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DELITOS ECONOMICOS

Un 57% de empresas sufrió alguna forma de fraude en los últimos dos años

La mayor cantidad de delitos son internos y se cometen a nivel de las Gerencias Senior. Para el 51%, los daños financieros llegaron al US$1 millón, pero el monto se amplía por los gastos de investigación. El principal delito: la malversación de activos.

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PREOCUPACION. El 35% de las empresas aumentó su presupuesto para combatirlo en los últimos dos años, y planea aumentarlo un 39% en los próximos 24 meses. | CEDOC PERFIL

En los últimos dos años se profundizaron los fraudes dentro de las empresas argentinas. Según muestra el capítulo nacional de la Encuesta Global sobre Delitos Económicos 2018 de PwC,  mientras que en 2016 el 29% de los encuestados informó haber sufrido un caso de fraude, en 2018 este porcentaje aumentó al 57%, proporción incluso mayor que en 2014.

El tipo de delito más cometido fue la malversación de activos (59%), seguido por fraude cometido por el consumidor (41%), delitos informáticos (30%) y sobornos y corrupción (20%).

La encuesta anual de PwC ofrece valiosos datos sobre la evolución y el estado actual del fraude, a partir de la opinión de más de 100 encuestados en Argentina y casi 7.500 en 123 países.

“Luego de lo que aparentaba ser un éxito en los esfuerzos de las organizaciones y de los profesionales que combaten el fraude para revertir la tendencia creciente que se venía observando en años anteriores, los resultados de la última encuesta muestran un rebote”, señala el informe de PwC. 

El primer dato significativo que refleja el estudio surge del perfil del defraudador: un 77% de los casos fueron cometidos por la gerencia senior, seguidos por altos ejecutivos (13%) y en menor medida la gerencia junior (9%).  En 2014, las gerencias senior y junior prácticamente compartían el mismo nivel de participación; algo se deterioró en las cúpulas del management. 

¿A qué se debe este retroceso? “Muchas empresas no están suficientemente preparadas para enfrentar el fraude, tanto por razones internas como externas. Es por eso que una comprensión clara de lo que constituye fraude -y qué medidas pueden y deben tomarse para prevenirlo- debe compartirse en toda la organización”,  señala Edgardo Sajón, socio de PwC Argentina.

Aunque todas las organizaciones encuestadas reportaron un aumento significativo en la identificación de fraudes, es llamativo el incremento registrado en las empresas de mayor tamaño. En este sentido, el 68% de los delitos fueron reportados por compañías con más de 1.000 empleados, dándose la mayor incidencia (25%) en aquellas que poseen más de 10.000 colaboradores. 

“La mayor incidencia de los delitos en empresas más grandes podría atribuirse a varios factores. Se estima que, a mayor cantidad de empleados, mayor es la dificultad para transmitir la cultura y los valores de la organización y las actividades de control”, explican los expertos de PwC. “Además, los montos involucrados y el volumen de ventas son mayores, lo que puede contribuir para que una operación fraudulenta que represente un bajo porcentaje de la facturación anual pase inadvertida. De cualquier manera, un bajo porcentaje no necesariamente representa un monto insignificante”, agregan. 

Cuando se les pidió a los encuestados que cuantificaran el daño financiero directo para la organización, el 51% dijo que la pérdida podría alcanzar hasta US$1 millón; 20% la dimensionó entre US$1 millón y US$5 millones; y el 3% dijo que habían perdido hasta US$100 millones. Pero, cuando se agregan costos secundarios, tales como investigaciones e intervenciones, el gasto general puede aumentar: el 32% de los encuestados dijo que había gastado en investigación la misma cantidad que había perdido por el fraude sufrido, mientras que el 19% había gastado de dos a cinco veces más.

Considerando el tipo de industria, las empresas que más delitos económicos reportaron pertenecen a energía, servicios públicos y minería, servicios financieros y retail.
Entre las novedades que presenta la Encuesta de PwC del 2018 es la medición de lo que llama “amienemigos” o personas a las que se invita a hacer negocios.

“Si bien los actores internos tienen casi las mismas probabilidades que los externos de cometer el fraude (40% versus 44%, respectivamente), un porcentaje considerable de ese grupo externo incluye a los denominados amienemigos: terceros, agentes, proveedores y clientes. En otras palabras, personas y entidades de las que se esperaría un cierto grado de confianza, pero que en realidad están robando a la compañía”, señala PwC.

CON LOS CONTROLES NO ALCANZA
Una forma de enmarcar el problema del fraude interno es usar un teorema llamado “triángulo del fraude”. Es un método para comprender y medir los factores individuales del fraude interno y un trampolín para enfocar formas de prevenirlo de manera integral.

“El nacimiento de un acto fraudulento generalmente sigue la siguiente trayectoria: comienza con la presión, generalmente relacionada con un problema interno. Luego, si se presenta una oportunidad, la persona luchará emocionalmente contra la tentación de aprovecharla. Y finalmente, pasa del pensamiento a la acción, cuando logra racionalizar la situación”, explican los expertos de PwC. “Dado que los tres elementos deben estar presentes para que se produzca un acto de fraude, los tres deben abordarse de forma individual, de manera apropiada y efectiva”.

¿Qué hacen al respecto las empresas? De los tres lados del “triángulo del fraude”, la mayor parte del esfuerzo se destina a abordar la oportunidad de cometerlo: el 50% de los encuestados dedica un alto grado de esfuerzo a desarrollar controles internos, que se han vuelto cada vez más sofisticados. 

“Lamentablemente, las empresas están poniendo mucho menos esfuerzo en medidas destinadas a contrarrestar las presiones y la racionalización”, advierte PwC y señala que esto está llevando a subestimar la importancia de las medidas culturales / éticas. “Puede ser esto una de las razones por las cuales el fraude interno es tan resistente”, apunta. “Es importante desconfiar de la falsa sensación de seguridad que pueden generar los controles internos, incluso los bien diseñados”, concluye.

CIBERCRIMEN, LA GRAN AMENAZA
Las organizaciones siguen prestando atención al cibercrimen, y casi la cuarta parte de los encuestados por PwC no solo espera experimentar un ataque cibernético en los próximos dos años, sino que también cree que “será el crimen más perturbador e impactante que enfrentará”.

En la medición 2018, más de un cuarto de los encuestados fueron víctima de ciberataques a través de malware y phishing. La mayoría de estos ataques, que pueden afectar gravemente los procesos de negocio, también causaron pérdidas sustanciales a las empresas: el 27% de los encuestados sufrió apropiación indebida de activos y el 15% fue extorsionado digitalmente.