“Hace dos años, el 28 de junio de 2017, nos trepábamos en un avión con Lucca, su papá, su hermano, su nana y yo rumbo a Bangalore con más dudas que certezas. La ‘última Coca Cola del desierto’ estaba a dos días de vuelo, a 17.000 kilómetros, allá lejos, en India. Soñamos que podía tener una oportunidad, la primera de su tipo en Occidente, para ayudar a Lucca”, relata Bárbara Anderson en su libro Los dos hemisferios de Lucca, que cuenta los retos diarios de tener un hijo con discapacidad y el descubrimiento de una cura para su condición.
Lucca había nacido el 14 de octubre de 2011 con parálisis cerebral severa, fruto de un accidente en el parto.
Completamente desahuciados por la medicina occidental -Lucca jamás podría hacer nada ya que su daño motriz era irreparable- dieron con el Dr. Rajah Vijay Kumar, un físico indio, que desde el otro lado del mundo prometía tratamientos capaces de revertir procesos como los de Lucca. “En México solo teníamos delante de la discapacidad de Lucca la racionalidad de los médicos que nos decían: ‘Su hijo nunca podrá hacer nada por sí mismo, la parálisis cerebral no tiene cura’, mientras que en India teníamos el desparpajo de un científico que nos decía: ‘Yo no creo en enfermedades incurables, sí en enfermedades no estudiadas. Lucca podrá hacer lo que quiera en el futuro’”.
Con un tratamiento 100% experimental (sin abrir el cráneo y sin efectos colaterales), Lucca se convirtió en el primer niño mexicano que repararía su cerebro gracias a un equipo futurista, el Cytotron: un dispositivo que funciona con radiofrecuencia y permite trabajar sobre los tejidos del cuerpo humano. En caso de tratarse de tejidos malignos, como pueden ser los tumores, el aparato envía señales a las proteínas encargadas de alimentar a las células para que dejen de hacerlo y el tumor empiece a reducirse.
En el caso de tejidos que no crecen, envía señales a las proteínas para que despierten a las células progenitoras y las obliga a crear tejidos que naturalmente no se regeneran, como las neuronas.
Como si el aparato dialogara con las proteínas y les diera órdenes para hacer o deshacer, sin afectar a los tejidos sanos.
Entre la ciencia y la esperanza. “Le dimos la vuelta al mundo sin garantía de nadie, ni del propio científico detrás de este tratamiento 100% experimental. Respiramos hondo y nos dejamos llevar por la ciencia, la innovación, la magia y la mística de ese país. Y por la esperanza, ese ingrediente que en mi familia se cocina de nuevo cada vez que aparece algo en el horizonte. Soñamos que podíamos tener buenos resultados y creímos -con dientes apretados- en eso que soñamos”, continúa Anderson.
Luego de la primera sesión, Lucca comenzó a mostrar síntomas de mejoría: empezó a sostener más su cuerpo, a dar pasos con una grúa, a decir sus primeras palabras, a comunicarse con los demás. Estos avances han sido verificados con resonancias magnéticas realizadas en México a la vuelta de su tratamiento, que evidencian mayores conexiones en su cerebro cada día. Además, Lucca perdió casi el 70% de su epilepsia.
Hoy, gracias a la tenacidad y el empeño de su madre por lograr que esa tecnología llegara a México, Lucca realiza sus sesiones de terapia en el Hospital Infantil de México, donde ya hay un Cytotron en funcionamiento.
En la actualidad, la discapacidad sigue siendo un tema tabú -en México representa un 10% de la población y el 70% de las personas con discapacidad viven debajo de la línea de pobreza- y la periodista, que se convirtió en una aguerrida activista por los derechos de las personas con discapacidad, puso también en línea el portal Yotambien.mx, un sitio de noticias sobre la discapacidad, para visibilizar la problemática.
EL LIBRO. Sin fecha de llegada al país, la autora estima que el libro estará en librerías argentinas en 2020.