Fue una sorpresa muy linda y un hermoso reconocimiento.
—¿Cómo fueron tus comienzos?
—Estudié Corte y Confección, como se estudiaba en aquella época; era un colegio para señoritas que trabajábamos de día e íbamos a estudiar a la noche. Me casé, puse en mi casa un taller y así estuve hasta 1997, cuando entré al teatro.
—¿Cómo entraste en el Teatro Real?
—Mi hermana era la maquilladora y cada vez que faltaba alguien ella estaba muy atenta y me llamaba. Luego estuve como becaria y en el 2000 ya fue todo un poco más formal. En 2002 fui contratada y quedé aquí en el taller.
—¿Cómo es un día tuyo en el teatro?
—Primero tengo que decir que no es para nada rutinario y eso me encanta. Le agradezco a este trabajo por haber conocido a directores, actores, gente tan maravillosa. Acá los directores vienen con sus vestuaristas y diseñadores. Traen los bocetos, empezamos a ver qué vamos a necesitar y luego mediamos con cuestiones que tienen que ver más con qué es lo que favorece a los actores y actrices. Muchas veces nos ha pasado que nos hemos dado cuenta de que es imposible que los actores estén sobre el escenario con los diseños que ellos traen, entonces observamos mucho.
—¿Vos estás desde los primeros ensayos?
—Sí, pedimos estar cuando está algo avanzado porque nos damos cuenta de muchas cosas en función de los movimientos de los actores, así sacamos mucha inforamación. Y la tarea termina después de la obra, porque estamos detrás del escenario. En los cambios, cuando ustedes ven que el actor sale transformado, ahí siempre
está la mano nuestra.
—Creando la magia…
—Exacto. Hicimos Cenicienta, que salía toda harapienta, entonces venía a la punta del escenario, daba una vuelta y aparecía con el vestido de princesa. Los chicos se maravillaban; luego daba otra vuelta y le poníamos la coronita, otra vuelta más y los zapatos. Oír las exclamaciones del público era maravilloso.
—¿Y también salen de gira con la Comedia Cordobesa?
— Sí, en el interior los quieren mucho y a la Infanto Juvenil también. Son muy reconocidos y nosotros sentimos ese cariño porque nos esperan y nos atienden con mucha dedicación. A los actores, a los técnicos, a todos por igual. Y tenemos mucha responsabilidad: que no nos falte la ropa, el camarín, porque los actores se encargan
solo de actuar y nosotros somos los encargados del resto. Yo lo disfruto mucho porque es más íntimo, porque estamos juntos compartiendo todo el viaje y eso hace que esta gran familia crezca mucho. El hecho de viajar nos une mucho y acá en el teatro no lo podemos hacer porque cada uno está en su sección. Por eso cuando estamos en el escenario somos uno. A todos nos interesa que salga todo bien: el sonido, la luz, el vestuario. Y eso, que no se ve, si no tenés pasión, no se puede.
—¿Cuál es la obra que más te gustó hacer?
—Es muy difícil elegir porque cada una tiene su impronta Por ejemplo, con la obra ‘Eran cinco hermanos y ella no era tan santa’ se nos pasa rapidísimo, los cambios son muy veloces. El vestuario es contemporáneo y no tan complicado, pero ver cómo se divierte la gente es increíble. No importa en qué década se ponga en escena porque es una obra hecha en la década de 1960 por nuestro querido Miguel Iriarte.
—¿Lo conociste?
—¡Sí! Se sentaba con nosotros. Venía al vestuario y nos contaba cosas. Era una persona maravillosa.
—¿Y cuál fue la obra que más te costó?
—Bueno, las obras que vienen sin bocetos cuestan mucho porque hay que interpretar lo que el director diga y no es fácil porque eso lo tienen ellos en su cabeza. Por suerte trabajo con un equipo hermoso que quedará acá cuando yo no esté. Por eso me voy contenta.
— ¿Y cómo es la tarea con las obras que vienen de afuera?
—Cumplimos una asistencia mínima. Plancharles algo, coser, es mínimo porque ellos vienen con todo el vestuario e incluso con su propio vestuarista.
—¿Estás contenta con cómo ha resultado tu vida laboral?
—Sí, y muy agradecida también. Por mis compañeros de trabajo, los actores, directores, han sido todas personas muy encantadoras. He tenido el privilegio de conocer gente fantástica. Y ese reconocimiento que me hicieron lo sella todo.
—¿A qué te vas a dedicar a partir de ahora?
—(Se ríe) Eso es lo que todos me preguntan. Mirá, coser es como aprender a manejar o a andar en bicicleta, no se olvida. Así que seguro que volveré a mi taller. Quzás no con cosas con tanta responsabilidad para afuera, pero es imposible dejar esto. Sé que voy a extrañar también, pero me esperan otros proyectos.
HOMENAJE. El director del Teatro Real, Raúl Sansica, homenajeó a la vestuarista tras la función de Desafiarte.
Un inventario con más de 10 mil prendas
En los depósitos del Teatro Real hay grandes percheros con trajes de todo tipo y de todas las épocas. “Hay cosas que son del tiempo en que se creó la Comedia Cordobesa, de hace más de 60 años. Son reliquias. Pero reciclamos mucho también. Un solo vestido negro puede funcionar como cinco vestidos distintos: pasarlo del 1700 al 1800 o al 1900”, cuenta Titina y afirma conocer dónde está cada traje aún con los ojos cerrados.
El inventario del teatro supera las diez mil prendas entre lo confeccionado y lo donado: “Por suerte recibimos muchas donaciones de particulares. Una señora vino un día y nos trajo ropa divina, muy paqueta, que era de su madre. También prestamos mucho vestuario. Nos piden mucha ropa de época y nos encanta que la ropa salga, que se luzca. Para la Noche de los Museos ya es un clásico que vengan a pedirnos ropa, incluso hasta los mismos empleados”, detalla.